La palabra clave de la semana en Chile parece ser “Nepotismo” que, según varios diccionarios etimológicos, es el otorgamiento de empleos o favores públicos a los familiares más cercanos de un gobernante o alto funcionario. Se originó en la raíz indoeuropea nepot, que significaba nieto, pero también sobrino, una ambigüedad que se trasmitió al latín, lengua en la cual nepos, nepotis también denotaba tanto nieto como sobrino.
La palabra nepotismo surgió en los primeros siglos del cristianismo, cuando los papas, que no tenían hijos o no admitían tenerlos, concedían los mejores empleos y los favores de Estado a sus sobrinos, quienes con frecuencia eran, en realidad, sus hijos ilegítimos. Sin embargo, lo que caracterizaba a esta práctica y la sigue caracterizando hoy, es la obtención del puesto a cuenta del parentesco y no del mérito. Esto hizo que la palabra sellara su connotación negativa, pues anulaba el razonamiento del esfuerzo y premiaba las conexiones por sobre la aptitud, llenando las instituciones de incompetentes hijos y parientes de.
Qué apropiado término es este para describir los últimos 4 años del gobierno de Chile bajo la administración Bachelet, que si bien tuvo por un corto periodo de tiempo a su renunciado hijo Sebastián, llenó los organismos del estado de hijos políticos que carecían de todo mérito para ocupar los cargos en los que se les designó.
Hoy, el ojo está puesto sobre el presidente Sebastián Piñera por la designación de su hermano Pablo como embajador de Chile en Argentina, que le ha significado innumerables críticas desde la oposición y desde referentes del oficialismo. La palabra “Nepotismo” fue utilizada otra vez y la izquierda hizo festín condenando al presidente por su aparente incongruencia.
El mismo mandatario hizo la aclaración al respecto. Defendio el nombramiento y dijo que nada tiene que ver el parentesco con la designación, ya que el personaje en cuestión reunía de sobra los requisitos para el cargo, y para él primó la calidad del designado por sobre la apariencia que esta decisión pudiera tener.
En estos casos es cuando se debe analizar si esta decisión fue una torpeza presidencial que será utilizada por la izquierda como un flanco abierto, considerando que son una oposición que solo pretende negar la sal y el agua al nuevo gobierno, o si se tomó con responsabilidad republicana, pesando más el bienestar nacional que la mantención de la creciente popularidad.
Si analizamos los hechos tenemos lo siguiente:
- El presidente necesita un embajador que amenice, suavice, mejore, incremente y celebre las relaciones diplomáticas con Argentina.
- El candidato debe conocer a profundidad el sector público, tener no solo experiencia en la dirigencia sino también tener probados buenos resultados en todas esas gestiones.
- Que conozca a fondo la realidad de ambos países. (Chile y Argentina)
- Que conozca el mundo diplomático
- Que sea un personaje políticamente transversal. Es decir, que se haya relacionado con la oposición así sea en el pasado cuando esta era más social-demócrata y no izquierdista radical como es ahora.
Estos requisitos son difíciles de encontrar en una sola persona y si el presidente debe hacer una elección objetiva, podría haber hecho un concurso ciego y esto es lo que encontraría:
- Hay un concursante que ya ha sido designado por los presidentes Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet para cargos públicos de confianza, es decir, subsecretarías en hacienda y obras públicas, la dirección administrativa de la cancillería, dirección ejecutiva de TVN (canal nacional estatal), consejerías como la del banco del estado y profesor de la academia de diplomacia de Chile, es decir, es un personaje transversal.
- Las referencias luego de cargos ocupados, son excelentes. Incluso los excancilleres José Miguel Insulza, Alejandro Foxley, Soledad Alvear y un exembajador de Chile en Argentina como fuera José Antonio Viera-Gallo, dan un informe impecable del concursante por desempeño de labores. (nótese que se habla de personajes de todo el espectro político, excepto de la izquierda radical)
- Por último, debe revelarse el nombre del concursante porque por muy flamante que sea este impresionante currículum, el designado debe contar con la confianza del presidente. Ha de recalcarse que no hay otro personaje con estas características que sea por lejos el más calificado de cualquier lista como este concursante. Al descubrirse el nombre, el presidente se encuentra con Pablo Piñera.
En un caso como este, un verdadero liberal, con principios realmente republicanos, que pone el bienestar del país por sobre todo lo demás, debe preguntarse al menos lo siguiente: ¿es lícito sacrificar la calidad por la “apariencia de piedad”?.
En el mundo de la política pareciera haber demasiadas suspicacias y reina el dicho: “piensa mal y acertarás”. En un mundillo así, un movimiento como este de nombrar a tu hermano embajador, puede ser un acierto enorme, considerando las características del individuo. Pero también significará que la oposición tomará esto como un flanco abierto para dañar al oficialismo al rebajarlo a su propio nivel de corrupción, pues tomará esta designación inmediatamente como un acto de nepotismo, al fiel estilo de la izquierda, siguiendo el modelo Bachelet que tan duramente fue criticado.
Esta comparación, aunque injusta, por los méritos del personaje en cuestión, podría ser un costo político traducido en popularidad.
La decisión no es fácil. Calidad y obtención del objetivo, o cuidado de apariencias para el sostenimiento de la popularidad y la frágil imagen política.
Un verdadero republicano siempre verá el bienestar del país por sobre todo lo demás. Gobernar nunca se trató de tomar decisiones fáciles sin costos políticos, sino de lograr el mayor grado de paz social con la mayor estabilidad y prosperidad posible y eso solo se logra con un equipo idóneo.
Pablo Piñera no destaca por su parentesco pue tiene luces propias, no elegirlo, sería un sacrificio a la calidad dado que, entre otras cosas, el mismo gobierno de Argentina lo espera con los brazos abiertos y eso es muy bueno para las relaciones bilaterales. Sebastián Piñera entonces tomó la decisión más difícil posible.
Primó la calidad por sobre su propia popularidad, sabiendo el torpedeo que sufriría, sabiendo la crítica que se vendría sobre él y su gobierno, pero los tiempos no están para derrochar el talento por la hipersensibilidad de algunos y como dijo el mismo presidente, “aquí no hubo nepotismo”.
Cuando la calidad del sujeto está probada, sus credenciales son impecables e incuestionables, el parentesco pasa a ser un detalle y la palabra “nepotismo” deja de aplicar. Cuando la urgencia del desarrollo y la preservación de la libertad apremian, las apariencias son sacrificables en contraste con los beneficios de la buena gestión.
Habrá otros temas en que existirán válidas razones para criticar el proceder del gobierno, como ceder ante los caprichos estatistas de los grupos de interés en asignarle gratuidad a todo lo posible, pero en este caso, no es así.
El comentario malicioso pasará, los resultados de la calidad permanecerán.