Hasta hace algunos años los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff eran mostrados ante el mundo como ejemplares. Múltiples intelectuales y activistas de izquierda consideraban que finalmente la izquierda latinoamericana tenía la fórmula para la lucha contra la pobreza y la corrupción.
La crisis social, política y moral que sufre Brasil debería haber abierto los ojos a la izquierda de la región. Sin embargo, ante la cruda realidad de Brasil, la izquierda latinoamericana sigue en negación. Para gran parte de la izquierda latinoamericana tanto Dilma como Lula son “víctimas” de una conspiración de la derecha, y no son responsables de la crisis que vive este país. Ante dicho panorama, Lula da Silva asegura que buscará ser nuevamente presidente con el respaldo de sus aliados de la izquierda latinoamericana.
Personajes como Gustavo Petro, de Colombia, y Cristina Fernández de Kirchner, Argentina, han defendido el regreso de Lula al poder. También personajes como el cuestionado expresidente de Colombia Ernesto Samper, el expresidente hondureño Manuel Zelaya y el depuesto expresidente paraguayo Eduardo Lugo habrían firmado un manifiesto respaldando a Lula.
También quiero invitarlos a firmar esta petición internacional en apoyo a la candidatura de @LulapeloBrasil y en contra de la proscripción judicial.
Yo ya firmé.https://t.co/O5h8XWW0x0
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 26, 2017
He firmado en apoyo a la petición mundial para que Lula pueda ser candidato presidencial en Brasil https://t.co/0WHKd9EhfM
— Gustavo Petro (@petrogustavo) December 26, 2017
En el PanAm Post analizamos las posibilidades que tendría Lula da Silva de ganar la presidencia de Brasil, así como cuáles serían las consecuencias de un nuevo Gobierno delPartido de los Trabajadores (PT) para el país y la región.
¿Qué dicen las encuestas?
“Lula” afirma que será candidato presidencial para 2018 pase lo que pase. El expresidente brasilero asegura que será candidato presidencial “hasta que la ley lo impida“.
A pesar de los múltiples escándalos de corrupción y de la crisis económica producida en los últimos años de Gobierno del PT, la popularidad de Lula va en aumento. En junio de 2017 tan solo un 28 % de los brasileros tenía una visión positiva de Lula, sin embargo, para diciembre de ese mismo año, la popularidad de dicho líder izquierdista llegó a un 45 %.
Más grave aún, la intención de voto de Lula también ha aumentado considerablemente. Para abril de 2016 varias encuestadoras indicaban que Lula obtendría algo más de un 20 % de los votos para la presidencia. En las últimas encuestas Lula supera el 30 % de los apoyos, y algunas encuestadoras llegan a registrar un 41 % de intención de voto en la primera vuelta para el líder del PT. A Lula lo seguiría el ultraderechista Jair Bolsonaro con cerca del 20 %, y mucho más atrás el centrista Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB).
De acuerdo con varias encuestadoras brasileras, Lula no solo sería el candidato más votado en primera vuelta, también derrotaría en segunda vuelta al ultraderechista Jair Bolsonaro y a cualquier candidato socialdemócrata.
¿Podrá Lula ser candidato?
Si las encuestas están en lo cierto, Lula tiene opciones reales de regresar al poder. No obstante, el líder del PT tiene problemas legales para aspirar a la presidencia del gigante suramericano. Y es que Lula puede terminar en prisión antes de las elecciones. Jueces del país acusan a Lula de haber participado en hechos de corrupción durante su Gobierno.
El juez Sérgio Moro, figura clave en la investigación en contra de Odebrecht, asegura que existen pruebas suficientes para culpar a Lula de recibir sobornos de la constructora OAS. La sentencia de Moro debe ser revisada por el Tribunal Regional Federal de Porto Alegre. Dicho tribunal emitirá su decisión final sobre el caso Lula el 24 de enero de 2018.
Si el Tribunal Regional Federal de Porto Alegre confirma la condena de Lula, este no podrá presentarse a la elección. Y es que la Ley del Historial Limpio (Ficha Limpa) impide que los condenados por un tribunal sean candidatos en elecciones. Más grave aún para Lula, si su condena es ratificada, el líder izquierdista brasilero podría terminar en la cárcel.
Un nuevo Gobierno de Lula en una sociedad polarizada
Aunque el expresidente tiene un importante apoyo electoral, un gran sector de la población rechaza a Lula y a su partido, el PT. De acuerdo con el diario paulista O Estado de S. Paulo, un 54 % de los brasileros tiene una visión negativa del histórico líder del PT. En este sentido, si Lula llegase a gobernar el país, tendría un importante sector de la población que se opondría rotundamente a su Gobierno. Vale la pena recordar que en Brasil la oposición ciudadana a Lula y al PT está bastante organizada. Prueba de ello son las multitudinarias protestas del 15 de marzo y 12 de abril de 2015 dirigidos por el movimiento libertario Brasil Libre.
Pero no solo Lula tendría la oposición de una sociedad civil organizada. Es muy probable que deba enfrentarse a un Congreso dividido. Tradicionalmente Lula había logrado gobernar el país gracias a haber integrado en sus gobiernos a organizaciones políticas de centro, e incluso de derecha. Sin embargo, debido a la polarización política que vive Brasil tras la destitución de Dilma Rousseff, y la constitución del gobierno Temer, la mayoría de los partidos de centro y centro-derecha han comenzado a confrontar directamente a Dilma. Difícilmente la izquierda cercana al PT esté dispuesta de a conciliar con quienes consideran “golpistas”. En este contexto, parece probable que solo la izquierda más radical pareciera apoyar un posible Gobierno de Lula.
¿Pueden los inversionistas confiar en un gobierno dirigido por un político altamente cuestionado?
Los resultados de la operación Lava Jato demostraron la existencia de numerosos casos de corrupción en el país. Gracias a la acción de jueces independientes, varios políticos brasileros resultaron investigados y algunos encarcelados. El partido con el mayor número de investigados (20 en total) por el caso Lava Jato es el PT, organización política de Lula y su aliada Dilma. El segundo partido en esta lista es el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido del actual presidente Michel Temer, y exaliado de Dilma Rousseff. Por tanto, si Lula gobierna de nuevo Brasil, lo hará con un partido altamente cuestionado por la participación de varios de sus miembros en diversos actos corrupción.
En un contexto así difícilmente los inversores, tanto nacionales como extranjeros, podrían confiar en un Gobierno cuestionado por actos de corrupción. Sin la confianza de los inversionistas, resulta casi imposible que la economía brasilera despegue.
Un nuevo aliado para la extrema izquierda latinoamericana
En América Latina la extrema izquierda se debilita. Los regímenes de Venezuela y Bolivia se quedan cada vez más aislados en el plano internacional. El Gobierno de Temer ha sido uno de los enemigos principales del régimen de Maduro en Venezuela. Temer y su Gobierno ha defendido la expulsión de la dictadura venezolana de organizaciones interestatales como el Mercosur. El mismo presidente brasilero ha condenado a la dictadura de Maduro en las más altas instancias internacionales, como la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Una victoria de Lula en las elecciones presidenciales de 2018 implicaría una victoria para los regímenes bolivarianos de la zona, en particular para la dictadura de Maduro, que ve en ese líder brasilero un aliado.
Un país y una región que tienen mucho que perder
La victoria de Lula polarizaría aún más al país, generando un clima de confrontación. Los inversores nacionales e internacionales tampoco se sentirían a gusto con otro presidente brasilero acusado de hacer parte de una gravísima trama de corrupción. Sin inversión, la generación de empleo se detendría, así como la recuperación de la economía del país.
El regreso de Lula al poder también sería perjudicial para la región. Las dictaduras socialistas de la región se beneficiarían con un presidente que tradicionalmente les ha tendido la mano. En definitiva, una nueva elección de Lula a la presidencia sería negativa tanto para Brasil como para América Latina.