Desde que se publicaron los resultados de las elecciones presidenciales en segunda vuelta de Chile, múltiples han sido los análisis a disposición del público. Varios analistas coinciden en que los votos del centro fueron determinantes para la victoria que tuvo Sebastián Piñera, sin embargo lo expresan como diciendo que esos votos en realidad le pertenecían a Guillier, pero su asociación con la extrema izquierda, sus guiños a la revolución, sus frases del Che Guevara, sus declaraciones acerca de “meterle la mano al bolsillo a los empresarios” y otros desaciertos, significó que dichos votos se trasladaran a Sebastián Piñera no como un voto de confianza a él sino como un voto de desconfianza hacia la izquierda revolucionaria.
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Me gustaría plantear que las razones por las cuales ganó Piñera le dan un inmenso margen de acción, que si bien hay que ser cautelosos con los análisis porque aún es demasiado pronto, no sería correcto determinar que la elección no la ganó Piñera sino que la perdió Guillier, como si fuera una elección entre males y se eligiera el mal menor.
Más allá de las características personales de Sebastián Piñera, que se sabe no es el hombre más carismático que hay, pero que cuenta con una capacidad de gestión altísima, la cual se plasmó en el crecimiento económico obtenido en su gobierno pasado, que puede desafiar a las malas memorias simplemente observando datos. Ahora, si bien estas cosas no son las únicas que influencian una elección, sí es importante para los votantes en la práctica. Me refiero a que si se pusieran en orden las prioridades de los chilenos y se publicara una lista, lo cual ya se ha hecho en varias ocasiones a través del CEP (Centro de Estudios Públicos) se vería que al tope de dicha lista está la seguridad, el trabajo, la salud y la justicia, pero casi no aparecen las prioridades que el gobierno actual tiene, tal como la nueva constitución y esa desconexión con las preocupaciones de los Chilenos permite que otro tome esos temas y los trabaje para llegar a una solución.
En este sentido, Sebastián Piñera logró plantear estos temas y desarrollarlos como prioridades en su posible gobierno durante la campaña, más allá de los temas en los que sí cedió, pero que en su formato no necesitan ser alejados del libre mercado y la meritocracia como lo es la gratuidad en educación.
La campaña de unidad, dedicada a relacionarse con los chilenos, buscando tomar esos temas que fueron olvidados por la izquierda, es como Sebastián Piñera logró alinear a su sector y más aún, aumentó la participación del electorado para la segunda vuelta obteniendo cerca de 800.000 votos adicionales, convirtiéndose en el presidente más votado desde el regreso a la democracia y este mérito en un contexto de voto voluntario.
Alejandro Guillier por su parte decidió apelar a los votos de ultra izquierda del Frente Amplio, pero no todos los votantes de este sector sufragaron ni le trasladaron sus votos por defecto al candidato oficialista, pues si bien intentó guiñarles durante toda la campaña no asumió los temas de manera tan radical como lo esperaba el Frente Amplio por lo que su respaldo fue ambiguo y poco explícito. Todo esto desconectó a la mayoría de la gente que busca más bien un gobierno moderado, que no sacrifique su estilo de vida. La izquierda se perdió en las ideas revolucionarias, dejó la realidad y la delegó a otro mientras intentó concentrarse en esos “grandes” relatos enfocados en transformar la historia a través de la distribución, por medio de reducir las instituciones a oficinas donde la voluntad reinante las haga hacer lo que la ambición de turno dicte.
Esos discursos son percibidos como peligrosos y sí contribuyeron a prácticamente espantar a cierto sector que tradicionalmente no votaba por la derecha, pero hay que reconocer el mérito de Sebastián Piñera y su equipo de plantear la necesidad de defender el modelo económico y el crecimiento que este produce, de defender la libertad de elegir como llegar a cumplir los sueños respetando la individualidad de las personas en vez de imponer un sueño colectivo típicamente usando enemigos comunes como lo hace la izquierda.
Es también destacable que frente a un gobierno altamente movilizado en pro de la campaña de su candidato Alejandro Guillier, la derecha no se desperfiló y unida bajo la convicción de que en estas elecciones se jugaba continuidad de la libertad, resolvió dejar los personalismos de lado en pro de un proyecto común que interprete mejor las necesidades urgentes de los chilenos.
Por estas cosas es posible decir que quizás en Chile ya no van quedando votos de derecha o de izquierda pues la gente está más abierta a escuchar propuestas. No son contables y dados por sentados los votos que tradicionalmente pertenecían a sectores porque la gente votará desde hoy en adelante por los proyectos que mejor interpreten su idea de sociedad y que más protejan su estilo de vida y por lo tanto los votos son traspasables de lado a lado según se desempeñen los políticos.
De todos modos, aquello que motiva a una persona a votar, no son los grandes relatos que corrigen las injusticias intergalácticas eternas, sino aquel mensaje que le asegure que tendrá mejores opciones de cumplir sus sueños por sus propias fuerza, pues aunque a los colectivistas no les guste reconocerlo, los seres humanos necesitan cierto control sobre sus vidas y no depender de terceros. Es la seguridad de que aunque ahora gano x, con la suficiente libertad y crecimiento podré duplicar mis ingresos y costear mis necesidades.
Ese fue el mensaje de Piñera y por eso puedo decir que no fue que la centro izquierda con Guillier la que regaló la elección, sino que la ganó Piñera y su equipo con el mensaje correcto en el momento oportuno.