Los seres humanos podemos perder sangre por múltiples razones que incluyen accidentes y cirugías, entre otras situaciones. Para superar este problema, médicos, Estados y organizaciones civiles solicitan a los ciudadanos donar sangre. En el caso cubano, la dictadura ha hecho de la donación de sangre un deber revolucionario. En uno de los diarios oficiales del régimen, el Granma, es común ver reportajes dedicados a aplaudir a quienes donan sangre.
Las campañas cubanas han sido efectivas para promover que los ciudadanos donen sangre. De acuerdo con fuentes oficiales cubanas, los isleños realizan 400.000 donaciones voluntarias de sangre al año. La propaganda socialista no comunica a sus ciudadanos que ha montado un negocio de la sangre. En esta labor de alentar a los cubanos a permitir que su sangre sea extraída voluntariamente están los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), grupos de civiles que ejercen trabajos de vigilancia para el régimen.
Además de las donaciones voluntarias, el sistema de salud público (único posible en la isla) obliga a que en toda cirugía los pacientes donen sangre. Pareciera que la dictadura planea de forma acertada mantener reservas de sangre suficiente para sus ciudadanos. Sin embargo,el régimen castrista ha hecho de la sangre un negocio redondo a costa del civismo, y posiblemente del sufrimiento de algunos cubanos. El gobierno cubano, que condenó la iniciativa privada en la isla durante años, hizo de la venta de sangre un negocio redondo.
Negociar con la sangre no es repudiable, no obstante, el régimen de la isla esconde a sus ciudadanos qué pasa con la sangre que se les extrae. Este hecho también demuestra cómo el régimen cubano ha empobrecido a un país que durante la década de los cincuenta fue de los más ricos de América Latina en términos de PIB.
Más grave aún resulta el hecho de que organizaciones médicas y cívicas internacionales aseguran que en la isla caribeña se extrae forzadamente sangre de condenados a pena de muerte para su comercialización. Estas acciones van en contra del Código de Ética para la Donación y Transfusión de Sangre de la Sociedad Internacional de Transfusión de Sangre. Según dicho código, los donantes de sangre deben diligenciar un consentimiento informado manifestando su voluntad de donar.
Historia del negocio de la sangre del régimen cubano
Hacia la década de los sesenta el régimen cubano comenzó a extraer forzadamente sangre de sus presos. Cuba copió así el modelo de la República Democrática de Alemania (RDA), la Alemania socialista. Según reportes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el régimen cubano extrajo sangre de varios condenados a muerte.
No sólo eso, en esa misma década, la CIDH también reportó casos de familiares de condenados a donar sangre. Si lo hacían, se les permitía visitar a sus familiares detenidos y condenados. Según el mencionado reporte, el régimen cubano vendía la sangre obtenida a Vietnam. El precio, entonces, era de USD $50 por pinta de sangre (medio litro).
Cuba Archivo señala con nombres propios los casos de sentenciados a muerte a quienes se les extrajo sangre de forma forzada. Entre los casos reportados por la mencionada organización destacan varios líderes anticomunistas como Juan Pérez Cabrera, Elizardo Santana Bonilla, Robert Fuller (ciudadano norteamericano) y Ángel Moisés Ruíz Ramos.
Durante los años ochenta el régimen cubano cerró las puertas a la llegada de sangre proveniente de otros países. La excusa oficial: evitar el contagio de SIDA. Sin embargo, según Cuba Archivo, el comercio de sangre cubana continuó durante dicha década.
El negocio de la sangre del régimen cubano en la actualidad
En 2012 el diario uruguayo El País reportó que el negocio de la sangre representó el primer producto de exportación de Cuba hacia Uruguay. Según el periódico uruguayo, la República Oriental pagó unos USD $0,9 millones por el mencionado producto.
Según el Observatory of Economic Complexity (OEC) el negocio de la venta de sangre humana y animal de Cuba le reportó al país unos USD $31.3 millones. Los principales compradores de sangre que vende el régimen cubano son Argentina, Brasil, Sudáfrica y Colombia.
Argentina compró un 35 % del total de la sangre cubana vendida; Brasil un 14 %, Sudáfrica 8,6 % y Colombia 8,1 %. En años anteriores el principal comprador del producto vendido por el régimen cubano fue Venezuela.
En 2014 la sangre humana y animal que vendió Cuba representó un 1,8% de las exportaciones del país.
¿Libertad para qué?
En las democracias liberales la información fluye con libertad. Las organizaciones civiles investigan al Estado y denuncian a sus gobiernos cuando cometen actos ilegales. De igual forma, la labor de la prensa en el mundo libre debe ser la de denunciar los excesos del poder del Estado. A su vez, los Estados en las democracias liberales tienen el deber de informar con transparencia a sus ciudadanos.
En Cuba la libertad de asociación está fuertemente restringida. En la isla caribeña, un régimen que supuestamente defiende los derechos de los trabajadores, no existe libertad para crear sindicatos. Tampoco existe la libertad de crear partidos políticos independientes. Por su parte, el régimen es dueño de todos los medios masivos de comunicación y del acceso a Internet.
La dictadura, que controla todos los poderes del Estado, difícilmente publica datos confiables sobre su actuar, impide que los ciudadanos escrutinen su actuar. En las condiciones actuales, investigar qué hay detrás del negocio de la sangre en Cuba es una labor quijotesca.
La donación de sangre es un acto de humanismo y civismo. Sin embargo, los donantes deberían tener la posibilidad de saber qué pasará con su sangre. El gobierno cubano no es transparente con los donantes. Por otra parte, nadie debería ser obligado a donar sangre. El régimen cubano tampoco permite el derecho de algunos de sus presos a decidir sobre sus sangre.