English“Toda desgracia tiene su fruto si el hombre es capaz de soportar el infortunio con grandeza, sin claudicar a sus valores”. —Ernesto Sábato
Recientemente, la Asociación Bancaria de Venezuela emitió un breve comunicado en el que expone lo siguiente:
“…las páginas web, redes sociales o cualquier otra de las fuentes que difunden información sobre el tipo de cambio, distintas al Banco Central de Venezuela u otros entes oficiales, no son una referencia válida y constituyen una fuente de distorsión”.
“…recomendamos no guiarse por estos indicadores para establecer el valor del bolívar respecto al dólar estadounidense o cualquier otra moneda…”.
“La práctica de fijar un tipo de cambio de acuerdo con supuestas operaciones de mercados paralelos con montos exiguos, para nada representativos de la economía venezolana, realizadas en un mercado no transparente, se traduce en una gran especulación que reporta ganancias a pocos y pérdidas a la mayoría”.
“Diariamente, a través de fuentes no oficiales se reportan tipos de cambio volátiles, sin que lleven implícita ninguna racionalidad”.
“La Asociación Bancaria de Venezuela alerta que esta situación se traduce en una espiral inflacionaria generadora de escasez y pobreza”.
Al respecto, debemos precisar lo siguiente:
Primero: Aunque en el comunicado no se mencione, en Venezuela existe un régimen de control de cambio desde hace más de una década, que es el que genera las distorsiones; no las páginas web, redes sociales o cualquier otra fuente, que por cierto, son prácticamente los únicos medios que nos quedan ante el asedio a los medios de comunicación impresos.
Segundo: Perfecto, no nos guiamos por estos indicadores, ¿pero, están al tanto que las diversas tasas de cambio oficiales no se compaginan con la realidad económica? Son tasas que reflejan un valor artificial.
Tercero: Lo que no es transparente es precisamente el control de cambio. La transparencia sería el libre acuerdo de voluntades entre oferente y demandante. La opacidad es el monopolio de la compra y venta de divisas a través del Banco Central de Venezuela, ente que además tiene meses sin publicar los índices de inflación y escasez del país.
Cuarto: Estás páginas lo han explicado, dentro de la opacidad y de la ausencia de información han podido encontrar “cierta” racionalidad a través de una comparación con el valor del dólar al peso colombiano. No es lo ideal, pero nuevamente, esto es resultado de las distorsiones del control de cambio, omisión inaudita e insólita del comunicado.
Quinto: La escasez y la pobreza no son culpa de las páginas web o de las redes sociales. Son resultado de políticas desacertadas por parte de este Gobierno. Invito a la Asociación a leer las investigaciones de CEDICE; del Observatorio de Propiedad, del Observatorio Económico Legislativo; del Observatorio de Gasto Público; entre otros.
No incurro en una falacia al invocar este argumento de autoridad siendo parte de CEDICE. Pero el comunicado refleja una profunda ignorancia de la realidad económica del país.
Y “last but not least”: por favor no me digan que ese comunicado se emitió coaccionado prácticamente por el Gobierno; que entienda el cerco contra los bancos; que entienda la situación país; entre otras excusas.
En esto soy categórica: La situación país es grave y tiende a empeorar, pero no podemos, ni debemos, allanar el camino para que se eliminen todos los espacios de libertad. ¿Acaso caeremos en lo mismo como aquellos “juristas del horror” que nos describe Ingo Müller, e invocaremos la obediencia legítima?
No nos podemos doblegar frente a las presiones, que todos vivimos de un modo u otro, lo contrario sería servidumbre voluntaria, la peor de todas.