La vida de Teodoro Petkoff tuvo múltiples etapas y evoluciones que han sido ampliamente cubiertas en los merecidos panegíricos con ocasión de su muy sentida desaparición. Llama la atención, sin embargo, que uno de sus logros concretos de Gobierno más importantes no haya sido debidamente reseñado.
En efecto Teodoro fue el artífice de tal vez el único programa de ajuste desde aquel fatídico Viernes Negro, en febrero de 1983, que logró implementarse con éxito: La Agenda Venezuela de las postrimerías del segundo Gobierno del Dr. Rafael Caldera. De hecho, la implantación por parte de Teodoro de dicha Agenda recuerda el exitoso programa con el que Fernando Henrique Cardozo, hombre que también tuvo sus inicios en la izquierda, derrotó la hiperinflación para luego ser presidente del Brasil por ocho años. Solo que en el caso de Teodoro el tejido de la democracia estaba tan descosido que sus exitosos esfuerzos vinieron demasiado tarde como para evitar la llegada del socialismo del siglo XXI y la carrera descendente que nos ha traído hasta las lamentables circunstancias que hoy padecemos.
A quien escribe estas líneas le tocó ver de cerca la actuación de Teodoro y participar como negociador del sector privado en las conversaciones Gobierno-trabajadores-empleadores que culminaron, en gran parte, gracias a su conducción del proceso, en una reforma de la seguridad social y las leyes laborales, que de haber sido debidamente aplicadas por el chavismo hubieran evitado la indefensión en la que hoy se encuentran los trabajadores venezolanos.
Pero al margen de esa circunstancia, que fue resultado de la implementación del programa de ajustes en sí, resulta interesante rememorar los pasos que llevaron a la puesta en marcha de dicho programa a partir de abril de 1996. La aversión del presidente Caldera al mercado, y los estragos de la crisis bancaria de 1994, heredada en parte por los errores de los “IESA Boys” de Pérez que incubaron una burbuja financiera, habían llevado al país a una inflación del 100 % anual, la más alta de su historia para aquel momento.
Tal vez Teodoro, con su trayectoria proveniente de la izquierda, era el único que podía convencer a Caldera de que “no había que dejarles a los liberales el monopolio del sentido común”, como le había dado por decir. El primer paso de Teodoro fue incorporar a su equipo a quienes podían hablar el idioma de empresarios y trabajadores: Freddy Rojas Parra, expresidente de Fedecámaras como ministro de Fomento y Luis Raúl Matos Azocar, asesor de los trabajadores de la CTV como ministro de Hacienda.
Pero tan importante como los competentes colaboradores, fue el no implementar el programa como un baño de agua fría para luego tratar de explicarlo, sino el especial cuidado que se tuvo de hablar previamente con los actores, en un proceso de concertación intenso de menos de 90 días previos al anuncio de las medidas. Proceso que incluso permitió incorporar algunas sugerencias en asuntos como la implementación práctica de las medidas compensatorias que mejoraban su eficiencia.
Las voces agoreras de siempre le susurraban al presidente que la liberación cambiaria dispararía la inflación y al bolívar, que el aumento escalonado de la gasolina traería disturbios y especulación, pero nada de eso sucedió. Por el contrario, el bolívar se estabilizó, los precios también, los aumentos de la gasolina fueron aceptados por la población como un mal necesario, y la inflación anual se redujo al 35 %, entregándosela al nuevo Gobierno de Hugo Chávez en 19 %. Indiscutiblemente, la apertura petrolera y su efecto positivo sobre la balanza de pagos también contribuyó al éxito de su gestión.
Quienes aspiren a sacarnos del profundo foso en el que han logrado sumirnos los gobernantes de reciente cuño, harían bien en estudiar en detalle la actuación de Teodoro Petkoff como hombre de Estado en lo económico, pues sin dudas ahí encontrarán las claves de un ajuste exitoso, y de paso le estarán haciendo merecido honor a su memoria.