EnglishEl 10 de octubre de 2010, un pequeño avión Piper Navajo se estrelló en la ribera de un río poco después de despegar del aeropuerto Tobian Bolaños, ubicado en las afueras de la capital de Costa Rica, San José. Mientras se informaba sobre el fallecimiento de una de las dos personas que iban a bordo, la gran noticia fue la causa del accidente: las alas del avión estaban excedidas de peso.
El accidente fue solo una nota al pie en la inacabable guerra contra las drogas. En Costa Rica, sin embargo, fue un caso para la primera plana. El manejo del avión – y su contenido de sustancias ilegales – representaba la más importante transición del rol de Costa Rica en el mercado americano de tráfico de drogas: Costa Rica ya no es solo un puente para transportar drogas ilegales; ahora es también una zona operativa.
Tradicionalmente, Costa Rica ha sido un punto de encuentro entre los dos más importantes carteles de la droga del continente, Colombia y México. Con el colapso de muchos carteles colombianos importantes, hubo una restructuración en las organizaciones de tráfico de drogas de la región. Comenzando este milenio, las redes de narcotráfico mexicanas surgieron con una presencia dominante en América Central. Así, Costa Rica comenzó a establecerse como almacén, pero también como zona de comercio.
Más recientemente, ha habido notables aumentos en sitios sospechados de realizar procesamiento de drogas, además de confiscaciones por parte de las fuerzas de seguridad del país. Entre los años 2006 y 2009, la Policía de Costa Rica confiscó más de 90 toneladas de cocaína, y más de 40 durante la presidencia de Laura Chinchilla. En el año 2013, el número asciende a 15 toneladas.
Y no es solo cocaína. En una redada el pasado agosto, la Policía encontró más de US$200.000 en éxtasis. Durante el mes pasado, se incautaron US$50.000 y armas pesadas en un lugar cercano al volcán Irazú, se descubrió un laboratorio sospechado de procesar cocaína equipado con cuatro helipuertos en la provincia de Limón, y se encontró un laboratorio similar cerca de San Carlos donde se hallaron más helipuertos y un lanzamisiles.
Los recientes aumentos en las confiscaciones y hallazgos de sitios de procesamiento se deben en parte a un esfuerzo del gobierno actual, focalizado en tomar medidas más duras para atrapar a los carteles que avanzan operando dentro de las fronteras de Costa Rica. La cuestión que el país ahora debe resolver es si continuar o o no por el camino que siempre se escogió, una guerra que muchos, incluyendo mi colega de PanAm Post Carlos Sabino, califican de inacabable.
Costa Rica es una nación que ha siempre asumido una línea firme, aunque a menudo inconsistente, contra el narcotráfico. Desde su cargo de presidente, Laura Chinchilla también adoptó la políticamente popular postura de luchar contra los carteles. Esta política no se detendrá ahora, con su mandato casi llegando a su fin y su búsqueda de estrategias de último minuto que le permitan acrecentar sus bajos niveles de aprobación a nivel regional.
Pero, al igual que la tasa de éxito a prueba y error alcanzada por la nación, la propia postura de Chinchilla no está exenta de controversia. A comienzos de este año, utilizó dos veces el jet privado de Gabriel Morales Fallon – quien está siendo investigado por la inteligencia de Costa Rica por posibles vínculos con el tráfico de drogas. La primera vez fue para asistir al funeral de Chávez, en marzo. La segunda fue en Mayo, para un viaje personal a Perú.
En relación al tema de la posición dura, Costa Rica ha aumentado el castigo (de 8 a 20 años) más para tráfico de drogas que para lo que es por asesinato (de 12 a 18 años). También, según informó el periódico La Nación en octubre de este año, el 80% de los arrestos en el país se relacionan con el tráfico de drogas, y están en aumento.
De todas formas, la naturaleza de ese 80% de arrestos es mayormente desconocida; en los recientes allanamientos se reportaron muy pocas detenciones. Gustavo Mata, Subdirector de la fuerza policial más importante de Costa Rica, la OIJ, explicó que el terreno montañoso donde las células operan hace que los arrestos sean extremadamente difíciles. Amplió el argumento al afirmar que Costa Rica podría necesitar ayuda de aliados para hacer frente a las organizaciones criminales bien armadas, ya que “la estrategia que hemos estado usando no está funcionando.”
Esta situación pone de relieve el problema real. Las estrategias vigentes en la actualidad – y las penas legales severas que las acompañan – pueden tener éxito en casos individuales, pequeños. Pero aparentemente, no son eficaces como elementos de disuasión contra las operaciones de las grandes organizaciones.
Con la naturaleza de cómo los carteles están usando Costa Rica cambiando, una decisión importante se avecina. Pequeñas victorias son buenas para la moral y los números de los sondeos políticos. Pero en el cuadro grande, sin embargo, no son mucho más que una onda en el océano. Las elecciones se celebrarán el 2 de febrero de 2014, y la decisión estratégica está en las manos del nuevo presidente. Esta decisión será interesante para controlar lo que cada vez se califica más como una guerra imposible de ganar.
Traducido por Sofía Ramirez Fionda.