El jueves 24 de noviembre de 1831, el embajador del Imperio Británico en Caracas, Sir Robert Kerr Porter, escribía en su diario: “Dos de los oficiales de Cisneros” –un bandolero que asolaba el valle de Caracas y a quien el propio embajador lo considera “un ladrón y asesino, no más que un indio salvaje e incivilizado”–, “que se vinieron con el general Páez, me visitaron esta mañana. Su aspecto no denota ni un ápice más su calaña que el de la gran masa de nuestros pacíficos habitantes, que a mi modo de ver, son, en su esencia, tan grandes bandoleros como estos ladrones de los valles. En verdad, los ingredientes que componen la criatura moral de nuestra población mixta son los mismos, y el individuo solo necesita la oportunidad para poner de manifiesto un sistema más o menos similar de latrocinio y pillaje, con la única diferencia de que aquel se realiza á la Militaire, y este en pleitos civiles (legales), que engendran en la sociedad una plétora de las más viles pasiones, llegando al asesinato. De aquí que yo crea que el ladrón abierto y sencillo es el más puro de los dos”. Venezuela nació a la vida independiente de la mano de asaltantes, asesinos y ladrones. La moral brilló por su ausencia.
Todos los servicios domésticos contratados por Kerr Porter para que le asistieran en el aseo y orden de su casa abandonaron su trabajo a los pocos días y le robaron cuanto pudieron llevar consigo. Supo de primera fuente que el general Nariño había dispuesto trescientos mil dólares para comprar armas y abastecer a las tropas con las que enfrentar los disturbios organizados por la población negra en el oriente, que amenazaba con caer sobre la capital, y que de esos trescientos mil dólares la mitad se usaría en el pago de los bastimentos, mientras la otra mitad enriquecería los bolsillos del propio Mariño. Las elecciones eran todas fraudulentas, al extremo que Kerr Porter no tenía conocimiento de otras sociedades donde los procesos electorales fueran tan tramposos y colmados de irregularidades.
¿Qué decir de esos vicios a doscientos años de distancia? Nihil novum sub sole. Cálculos aproximados hablan de la cantidad de trescientos mil millones de dólares robados durante estos últimos diecinueve años de gobierno chavista. Gran parte de ellos para engordar las cuentas bancarias de altos funcionarios de gobierno y sus socios, familiares y amigos; otros para un fondo de asistencia del Foro de Sao Paulo y respaldar gobiernos amigos –Evo Morales, Pepe Mujica, Néstor y Cristina Kirchner, Rafael Correa, Lula da Silva–. Daniel Ortega y Raúl Castro han logrado mantener con vida sus tiranías gracias al respaldo financiero, sin contraprestaciones, de los regalos en petróleo y en divisas del gobierno bolivariano.
De los fraudes ni siquiera es necesario hacer mención. A pesar de lo cual, una oposición sumisa y obediente, obsecuente incluso con las pandillas gobernantes, insiste en compartir las elecciones con los aparatos técnicos y humanos impuestos por el chavismo. De allí que resulte asombroso que Mauricio Macri haya aceptado someterse a elecciones bajo los sistemas automatizados implementados por empresarios chavistas, como los dueños de Smartmatic. Con esos sistemas, copiados de maquinitas automáticas de juego en los casinos de las Vegas, toda elección puede y resulta ser manipulada.
La moral está tan ausente del régimen dictatorial venezolano y es tan constitutiva de los regímenes filo castristas que él auspicia y respalda en Latinoamérica, como lo estuvo de los regímenes dominados por el nazismo alemán en Europa. La lealtad al Führer de su cúpula gobernante fue asegurada no por la ideología, sino por el brutal enriquecimiento y saqueo que les era permitido a los suyos. Göhring, Goebbels y la nomenklatura fascista de los altos círculos del poder llevaron vida de príncipes renacentistas y el saqueo a las fortunas de los judíos no se detuvo ni ante las dentaduras de sus cadáveres. Amantes del lujo y las riquezas, los palacetes de los dueños del poder estaban colmados de grandes obras de arte, robadas a sus enemigos, saqueadas de museos públicos y otras instituciones culturales.
Pero ese es solo uno de los rasgos del totalitarismo nazi que el castrocomunismo cubano y sus criaturas: el chavismo, el madurismo y todas aquellas pandillas de izquierda que hoy se encuentran en pleno asalto al poder de Colombia, de Ecuador, de Bolivia, del Perú, de Chile, Argentina y Uruguay. Como continúa quedando trágicamente de manifiesto en Chile, las tropas de asalto callejeras dedicadas a la devastación y al saqueo siguen al pie de la letra las enseñanzas de las SS y las SA. Por lo que me resulta particularmente asombroso que el expresidente Ricardo Lagos y el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa le atribuyan contornos de alta civilización primermundista.
Después de Auschwitz no cabe hablar de poesía, dijo con pesadumbre el gran pensador alemán Theodor Adorno. Parafraseándolo cabe decir que después de La Habana y Caracas no cabe hablar de moral. Estamos ante el reino de la amoralidad absoluta. No pidamos perdón a los asaltantes. Que cada cual asuma sus responsabilidades.