Como cosa rara, en Chile, las reacciones por el triunfo parcial de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de Brasil, no se hicieron esperar.
Ya es hora de desdramatizar el asunto cuando los resultados son adversos a la izquierda. Jair Bolsonaro tiene propuestas con aciertos y terribles desaciertos, pero la sumatoria de su propuesta, el peso de su poder efectivo en algunas materias esenciales y claro, su propia personalidad, pueden no solo explicar los resultados actuales sino que también nos ayudará a entender la histeria mediática tras su triunfo parcial.
¿Tiene Chile razones para entrar en pánico por la posible elección de Bolsonaro? Quizás sería mejor preguntarnos si tienen los políticos chilenos, de ciertos sectores, motivos para reaccionar tan alarmadamente. Las declaraciones de ciertos miembros del partido por la democracia de Chile, dejan entrever que no solo no conocen el sistema de equilibrio de poderes de Brasil, que en algunas aristas es mucho más efectivo que en Chile (Ese equilibrio de poderes finalmente destituyó a Dilma y encarceló a Lula) y sus temores por el supuesto cuidado de la democracia son bastante cuestionables ya que solo apuntan hacia un lado del espectro político.
La Democracia solo es buena cuando les es útil para alcanzar el poder. En el marco de la coordinación permanente entre el PR, PS y PPD (Partido Radical, Partido Socialista y Partido Por la Democracia) encabezados por sus respectivos presidentes, el ex canciller Heraldo Muñoz emplazó a aquellos políticos chilenos que apoyan la candidatura de Bolsonaro.
“A mí me preocupa las expresiones que hemos escuchado de algunos políticos chilenos que tendrían que dar explicaciones del apoyo a un candidato que se opone a la democracia, que habla que fue insuficiente torturar durante la dictadura, que tendría que haberse asesinado a los opositores, que denigra a las mujeres, que rechaza a las minorías”, sostuvo el timonel del PPD. “¿Es eso lo que queremos en nuestro país?“, se preguntó Muñoz.
Quisiera proponer algunos puntos de disenso con el mencionado ex ministro y hacer frente a sus preocupaciones que seguramente son compartidas por todo ese “altruista y demócrata” mundo del progresismo.
- Jair Bolsonaro ha defendido un discurso polémico e indiscutiblemente agresivo con ciertas minorías que por ese mismo amor y preocupación por la democracia, no debieran excluirse de la saludable libertad que cada ser humano tiene solo por el hecho de ser humano. Su encarnizado relato contra ciertos grupos de la población no tienen justificación y por más que podamos concordar que es ese lobby impositivo y exagerado el que nos molesta y no necesariamente la minoría en cuestión, la forma en que Bolsonaro lo expresa, no hace esa distinción y a la gente poco le importa. ¿por qué? pues simplemente porque existe el Estado de Derecho y por más fobias acumuladas que pueda tener un presidente, este no puede actuar contra las libertades aseguradas de ese país en un territorio donde se cuida, protege y se promueve ese Estado de Derecho donde gobernantes y sociedad civil se rigen por la misma ley y responden ante ella en igualdad de condiciones. Jair Bolsonaro puede ser anti lo que sea, pero no puede anular los derechos constitucionales de ninguna parte de la población sin recurrir a la dictadura al anular el resto de los poderes del estado y hay que reconocer que eso en Brasil, costaría un poco más que en Venezuela y Bolsonaro no puede por ahora ni en los próximos 4 años, correr ese tipo de riesgo, tomando en cuenta que las fuerzas armadas en Brasil están para proteger a la ciudadanía de la tiranía y las amenazas externas y no están al servicio del régimen de turno. La gente sabe eso en Brasil así que pueden tolerar un presidente con fobias a la diferencia que tendrá que tener dichas aversiones bajo control gracias a la constitución, pero ya se cansó de tolerar la corrupción desatada y el robo a manos llenas. Un mal menor a todas luces.
- Brasil ha sido más efectivo al sancionar la corrupción que Chile. La llegada de Bolsonaro solo aumentará las investigaciones en los casos emblemáticos y con eso se entiende la desesperación del mundo progresista internacional, pues seguramente se verán implicados cuando hasta ahora estaban protegidos por la izquierda. La diferencia en este asunto salta a la vista. Lula está preso y Dilma fue destituida y esto sin contar a muchos otros que también hoy pagan con cárcel sus muchas corrupciones. En cambio en Chile, personajes como el mismo Heraldo Muñoz, están libres y sin investigaciones pendientes. Bachelet y sus secuaces pululan por los organismos internacionales libremente sin siquiera ser cuestionados cuando hay suficiente material para iniciar investigaciones serias en cuanto a su probidad.
No solo Caval, donde hay abundantes motivos para señalar el tráfico de influencias, uso de información privilegiada y malversación de fondos, sino que la pre campaña de Michelle Bachelet, e incluso su campaña, están llenas de sombras financieras. Nada de esto se ha investigado apropiadamente y mucho menos con resultados. Brasil nos lleva la ventaja y si el popularísimo Lula hoy está tras las rejas, es seguro que los desvaríos de Bolsonaro, de no ajustarse a derecho y no gobernar con probidad, también lo llevarán a ese destino.
No es que en Chile no haya corrupción y seamos los probos de América, sino que no se investiga y se tapa para dar apariencia de corrección. Brasil nos lleva la delantera en eso.
- Impacta leer que Muñoz pide explicaciones a quienes en su libertad de expresión, dan su apoyo a un candidato que aún no lleva ni un día de gobierno pues aún no gana y que gracias al probado Estado de Derecho Brasileño, tendrá facultades de limpiar la corrupción pero no de vulnerar minorías. Es impresentable que sean tan vehementes para censurar a quienes piensan distinto, pero sean tan benevolentes con las dictaduras de izquierda que sí tienen estadísticas de abuso que mostrar. Ahí muere la efectividad, transparencia y profundidad de su discurso. No son verdaderos demócratas, más bien suenan como cómplices asustados de que la nueva administración los vaya a exponer.
Personalmente no puedo aplaudir todo el discurso de Bolsonaro, pero entiendo cuál será su verdadero alcance y cuáles serían los organismos de control que lo mantendrían a raya en ciertos temas de derecho civil, pero parece que la izquierda latinoamericana tiene mucho que perder si él gana y eso en la sumatoria, casi siempre es muy bueno para la ciudadanía.