
La primera cuenta pública del Gobierno de Sebastián Piñera, se acerca. Ya el primero de Junio, tendremos anuncios que nos mostrarán la verdadera dirección que tomará el recién elegido equipo administrativo del país.
Sin embargo, hay un tema que parece ser evitado por estos días, al menos hasta que pase la fecha de cuenta pública con el fin de no “empañar” la jornada y desviar la atención de los temas que al gobierno le parecen centrales.
Los temas llamados valóricos, incluyen debates en torno a: el aborto, el matrimonio, la adopción, eutanasia, drogas, etc. Los temas en realidad son de libertad.
El gran tema a evitar esta vez, es la posibilidad de adopción por parte de parejas del mismo sexo. En esta ocasión, la llamada “bancada cristiana” (protestantes) hace un llamado al ejecutivo a no llevar banderas de izquierda promoviendo tanto el matrimonio libre como la adopción por parte de personas que ellos consideran no aptas para hacer familia.
Recurren al llamado “voto valórico” y que gracias a la suma de estos sufragios basados en este tipo de conservadurismo, es que Piñera logró llegar al poder por segunda vez y para hacer un gobierno de “derecha”. La verdad sea dicha, el miedo a seguir un camino populista con destino a Venezuela, hizo más por la campaña de Piñera que cualquier propaganda destinada a promocionar la censura a las libertades civiles.
El voto “valórico” no tenía más opciones que Piñera o Guillier, es decir, ruina o al menos flote económico, así que no solo Piñera era la única opción, sino que lo económico pesó mucho más que lo “valórico” a la hora de sufragar.
Lo que llama la atención de las declaraciones de los parlamentarios de la bancada cristiana, es que, pese a admitir que siguen a Cristo, un personaje intrínsecamente libertario si se lo analiza bien (recordar historias de los evangelios donde Jesús interactúa con todo tipo de personas, muchas de ellas rechazadas por la sociedad), estos discípulos del siglo XXI son bastante totalitarios.
¿Banderas de Izquierda? Al revisar la historia, ningún gobierno de izquierda, ni uno solo ha sido respetuoso con los derechos civiles. Es más, la mayoría de los países que han adoptado el socialismo, son altamente homofóbicos, sus legislaciones son proclives a la censura de la diversidad y por sobre la tragedia de la pobreza y la miseria, se agrega una activa persecución a las minorías casi de todo tipo.
Incluso el aclamado ícono de izquierda, el Che Guevara, fue un sanguinario homofóbico que disfrutaba torturar a sus prisioneros y tenía entre sus hobbies enviar a homosexuales a campos de trabajo forzado. No, la izquierda puede que esté manipulando y utilizando a las mismas personas que cuando tuvo el poder, persiguió y pisoteó, abusando de la mala memoria de las sociedades, pero no defiende la diversidad (en los países socialistas es lo primero que se anula y por eso hay partido único) no la promueve y esta no es una bandera propia de su sector.
Más bien, podríamos concluir que frente a las libertades económicas que provee el libre mercado, la prosperidad ha alcanzado a diversos grupos de personas y que esto les permite sentirse dueños de su espacio, lo cual se traduce en exigir que sus derechos civiles sean reconocidos.
Estas manifestaciones solo son posibles porque las necesidades básicas, en la sociedad, están en general cubiertas y es posible abrir el diálogo al reconocimiento de individuos tal como son, sin pisotearlos ni someterlos a un deber ser impuesto por terceros. En este sentido, es la libertad, y aunque a algunos les duela, es el capitalismo el que ha permitido que la diversidad florezca y sea reconocida.
En este sentido, nada más lejos de la verdad asumir que la promoción de la libertad sea una bandera de izquierda. Es más, ya que estos son fenómenos dados solo en un contexto de libertad, negarlos sería asumir que se prefiere el totalitarismo, el fascismo, la negación del otro solo porque me desagrada y eso tarde o temprano repercutirá en la libertad de intercambiar libremente bienes y servicios.
La arbitrariedad respecto de los derechos civiles siempre menoscaba la libertad económica, porque la libertad debe ser entendida como un todo. Si se prohíbe a cierto grupo de personas ejercer su libertad, también acallarán su innovación, aportes, ideas y trabajo. La coerción nunca es reductiva en sus efectos en los individuos, sino que afecta a todo el ser.
Con respecto al miedo a que una pareja del mismo sexo adopte a un menor. Podrían escribirse libros y libros sobre la falta de correlación entre la crianza y la homosexualidad, comenzando porque la mayoría de homosexuales nació y se crió en un contexto de familias heteroparentales. Ese no es el tema de esta columna.
La libertad del menor para vivir una vida lo más plena posible, se reduce cuando el estado aliena a terceros perfectamente capaces de proveerle no solo lo material sino lo emocional para llegar a ser la mejor versión de sí mismo, en razón de asuntos que nada interfieren con la aptitud de una persona como es la orientación sexual.
Es esa libertad la que no entienden los parlamentarios de la “bancada cristiana” que buscan por medio de la ley, no solo pisotear a quien discrepa, sino que falsamente atribuyen el valor de la diversidad y la libertad a la izquierda, que ya sabemos, es todo menos libertaria.
Por eso el liberalismo está por sobre izquierdas o derechas, porque reconoce al individuo por sobre el colectivo y le da valor a sus elecciones de vida sin imponerle una en particular y sin daños a terceros, respetando siempre la vida, la propiedad privada y la libertad. Bajo ese lente, ¿de quién son las banderas de la libertad?
Quizás los parlamentarios cristianos de “derecha”, no sean tan diferentes al izquierdista Che Guevara después de todo, pues odian a terceros que no se parecen a ellos mismos. Al parecer tienen el mismo enemigo común, los diferentes.