Chile en plena carrera presidencial y en palacio presidencial hay nuevos ministros en todo el sector económico. La diferencia de opiniones no es bien vista por la jefa de Estado y no se conforma con la discrepancia de sus subalternos sobre todo si esta pudiera revelar los verdaderos motivos de la negación de Gobierno a la realización de los proyectos de minera Dominga, pero eso es tema para otra ocasión. Lo que preocupa es el evidente autoritarismo que Michelle Bachelet está desplegando en los últimos meses de su gobierno dando claras señales de que este tramo final será totalmente ideológico y que lo técnico debe darse por perdido.
Más preocupante aún es que bajo la actual administración, todos los grupos de interés que pudiesen ser imaginados se sienten con el derecho de tomarse la vía pública y forzar a los políticos a que se gobierne desde la calle y según los antojos del momento. Es una situación de abandono de deberes en la que encontramos declaraciones sórdidas e inauditas como las del fiscal nacional quien al referirse a la última quema masiva de camiones por partes de terroristas de la CAM en el sur, expresó su absoluta falta de claridad con respecto a sus funciones, las cuales consisten principalmente en coordinar la impartición de justicia diciendo que los empresarios deberían conocer los peligros de su actividad e insinuó que deberían cuidarse solos.
El fiscal, apoyado por el ministro del Interior quien tampoco parece conocer sus funciones principales tal como encargarse de la seguridad interna, da la impresión de que el país ha sido dejado a su suerte, sin ninguna esperanza de seguridad o justicia por parte del Gobierno cuya existencia misma se justifica por su capacidad de proveer ambas.
El desorden se manifiesta de muchas maneras en el país, desde el estancamiento económico hasta la falta absoluta de control migratorio pasando por el desborde de la delincuencia y el desempleo que crece a diario patrocinado por el sesgo ideológico que mueve al Gobierno y que es capaz de utilizar artimañas y excusas pobres, y poco razonables para detener proyectos de millones de dólares que podrían solucionar en parte la creciente cesantía.
Hay un aparente o más bien dicho, evidente abandono de deberes en la moneda en que lo único obvio es que para ciertos asuntos triviales y que nada o muy poco tienen que ver con el desarrollo del país, tal como una constituyente, se despliega en todo su rigor el autoritarismo de la señora presidenta, mientras que para resolver la crisis en de seguridad en la araucanía, no hay ni voluntad ni capacidad.
Uno de los últimos espectáculos ofrecidos por los grupos de interés, es el bloqueo del aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, que debió soportar horas en incertidumbre mientras los taxistas, quejándose de que su monopolio ahora tiene la competencia de Uber y Cabify, decidían cuándo y cómo devolverle la normalidad al funcionamiento del terminal aéreo.
La imagen de Chile se ve afectada internacionalmente no solo por la larga lista de desaciertos del Gobierno, sino por su incapacidad de resolver aquello que debería, tal como esta manifestación del gremio taxista que tuvo a cientos de turistas caminando con sus maletas por la carretera, imposibilitados de conseguir transporte alguno que los trasladara a su lugar de destino. La muerte de un brasileño producto de un paro cardíaco y que no pudo ser trasladado desde el aeropuerto a tiempo, solo es una anécdota para los cientos de taxistas que bloqueaban el paso, pues el amiguismo con el Gobierno que tenía su monopolio protegido es incapaz de contener el avance tecnológico, la libre competencia y la legítima elección de los usuarios que prefieren un buen servicio sin estafas ni tarifas arregladas.
El país se vive y se siente desordenado, mientras el gabinete presidencial sufre sus últimos y casi innecesarios cambios, en un intento de aparentar gobernabilidad y control, pero que solo resulta en evidenciar aún más que Michelle Bachelet es voluntariosa, sesgada, pésima líder y privilegia la ideología por sobre la técnica.
Pareciera que Chile funciona hoy por hoy al revés, donde las víctimas de la delincuencia son llamadas a cuidarse y defenderse solas, donde la culpa del robo, del asesinato, estafa y delito de cualquier suerte parece recaer sobre quienes los sufren pues seguramente y según las autoridades, ellos habrían dado ocasión para ello. Y es que ya dice el dicho que la ocasión hace al ladrón y por ende se justifica todo tipo de ultraje pues no es culpa de quien lo comete sino de quien ostenta prosperidad tentando a quienes la desean. No es culpa del violador sino de la víctima que seguramente lo provocó. Tampoco es culpa de los terroristas de la CAM, sino de los empresarios y emprendedores grandes y pequeños por tener la terrible idea de querer desarrollo en su región y ser parte del Estado de Chile. Eso ya es provocación suficiente para justificar el asesinato, quemas y extorsiones que se viven en el sur de Chile y que sin duda se han multiplicado por todo el país.
Es un mundo al revés donde aquello que produce riqueza para muchos y que además aprueba en todos los controles técnicos de sustentabilidad, es satanizado y sepultado mientras que el aumento de parlamentarios, creación de nuevas burocracias regionales y el gasto público desmedido son aplaudidos por quienes gobiernan.
Es un Chile al revés cuando la autoridad no tiene pantalones para enfrentar la delincuencia o cuando se permite un bloqueo de nuestro terminal aéreo internacional sin solución inmediata, cuando los grupos de interés ponen al Gobierno contra la pared y este no tiene capacidad de respuesta, cuando todos nos hemos vuelto víctimas de la incompetencia que dirige desde el palacio presidencial.
En este país distorsionado, no es sorpresa que la mayoría desee con tantas ansias que llegue noviembre. Ningún presidente puede hacer milagros, pero es poco probable que algún Gobierno concentre más inepcia, torpeza, indolencia e incompetencia que el actual.