EnglishHoy en día existe un movimiento universal por la diversidad. Es políticamente incorrecto discriminar directa o indirectamente a un empleado, compañero de trabajo, alumno o familar. En fin, a cualquier conciudadano. Existen leyes que nos protegen de la discriminación, organismos internacionales que promueven la diversidad y políticas internas de empresas privadas que así lo estipulan.
Pero nadie dice lo que realmente son estas prácticas: Que son aberrantes en muchos sentidos y que denigran la misma dignidad de quienes pretenden proteger.
Recientemente salió publicado en en blog de Google que la empresa manifiesta estar atrasada en el aspecto de la diversidad de sus empleados. Estiman, según cifras de la compañía, que el 70% de los empleados son hombres y el 61% son blancos.
Expresaron que necesitan hablar con cifras claras y reales para poder solucionar y abordar esta problemática de la diversidad de una manera abierta, sin tabúes.
Pero, ¿es realmente un problema que una compañía emplee tantos hombres, o tantas personas de piel blanca? ¿Es necesario que la empresa salga a buscar personas de otras razas o de otro género solo para que la comunidad no los condene? ¿Qué nos está pasando?
Esta “carta abierta” de Google en cuanto a la cuestión fue publicada en el contexto de la última campaña del reverendo estadounidense Jesse Jackson, que promueve que Silicon Valley tome conciencia sobre la falta de diversidad racial en los consejos de administración y los puestos de trabajo en el sector de vanguardia tecnológica que se desarrolla en esa localidad de Estados Unidos.
En post del blog de Google, el autor nota —entusiasmado— como Apple empezará a tomar acciones positivas para sumar mujeres en los cargos directivos, hoy mayormente relegados al sexo masculino.
Cada empresa tiene el derecho de contratar a las personas que considere más adecuadas para el tipo de trabajo que realizarán. Si existe una mayor tendencia a que los hombres se inscriban en carreras informáticas o tecnológicas, es obvio que habrá mayoría de hombres en una empresa de ese rubro. Esto es tan obvio como que dos más dos son cuatro.
Además, el hecho de que se creen políticas positivas para que el área de Recursos Humanos de una empresa contrate a X% de mujeres, o de asiáticos, o cualquier otro grupo particular, va en detrimento del mérito o conocimientos del resto de la población, que se vería perjudicada por una disminución del cupo disponible.
Más allá de esto, no pretendo decirle –ni de cerca– a Google a quién debe o no debe contratar, pues tiene todo el derecho de crear políticas de diversidad dentro de su esfera competitiva. Solo llamo la atención sobre la estupidez de hacerlo como si esta fuese una preocupación genuina que afecta al entorno laboral.
Quizás sea una movida de Google y de Apple para generar buena prensa. Quién sabe.
Por supuesto, defiendo la libertad de contratación de cada empresa de igual manera que defiendo a aquella que quiera contratar 99% de afroamericanos o aquella que busque un porcentaje simbólico de cada minoría entre sus empleados.
Lo que me llama la atención sustancialmente es el hecho de buscar la diversidad por la diversidad misma y criticar o autocriticarse el hecho de no tenerla. La diversidad surge de la espontaneidad y la cooperación voluntaria, no debería ser forzada ni por las empresas ni por los gobiernos u organismos internacionales.