El progresismo vive de consignas, una de ellas es la ambiental y la otra gran causa es la desigualdad a la que ven como defecto social. Sin embargo a la hora de crear políticas públicas, son los primeros en elaborar regulaciones que suenan bien y funcionan mal, que eternizan la pobreza y aumentan la desigualdad.
El impuesto específico a la bencina es un lastre social. No solo porque aumenta los costos operacionales que nos mueven hacia el desarrollo sino que es un ancla social que mantiene a muchos en la pobreza y eterniza las desigualdades.
Muchos creen que se instaló como respuesta al terremoto de 1985, pero en realidad ya existía desde los años 40 y solo se aumentó por la excesiva baja de los precios del petróleo y por lo tanto la recaudación existente así que debió modificarse para recaudar lo necesario que además iría en ayuda a la reconstrucción.
Las excusas para mantenerlo son muy pobres y las repasaremos.
- Es un impuesto que retorna a la población a modo de bienestar social, por lo tanto es necesario pues el estado necesita fondos. Es una de las mejores y más efectivas maneras de generar fondos estatales pues el impuesto es eficiente.
- Crea conciencia sobre el daño que le hace al medio ambiente las emisiones de CO2 y el cambio climático que produce.
- Desincentiva el uso del automóvil que es uno de los grandes contaminantes.
- Eliminarlo solo beneficiaría al 20%más rico de la población y no iría en beneficio de los más vulnerables agrandando así la brecha social existente. Además las empresas pueden hacer descuentos por combustible vía contabilidad.
Todas estas justificaciones, por muy apasionadas que sean no son válidas y de hecho un par de ellas hasta son moralmente cuestionables. Vamos una por una.
- Los impuestos de por sí son un requisamiento forzoso de nuestra producción. Se aceptan porque no tenemos el control de la fuerza, pues esta es pública y se toleran porque es costumbre social tener liderazgo y este es financiado por todos los que contribuimos. Sin embargo esa contribución no es idealmente para que el estado intervenga en todos nuestros asuntos, al contrario, la idea es pagarle al Estado para que se entrometa lo menos posible y se dedique a aquello en lo cual es necesario tener un tercero que lo haga por nosotros, como es la justicia, gobierno y seguridad nacional. Todo lo demás es perfectamente lograble a través de la sociedad civil y ejemplos mundiales sobran. El tamaño monstruoso del Estado, que alimenta miles de burócratas que no sirven para mejorarle la vida a nadie es más bien un tumor que cortar que una excusa para quitarle al ciudadano más de su bolsillo. El Estado no es agencia de empleo.
- Las escuelas y los hogares deben servir para algo, como por ejemplo educar sobre la responsabilidad con la que utilizar todos nuestros recursos incluyendo los naturales. Esa es la formación que durará y decir descaradamente que el impuesto que hoy es casi la mitad del valor del combustible, es para crear conciencia ambiental, no es más que una mala excusa para drenar por la fuerza, los recursos de los ciudadanos además de enviar el absurdo mensaje de que está bien contaminar mientras puedas pagar por ello y que solo los pobres no pueden darse el lujo de aquello. Honestamente es absurdo.
- El automóvil es una manifestación de independencia, de espontaneidad propia de la naturaleza humana y que no solo nos permite ir del punto A al punto B sino que sirve para hacerlo en nuestros propios términos dado el contexto de las apropiadas reglas de tránsito. En resumen, es también una extensión de nuestra libertad y como a los gobiernos les gusta controlar todo, no son en esencia muy amigos de la libertad, por lo tanto el automóvil será visto como un instrumento de descontrol en vez de un instrumento de progreso social.
El debate en torno al “cambio climático” (ningún modelo climático ha acertado en predicción alguna) no está zanjado, existen fuertes posiciones que refutan tanto la predictibilidad de modelos como la teoría de cero emisiones. En efecto el CO2 es positivo para el crecimiento vegetal y necesario para la vida. En términos científicos e históricos, hoy vivimos en una era de bajo CO2 y todos los gráficos disponibles no han sido capaces de correlacionar las emisiones de CO2 con los cambios climáticos, sino que son solo conjeturas ya que la tierra ha experimentado cambios siempre, con y sin ayuda humana.
Si hay algo que ha mejorado la vida de las personas y para ellos hay innumerables estadísticas, es la utilización de combustibles fósiles, los que nos han permitido un desarrollo que nos sitúa favorablemente en un planeta cuyos elementos son naturalmente hostiles para la vida humana. Es por ello que vivimos mejor que 300 años atrás donde no había industrialización, pero la muerte estaba a la orden del día.
Incluso la naturaleza se beneficia de avances tecnológicos posibles gracias a la energía provista por los combustibles fósiles que nos hace posible encontrar soluciones ambientales duraderas y accesibles.
- La desigualdad no disminuirá por no darle un beneficio al sector de la población más rica, sino por prohibirle el ascenso al desarrollo y la comodidad a la población más vulnerable. Los costos de mantener un auto hoy por hoy, gracias a los precios de las bencinas, hacen que esto sea prohibitivo para muchos dejando a millones de chilenos fuera del mercado automotriz. Muchas personas que necesitan un auto, hoy no tienen cómo mantenerlo. Podrían adquirirlo, pero no llenar su tanque. Se obliga a las personas a utilizar pésimos medios de transporte público, cada vez más caros y menos eficientes. Esto aumenta la desigualdad.
El impuesto es una barrera artificial que impide a muchos su movilidad social. El automóvil, para miles, puede hacer la diferencia entre el desarrollo y el estancamiento. Miles de personas podrían tener mejores tiempos de desplazamiento, más tiempo en familia, mejores tiempos de respuesta ante emergencias, inclusive mejor seguridad y mejor calidad de vida gracias al beneficio del automóvil y pretender que este impuesto no solo es verde sino que sirve para detener la desigualdad no solo es moralmente cuestionable sino populista.