Ayer tuve la oportunidad de participar en una charla de la Asociación Falun Dafa en Argentina, titulada “Una maldad nunca antes vista en este planeta”, sobre la poco comentada sustracción forzada de órganos a personas vivas en China, donde también estuvieron presentes Yu Zhenjie y Dong Yuhua, ambas sobrevivientes de campos de trabajo forzado y torturas en dicha nación. Las declaraciones de Yu Zhenjie y Dong Yuhua el día de ayer, me hicieron quebrar en lagrimas.
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Para aquellos que no lo sepan, Falun Dafa no es una doctrina política, ni una teoría económica, ni un movimiento militante de protesta. Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es una disciplina milenaria china de la Escuela Buda para cultivar y refinar cuerpo, mente y espíritu, basados en tres principios universales que son la verdad, la benevolencia y la tolerancia, permitiendo a los practicantes mejorarse como personas. A su vez, esta disciplina incluye un estilo de vida absolutamente sano, donde se practican ciertos ejercicios suaves de meditación, no se consume alcohol, ni drogas y tampoco se fuma.
Pero, ¿por qué contamos esto? Los practicantes de esta disciplina son personas sanas debido a su buen estilo de vida, con el cuerpo y la salud en buen estado.
En sus más de ochenta años de historia, el Partido Comunista Chino no ha hecho más que atormentar al pueblo chino con mentiras, guerras, hambrunas, tiranía, masacre, terror y comunismo. China tiene 5000 años de cultura espiritual, pero desde hace más de 60 años es regida por la dictadura del PCCh, que destruyó esa cultura milenaria e impuso violentamente el ateísmo. En este marco de vacío espiritual se difundió Falun Dafa desde 1992, reviviendo la cultura tradicional perdida con sus profundas enseñanzas, y por sus beneficios en la salud física y mental, atrajo a más de 100 millones de practicantes en China.
Como cuenta la Asociación Falun Dafa en Argentina, en julio de 1999 cuando el número de practicantes alcanzaba cifras altísimas, el entonces líder Jiang Zeming, temiendo que la popularidad de la disciplina Falun Dafa y la promoción de valores tradicionales fueran una amenaza para el control del régimen sobre la sociedad, lanzó la más brutal persecución contra Falun Dafa con el objetivo de infundir terror en los practicantes para que renuncien a su fe, disponiendo tres órdenes: “difamar su reputación, arruinarlos económicamente y eliminar sus cuerpos”.
En esta persecución, el Partido Comunista Chino utiliza los métodos más perversos conocidos por el hombre: lavados de cerebro, trabajo esclavo en campos de trabajo forzado, torturas extremas como golpizas, descargas con bastones eléctricos, violaciones sexuales en masa y privación de alimentos, y la sustracción de órganos a practicantes vivos. Todo esto en aquella “hermosa China” a la que tantos políticos y empresarios hipócritas viajan para hacer sus negocios.
Hoy y desde hace largas décadas, se está llevando a cabo un genocidio en China. Millones de practicantes de Falun Dafa en dicha nación están siendo asesinados por sus órganos, en tanto que la córnea la venden por US$ 30.000, un pulmón por US$ 150.000, el corazón por US$ 130.000, el hígado por US$ 100.000 y el riñón por US$ 60.000.
El 22 de junio se publicó un informe sin precedentes realizado por un pequeño equipo de incansables investigadores que documentaron en detalle el ecosistema de cientos de hospitales chinos y centros de trasplantes que han estado operando discretamente en China desde alrededor del año 2000. En conjunto estos centros tienen la capacidad de haber realizado entre 1,5 y 2,5 millones de trasplantes en los últimos 16 años, según el informe. Los autores sospechan que las cifras reales de trasplantes se ubican entre los 60.000 y los 100.000 por año desde el 2000. Los más susceptibles de ser usados para este fin son los prisioneros de conciencia (tibetanos, cristianos y principalmente practicantes de Falun Dafa) porque tienen órganos saludables y además, los que no se identifican, ya que al ser “NN” nadie reclamará su cuerpo.
Ayer estas dos valientes y fuertes sobrevivientes contaron su experiencia y el sufrimiento que el Partido Comunista Chino gobernante les hizo padecer. Dicho gobierno prevé la tortura para conseguir una confesión, esto está en el sistema jurídico chino. China continúa imponiendo sus reglas de juego al mundo, mientras tienen mano de obra esclava (casi todos ellos son practicantes de Falun Dafa), en tanto que todo lo que se fabrica en China se hace desde cárceles y con trabajo esclavo, pero Occidente negocia con China porque es más ventajoso, y es así como los negocios y los intereses políticos de unos pocos están por sobre la libertad, la vida y la dignidad.
Zhenjie tiene un rostro que se nota logró recuperar la paz, llena de una renovada armonía pero que se percibe por todo lo que tuvo que vivir. Yuhua, por otra parte, transmite en su mirada una mezcla inmensa de dolor con una paz recientemente encontrada.
Zhenjie, señora de unos 60 años, relató sus experiencias en campos de trabajo forzados de China, donde fue encarcelada por su creencia espiritual y por practicar Falun Dafa. La Sra. Yu Zhenjie es una contadora que trabajaba en una fiscalía de la provincia de Heilongjiang, en el nordeste de China, como señala el periódico digital La Gran Época. “A partir de 1999, sufrí una brutal persecución y perdí todo lo que tenía: un buen trabajo y una familia feliz”, expresó Zhenjie.
Zhenjie fue torturada de diversas maneras, por ejemplo con bastones eléctricos en su cara, “hasta que la carne quedaba quemada y salía humo”, dice. Fue sometida a todo tipo de torturas para forzarla a renunciar a su creencia. Además, la obligaron a permanecer atada bajo un frío extremo y la torturaron bajo formas extremadamente crueles. “No puedo describir el dolor que sufrí, cada segundo fue como un año”, señala. “En ese momento quería morirme”. Cuando estaba atada a la cama le cubrieron los ojos con una venda. “Tus ojos son muy benevolentes, no los puedo ver para hacer esto que tengo que hacer”, le dijo el policía. Luego tomó un tubo plástico y se lo metió por la nariz para llegar al estómago; como era difícil de entrar, lo sacó y lo puso en varias ocasiones. La alimentaron de manera forzada, al punto que le arrancaron sus dientes delanteros. Posteriormente la llevaron a una sala y la colgaron de las manos.
“Durante mi encarcelamiento me inyectaron drogas tóxicas de manera forzada que alteraron mi estado de consciencia y afectaron mi memoria. También me extrajeron sangre a la fuerza sin darme explicaciones”, expresó. “Fui tratada como un animal y encerrada en una jaula de hierro, atada a un ‘banco de tigre’. No podía moverme”. En octubre de 2002, repentinamente cayó inconsciente al suelo y no pudo moverse en absoluto. La policía creía que estaba fingiendo, así que la llevaron al Hospital de Seguridad Pública para un realizarle un chequeo. “Fue un momento del que nunca podré olvidarme aunque quiera. En el Hospital de Seguridad Pública de Helongjiang, durante tres días, los policías me sacaron toda la ropa y luego hicieron que la gente me vea en ese estado de completa desnudez. Este insulto fue muy duro para mí, una creyente de la Escuela Buda”, se lamentó Zhenjie. Tres días más tarde relata que la encontraron en un estado moribundo y se alarmaron. Estando al borde de la muerte, hicieron que su familia la llevara a casa para que no tuvieran que asumir la responsabilidad de su muerte. “Gracias a la práctica de los ejercicios de Falun Dafa logré recuperarme lentamente hasta poder caminar nuevamente”, agregó, además de contar que “ya no tiene uñas ni dientes por las torturas y golpes a los que la sometieron”.
Zhenjie fue secuestrada y torturada brutalmente en varias oportunidades por el aparato represivo chino. Pero afortunadamente –gracias a su fortaleza espiritual- sobrevivió y pudo escapar a Tailandia y luego a Estados Unidos donde obtuvo el estatus de refugiada.