El verdadero carácter de los políticos se ve, se nota, cuando llegan a ser oposición. No hay que sorprenderse por el hecho de que exista o se visibilice el doble estándar, eso siempre existirá en los gobiernos y en las oposiciones, lo que sí provoca sorpresa es el nivel de hipocresía.
Siempre hay niveles aceptables de doble moral, pero cuando se derrocha en ello, ya comienza a ser insultante para la población.
¿Cuál es el rol de una oposición? ¿Qué significa para Chile una oposición con las características de la actual? ¿Qué debe hacer el oficialismo para tener mayor gobernabilidad?
No hay que pedir demasiado de una oposición de izquierda, después de todo están entrenados para anular al oponente sin importar que consecuencias esto tenga para la nación. Para ellos, lo primero que hay que hacer, es resolver el asunto del poder.
Absorber todos los espacios, todos los medios de ser posible, hacer mucho más que difícil la tarea de gobernar aunque esto vaya en desmedro de la nación, pues para la izquierda lo importante es estar en una posición donde pueda controlarlo todo.
Ese control es necesario para generar políticas de corte totalitario que le permitan dictaminar la vida de las personas en todos sus ámbitos con esa añeja idea de que el individuo es incapaz de tomar buenas decisiones sin la vigilancia del Estado. Aún si fuera solo ese el fin, de gobernar todos los aspectos de la vida de las personas, que ya es bastante despreciable, no sería tan nefasto como el hambre de poder por los beneficios que este trae.
La cantidad de privilegios y castas políticas que el poder permite crear, es un botín irrenunciable para la izquierda. Todo esto alimentado con el dinero de Los contribuyentes el cual sin tapujos, utilizan para acomodar sus propias vidas y comprar permanentemente votos con el asistencialismo que no es más que limosna estatal a falta de políticas serias que permitan al individuo pararse sobre sus propios pies.
Con la oportunidad que presenta el poder, no podía esperarse nada más de la oposición que cada vez es más izquierdista radical en Chile.
Lejos del rol que debe tener una oposición sana, saludable, inteligente y que considera el bien nacional por sobre sus intereses políticos, en Chile esa sola descripción hace reír tanto a ciudadanos comunes como a políticos, pues con la izquierda se ha llegado a entender la situación de oposición como un rol de guerra total.
De anulación, de negar la sal y el agua a modo de perjudicar a quienes osaron sacarlos de la posición de poder que consideran como eternamente suya pues es bueno recordar que para la izquierda la democracia no es más que una fachada, un medio para un fin el cual pueden desechar apenas se encuentren en una posición realmente ventajosa.
No hay inteligencia política en esta oposición, solo inteligencia comunicacional y hasta en eso tienen sus fallas, pero pueden permitírselo pues la ciudadanía aprendió a gustar del populismo. Poco le importa el doble estándar, el despilfarro, la irresponsabilidad.
Puede que les cueste un gobierno pero saben que volverán al siguiente, porque si en algo es buena la izquierda es en crear ilusiones de realidad, jugar con el carisma, hacer show mediático y vaya que son respaldados por los medios en Chile y por supuesto, son buenos haciendo caer a sus opositores en su juego de moralinas y falsas santurronerías con las que suelen crear una impresión en las masas.
Para Chile, esto significa que el gobierno de Sebastián Piñera se verá constantemente atacado por la más mínima cosa, que no podrá maniobrar sin verse atacado en todos los flancos. Muestra de aquello es el viaje a Harvard del Ministro de Hacienda Felipe Larraín, quien en un encuentro de exalumnos, fue invitado a exponer en calidad de ministro del país.
Las condiciones del viaje implicaba que los fondos utilizados serían reembolsables y que la diferencia la pagaría el ministro, lo cual ya hizo, ese dinero se devolvió, pero la situación se prestó para que la izquierda opositora armara un show mediático, ampliamente difundido por el “periodismo” nacional, que también está notoriamente ideologizado y cuestionaron la probidad del ministro, de quienes autorizaron el viaje y finalmente de todo el gobierno.
Casi olvidaron que cuando fueron gobierno dejaron a Chile con un déficit fiscal astronómico, que llenaron al estado de funcionarios públicos militantes e innecesarios, que ellos mismos incurrieron en verdaderas faltas a la probidad, que la corrupción se desbordó bajo el mandato de Bachelet y que la ciudadanía increíblemente contraria a su tendencia tradicional, llegó a un punto límite y con un 54,6 % los expulsó del poder.
Este tipo de escándalos y ataques desmedidos, parecen salirle a costo cero a la izquierda por falta de control social que visibilice los verdaderos resultados de las gestiones de distintos sectores.
Quizás lo que debe hacer el oficialismo es jugar políticamente de manera inteligente. Por supuesto que debe haber probidad, es absolutamente necesario que se avoquen a aquello para lo cual fueron elegidos de la manera más técnica posible, pero para poder lograr recuperar la estabilidad económica, fortalecer el tejido social, volver a poner a Chile en el liderazgo, la pasividad frente a los ataques debe cesar.
Al recibir críticas irrisorias de parte de quienes dilapidaron irresponsablemente los recursos del país, es necesario tener una vocería lista, preparada y entrenada para interpelar de vuelta mientras esto le dará tiempo al gobierno de trabajar un poco más tranquilo.
Es necesario que el presidente aprenda a jugársela por sus ministros, que aprenda que si él respalda a su gabinete en su gestión, a menos que esta vaya en contra de los valores de la libertad, eso otorgará una fortaleza y cohesión en su equipo que le permitirá avanzar más rápido, los partidos oficialistas se alinearán tras él en la defensa de quienes hacen buena gestión pero son atacados políticamente para ser desestabilizados y donde ahora parecen estar caminando sobre huevos, pronto podrían caminar a paso firme sin miedo a las interpelaciones carentes de moral que lance la izquierda.
A veces, para defender la libertad y el valor de la democracia, hay que ser valiente y aprender a defender las ideas con las que se obtuvo el poder. Hay que aprender a ser dignos y no sentir culpa por disentir y discrepar con la izquierda. Ya la ciudadanía eligió, es hora de que se note que llegó una nueva administración.