La ciencia es la base de las explicaciones sobre el mundo en que vivimos y ha logrado hacer aquello por su impecable método podemos trabajar con la realidad y no solo eso sino que también permite que las teorías formuladas, tengan la capacidad de ser refutadas por avances en el conocimiento, etc.
No pasa lo mismo con la religión. Esta, si bien es loable cuando produce resultados altruistas en los seres humanos, carece de método científico para la formulación de sus dogmas y doctrinas, por lo tanto discutir con la religión no tiene mucho sentido, pues es un asunto de fe, que puede o no relacionarse con la realidad, pero no es una obligatoriedad.
“La fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11) y tiene la característica de elevarnos por sobre nosotros mismos a una expectativa de algo mejor, de algo más grande que nuestra propia persona y nos presenta posibilidades infinitas de mejoramiento.
En este caso, si revisamos las características de la izquierda no solo Chilena, sino que mundial, nos daremos cuenta que sus principios se acercan mucho más a una definición de religión que a ciencia política.
Las sociedades cambian y con esos cambios se reafirma la idea de que la libertad es la única herramienta posible para lograr el mayor bienestar del que es capaz el ser humano. No será perfecto, no será muchas veces ideal, muchos individuos romperán la coexistencia, pero en un marco de libertad estas transgresiones serían sancionadas.
La historia prueba vez tras vez que solo acercarse a la libertad ya trae mejores resultados para las naciones y no solo en términos económicos. La libertad entendida como un todo, nos permite desarrollarnos más integral y armoniosamente que cualquier otra estrategia probada. Eso es ciencia. La historia nos da un marco teórico sólido y contundente para respaldar la libertad.
Esto no lo comprende la izquierda que ve la libertad del individuo, llamada despectivamente “individualismo” como una amenaza a la sociedad. Percibe la capacidad de las personas de elegir por sí mismos que hacer con sus vidas como una afrenta a su planteamiento religioso colectivista.
No se les puede discutir tampoco, porque ¿Quién puede pelear contra la utopía sin ser tildado de malvado? Sus planteamientos fuera de toda prueba histórica, siguen poniendo al ente llamado estado por sobre las personas arrebatándoles su libertad económica primeramente y culminando con la eliminación de todo poder de decisión individual.
Siempre viendo al otro con sospecha, creando en la sociedad un clima de desconfianza y dependencia absoluta del estado la cual culmina irremediablemente con destrucción económica, persecución, opresión y muerte. Eso es en lo que siempre termina la izquierda inexorablemente, la eliminación de una libertad siempre termina arrastrando al resto de las libertades.
El planteamiento oficial dice que el ser humano es egoísta y eso lo convierte en peligroso pues velará por sus propios intereses en desmedro del interés de la sociedad. El egoísmo debe ser erradicado y para ello debe privarse al individuo de aquello que le permita generar conciencia individual, por lo tanto la propiedad privada es vista con desprecio, pues refuerza la idea individualista. Es además el individuo el que es capaz de explotar a otros por sus propios intereses, lo cual crea dos clases.
Los explotadores y los explotados, pues siempre que se obtiene ganancia por el trabajo de otro, es explotación. La felicidad social entonces es dejar en manos del Estado tanto la producción como la provisión de manera que el individuo se someta al colectivo que trabaja, produce y vive para todos. Esto debería crear un estado de cosas donde todo mundo está feliz y contento con su porción pues la distribución sería justa e igualitaria para evitar conflictos.
La izquierda no ha cambiado. Siguen creyendo en su utopía colectivista, pero hoy ya saben que hay ciertos beneficios para los ángeles que conforman el gobierno que producirá y proveerá para todos. Ya saben que una vez en el poder, se les asigna algo así como una comisión por ser tan buenos y altruistas como para dedicarse al “servicio público” y decidir por otros lo que les conviene. Hoy solo utilizan estrategias diferentes para obtener un apoyo popular significativo y se han adherido a todas las minorías y grupos que la historia nos demuestra que vulneraron.
Pregunten ¿dónde están los homosexuales de China, Corea del Norte, Cuba, etc.? ¿Qué pasó con las mujeres y su representación en los partidos de izquierda de dichas naciones y otras que abrazaron el comunismo? Pregunten cómo le llamaba el “ídolo” Che Guevara a los indígenas y qué pensaba de la población negra, pues este ser sigue siendo admirado y citado por los líderes de la izquierda hoy.
No sería válido salir a empatar con el nazismo, pues entiéndase que el nazismo también es de izquierda, en definitiva es socialismo, pero nacionalista y el fascismo también es una forma de totalitarismo de izquierda socialista, pero corporativista. Sigue siendo izquierda.
Ahora lo de Venezuela simplemente es la etapa del socialismo donde su angelical propósito de distribuirlo todo ha colapsado y ya no queda nada más que aferrarse al poder por la fuerza. No es diferente de los grandes totalitarismos asesinos de la historia, pues hoy por hoy se reprime a la posición y el pueblo muere de hambre.
Maduro, siendo un dictador del siglo XXI tiene menos margen mediático pues las redes sociales, las comunicaciones nos permiten ver directamente los resultados de su fallida utopía, pero de ser más precaria la tecnología, no dudemos por un segundo que las matanzas purgatorias serían astronómicas.
El gobierno de Chile ha desconocido oficialmente las elecciones fraudulentas que organizó Maduro. Ojalá a esto le siga el retiro y cierre de embajada y corte de relaciones, pero al menos oficialmente el gobierno Chileno ya se pronunció como era de esperarse en una democracia.
Sin embargo, tenemos un buen grupo de parlamentarios y políticos chilenos que corrieron a acompañar a Maduro en este nuevo fraude. Lamentablemente con la religión no tiene caso discutir, así estos personajes seguirán irremediablemente su fe, pero nos sirve para darnos cuenta de quién es quién en Chile.
Quienes admiran, valoran y cuidan la libertad y la democracia y quienes solo la utilizan para un fin y se desharían de ella apenas tuvieran la ventaja. Otra vez, Venezuela nos ayuda a remover caretas y eso la gente no debiera pasarlo por alto.