En la semana que termina el viernes 26 de octubre, los cajeros automáticas se encontraban sin cola, en las taquillas de los bancos, en un santiamén y con una sonrisa en los labios se podía retirara BsS 1,000 o más si fuera necesario sin el menor problema, y finalmente, el diferencia entre trasferencias por punto de venta y pago en billetes contantes y sonantes que llego a ser de 400%, desapareció como por arte de magia.
¿Qué sucedió? ¿Adónde se fueron los bachaqueros de efectivos, o las cacareadas mafias colombianas que supuestamente acaparaban billetes venezolanos con desconocidos y siniestros propósitos aviesos? En realidad esas mafias nunca existieron más allá de la pantallas televisivas y las redes gubernamentales que las habían inventado para esconder su propia impericia como administradores.
Impericia que durante dos años fue reduciendo el número de billetes como porcentaje de la liquidez total a la raquítica cifra de 1%, una fracción de lo que la economía necesitaba. Para mediados de octubre esa cifra estaba en 7%, más cercana al promedio de 10% tradicional. Demostración palpable de que cuando la oferta se equipara con la demanda, desaparecen las distorsiones.
Caso contrario es el que sucede con los cartones de huevos en las estanterías de los automercados y abastos. La primera vez que a un burócrata, el Vicepresidente de turno a finales de 2015, se le ocurrió regular el precio del cartón de huevos a la mitad de lo que era su precio del mercado del momento, logró el milagro de desaparecerlos de la vista de los consumidores en menos de 48 horas.
Probablemente esa genialidad tuvo algo que ver con aumentar la votación opositora de ese diciembre al punto de otorgarle una mayoría de dos terceras parte en la Asamblea Nacional. En esta oportunidad ese peligro para el gobierno no existe, pero el concertar el precio de un producto tan perecedero de manera intimidante, logró repetir el milagro.
En esta oportunidad los huevos han reaparecido, pero no en los abastos y fruterías, sino en sus adyacencias, donde son bachaqueados a razón de BsS 20 cada uno, es decir BsS 600. Precio, por cierto, si se calcula al dólar libre del día resulta ser $ 1,20 por docena, bastante menos de lo que cuesta la docena en países vecinos.
Los huevos son resistentes a los embates de los burócratas por varias razones: primero, porque los miles de insumos que se requieren para su producción y distribución al mayor y al detal son imposibles de controlar administrativamente. Segundo por las diversas opciones que tienen los productores en un momento determinado para no vender a pérdida., tales como servir primero los mercados de restaurantes, y pastelería y aumentar lo que dedican a la actividad industrial cuyo producto inclusive es exportable.
El tercer recurso es reducir el número de gallinas ponedoras por la vía de beneficiarlas antes que terminen su ciclo productivo.
En cuanto al Dolartoday contrario a ser el “dólar criminal” que tanto satanizan colericamente los burócratas gubernamentales, es la más cercana aproximación a un valor verdadero. Lo criminal no es él sino las malas políticas monetarias que con su opacidad distorsionan el mercado e impide que se determine de una manera transparente una tasa de cambio para nuestra moneda.
Es posible que esa tasa de cambio sea muy elevada, debido a las trabas para acceder a él, pero lo cierto es que se acerca más al verdadero valor del Bolívar que la tasa resultante de una subasta opaca como las del DICOM. El día que se anunció el programa el Dicom se elevó a la tasa Dolartoday del dia, BsS 60/$, así se mantuvo por varias semanas, pero pronto empezó a rezagarse, y a la fecha ya es un 63% menor que Dolartoday.
Si esa distorsión no se corrige terminaremos como estábamos el 16 de agosto, sin efectivo, y con un paralelo por las nubes. No la mejor forma de lograr el éxito de un programa de ajustes.