La noticia fue rápidamente esparcida por los líderes de izquierda. Sin meditarlo, sin estudiar el alcance de las declaraciones, sin considerar las consecuencias, tanto la presidenta Michelle Bachelet como su lastimoso elenco de seguidores, replicaron en todas las redes sociales posibles, en la prensa y cada medio disponible, las declaraciones de Paul Romer, miembro del Banco Mundial y de la comisión “doing business” (haciendo negocios) que califica a los países del mundo por su clima para negociar.
Las declaraciones del representante, dejan bastante que desear en cuanto a la seriedad de los organismos internacionales y las metodologías que utilizan. Dejó la impresión de ser manipulables políticamente. En sus propias palabras, sentenció lo siguiente: “Quiero disculparme personalmente ante Chile y cualquier otro país en que hayamos trasmitido la impresión equivocada”. Añadió también que por motivaciones políticas se tomaron decisiones de corte metodológico que afectaron a Chile, dando a entender que el ranking que Chile obtuvo en este observatorio, fue influenciado, manoseado y por lo tanto se invalida.
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Chile cayó, según la nueva metodología, 21 puestos en el ranking, mientras que con la metodología anterior, “solo” habría caído cinco. El énfasis entonces que hizo la izquierda chilena es que el fracaso monumental que tuvieron en todo orden de cosas, se debe a que fueron perjudicados por malas cifras publicadas por un Banco Mundial irresponsable. Muchos otros extremistas pedían impugnar las elecciones presidenciales porque este informe habría sido usado como caballo de batalla de campaña y habría manipulado la opinión pública.
Que Piñera usó sus redes para arruinar la reputación de Chile para poder volver al poder, que todo lo que salió mal en el país tiene que ver con una conspiración internacional en contra de Michelle Bachelet (quien al fin de su mandato ya tiene arreglado un puesto en la OMS) y la izquierda de Chile, que la derecha fue la culpable de malos índices económicos y que perder las elecciones se debe a este informe.
Mi propuesta es que seamos serios. Sin mucha demora, el Banco Mundial envió un comunicado en el que defiende su nueva metodología para el ranking propuesto por “Doing business” y que el ejercicio es trasparente, objetivo y no está sujeto a ningún tipo de manipulación política. El hecho de que Romer se sienta mal porque un país baja fuertemente su calificación no es motivo para desconfiar del sistema. De todas maneras el Banco Mundial ofreció realizar un informe externo para aclarar cualquier duda y suspicacia.
La seriedad implica reconocer que, aun con metodología antigua, Chile descendía en el ranking porque las políticas públicas, la falta de certeza jurídica, la extensión de derechos sociales a costa de impuestos, hacen que los inversionistas, que ven la realidad y no solo informes, prefieran otros destinos o aguardar hasta que sea más seguro. También se hace necesario reconocer que no porque una metodología sea nueva es necesariamente mala. Al contrario, la idea de la novedad es que incluye factores que mejoran y completan la apreciación haciéndola más objetiva y más certera. Se incluyen variables que permiten completar la imagen del sujeto estudiado, en este caso países, por lo que las suspicacias sembradas por Paul Romer solo responden a una mentalidad de “siempre se ha hecho así y desconfío de los cambios” quizá porque por su sensibilidad política y su experiencia sabe que cuando la izquierda hace cambios, es para manipular la realidad. Véase el caso Nicolás Maduro y similares que viven en realidades extremadamente distintas que sus respectivos pueblos. En todo caso es bastante sospechoso que mencionara primariamente a Chile cuando el informe afecta a más de 100 países. (Quizás la influencia no la tiene Piñera sino la izquierda que produce este chiste mediático)
Es justo que luego de ser sembrada la duda, el organismo acceda a una investigación extensiva para esclarecer todos los índices que publicó y demuestre la objetividad de su metodología, pero la lógica sugiere que las especulaciones conspiracionistas de la izquierda Chilena solo responden al desespero que produce perder el poder y con ello los puestos de trabajo fácil, los sobresueldos, las acomodaciones de amigos en cargos públicos. Eso pesa tanto que son capaces de sugerir que Piñera tiene potestad de controlar al Banco Mundial y que los chilenos fueron engañados por un informe internacional y por ende votaron inválidamente.
Esto es un insulto a la inteligencia nacional que vio cómo se malgastaban los fondos provistos por los contribuyentes, vieron las promesas incumplidas, los hospitales sin camas, las listas de espera, las muertes de miles de niños en el sename y la burlesca indiferencia del gobierno. Los Chilenos vieron el caso caval y como se encubría vez tras vez a la familia presidencial en su corrupción, el país también vio el descenso en la calidad de la educación, como los colegios emblemáticos se convirtieron en unos más del montón, vieron como la cesantía afecto sus hogares y tuvieron que recurrir a negocios muchas veces informales para poder llevar pan a la mesa. Los chilenos vieron como la delincuencia los volvía más reservados y desconfiados pues la justicia no podría hacer nada por ellos, los chilenos vieron el caos legislativo por ejemplo en una reforma tributaria que encarecía su vida y no se reflejaba en servicios oportunos y propicios. En resumen Chile vio el desastre de gobierno que había elegido y prefirió cambiar de rumbo sin necesidad de leer ningún informe.
Si de informes se habla, la caída en la clasificación de riesgo provista por Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s (S&P) es un índice de mucho más impacto en lo que a inversiones y negocios se trata que lo que publica el banco mundial y eso si no tiene discusión.
Sí, hubo nueva metodología y calzó con el periodo presidencial de Michelle Bachelet, pero este nuevo formato, más completo, solo ratifica la nefasta administración de estos últimos 4 años. Bachelet elige sin embargo dejar su cargo con la mayor indignidad posible atribuyendo su fracaso e incompetencia a un factor externo tan insignificante para el votante promedio como es el informe del Banco Mundial. Hoy, esta maniobra se le devuelve como boomerang pues Banco Mundial respalda su metodología dejando en ridículo las suspicacias generadas.
El espectáculo mediático que la izquierda ha producido aferrándose a esta sombra de duda ya esclarecida es penoso e indigno y confirma que los Chilenos tomaron una buena decisión en las urnas.