Cuando la discrepancia ofende y se hace merecedora de show mediático que impulsa a las masas a callar a quien discrepa, tenemos un serio problema. Peor y más grande es el aprieto cuando esta fobia a la discrepancia se utiliza para cubrir actos de corrupción en cualquiera de sus niveles.
No hace falta retroceder demasiado en el tiempo para traer a colación la situación vivida en el municipio de Providencia, de la región metropolitana de Chile, donde hubo un desfalco enorme en el presupuesto municipal en el área de educación, la cual estaba inundada de los próceres de la ultra izquierda en la figura del partido Revolución Democrática.
La deuda insostenible aún está siendo asumida por la nueva administración comunal. Para qué hablar del economista estrella del Frente Amplio (alianza política de ultra izquierda) Nicolás Grau, quien fue presidente de la FECH (Federación de Estudiantes de Chile) y a quien había perdido 120 millones frente a lo cual su respuesta fue “hicimos una fiesta y nos fue mal”.
No es necesario recalcar lo obvio, que frente a tales irresponsabilidades es imposible confiar en ciertos personajes de la oposición, pero sí es necesario establecer algunos puntos. Cada vez que estas personas fueron enfrentadas por los absurdos despilfarros, por la negligencia con que trataban el dinero de los contribuyentes, por el dolo frente a lo ajeno, la respuesta no fue lo que se hubiera esperado de personas que a través de la política pretender representar a la población.
Con ausencia de crítica propia, no tardaron en llegar las justificaciones y peor aún, la minimización de los hechos como si solo se tratara de un jarrón de casa roto. Todas las cosas que realmente son serias para un país, como por ejemplo la responsabilidad y la defensa de la democracia, en fin, todos los asuntos que requieren madurez y honestidad para ser tratados, son manoseados, minimizados y hasta olvidados por lo que se hacen conocer como los adalides de la justicia, los emblemas de la virtud.
La gravedad de la ausencia de análisis en una gran camada de parlamentarios que hoy se sientan en el congreso, es preocupante, cada vez más infantil y peligrosa para la democracia. Es muy fácil para los ex líderes estudiantiles, como Gabriel Boric, Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Karol Cariola, además de los líderes del partido socialista y comunista y toda la red del frente amplio, excusarse por sus inepcias, serias equivocaciones que terminan dilapidando presupuestos y por las movilizaciones irresponsables que apoyan y lo lamentable es que lo hacen infantilizando la política. Como niños que simplemente no quieren algo porque su antojo se los dicta, porque necesitan llamar la atención de alguna manera, pero con cero capacidades de analizar los asuntos que les competen, estos congresistas, siempre culpan a la derecha, al capitalismo, al neoliberalismo de sus propias falencias.
Si son descubiertos en corrupción o son delatados por sus irresponsabilidades, siempre se las arreglan para transformar el asunto en shows mediáticos donde logren victimizarse por supuestas campañas del terror, posibles conspiraciones para acabar con su influencia política, ataques personales por “pequeñeces”. Al fin y al cabo, la causa colectivista y estatista no toman en cuenta tales insignificancias como la pérdida masiva de dinero de otros. Todos los sacrificios son válidos por las fantasías utopistas de la “grandiosa” izquierda.
Hoy el turno es de Giorgio Jackson, quien sintió como personal y propio el reproche hecho por la destacada columnista, Teresa Marinovic, sobre la nefasta, torpe, irresponsable y corrupta gestión de su madre, Carmen Gloria Drago como directora de la JUNJI (Junta Nacional de Jardines Infantiles). La columnista reveló a la ciudadanía, los datos de la gestión de la madre de Giorgio Jackson, quien no solo llego a ese puesto por medio de contactos y no de concurso de alta dirección pública, a un cargo para el que no tiene las calificaciones puesto que ella es ingeniero en alimentos, sino que además rompió en innumerables ocasiones los códigos con los que se rige la institución incluyendo cancelación de contratos vigentes para dárselos a compañías de su exclusiva preferencia y con quienes los insumos necesarios costaban ridículamente más.
La denuncia hecha por Teresa Marinovic, daba cuenta de cunas que se compraron para la institución con un excesivo sobre precio. Lo indignante es que se hizo con dinero de los contribuyentes y pese que se ha sugerido sumario administrativo, la señora Carmen Gloria Drago, no solo sigue en su cargo con un millonario sueldo, sino que sigue sin ser perturbada.
Giorgio Jackson salió, como era esperable y hasta comprensible, en defensa de su madre, aunque con pésimos argumentos. No solo esgrimió fuera de contexto un dictamen de la contraloría que si fuera bien leído, resalta las faltas en las que la señora Drago incurrió, sino que transformó un tema de control ciudadano en un show mediático que afectaba a su persona como si se hubiese orquestado un ataque en su contra con el único propósito de perjudicarlo a él.
“Métanse conmigo que Carmen Gloria les queda grande” fueron algunas de las respuestas que el “honorable” dio, como si se buscara utilizar a su madre para dañarlo a él. No se da cuenta el diputado que el mundo no lo necesita para segur girando y que hay más focos de atención que él. Ese es el problema cuando se infantiliza la política, que se recurre a argumentos de niños para desviar la atención de aquello que realmente importa, como la responsabilidad y transformando la república en un circo barato de dimes y diretes.
El peligro en que se infantilice así la política no es solo que se pierde el foco sobre lo importante sino que para un niño, todo es sacrificable en pro de sus antojos y deseos inmediatistas y hasta utópicos, ya sea la economía, la democracia, los derechos humanos y la libertad. Cuando se comienza a recorrer ese camino, se empieza con el circo y se termina siempre en holocaustos.