EnglishLa inflación argentina ya no es novedad. Nadie se espanta ni se horroriza cuando lee en algún medio nacional que las estimaciones para este año rondan un 40%. Las empresas de todos los tamaños radicadas en este país han decidido de alguna manera compensar a sus empleados por la pérdida del poder adquisitivo del dinero.
Entiendo por inflación a una expansión monetaria por encima de la cantidad de dinero que demanda el mercado. El Gobierno ha utilizado esta actividad con el objetivo de cubrir un descontrolado gasto público.
Según varios testimonios, las formas de compensación de los efectos inflacionarios son diversas: monetarias y extra monetarias.
Guillermo —quien prefirió mantener oculta su identidad— informó que la empresa de construcción donde trabaja decidió abrir una cuenta corriente en una estación de servicio cerca de las oficinas para que sus empelados carguen gasolina. Los costos corren por la empresa, por supuesto.
Por su parte, Claudia asegura que la consultora multinacional Accenture va a otorgar un bono único de AR$4.000 y ya les han mejorado el plan de la cobertura de salud, a cargo de su empleador.
Otros beneficios no monetarios son acceso gratuito a la cafetería con amplia variedad de alimentos y bebidas, combis de traslados desde las oficinas a puntos estratégicos de la ciudad, y uno o más días de teletrabajo al mes.
Además de beneficios en las membresías de gimnasios, entradas de cine, reembolso de almuerzos en determinados lugares, descuentos en restaurantes o en casas de idiomas, o pago de estudios de posgrado.
Finalmente, algunos con mejor suerte, reciben 7 días adicionales de vacaciones a los que prescribe la ley, luego del primer año de trabajo, sumados a los ya tradicionales 15 feriados anuales.
Aumentos monetarios siempre por debajo de la inflación real
Mariano, otro entrevistado en anonimato, le explicó a PanAm Post que le aumentaron un 25% de sueldo en marzo, y que sería el único en todo el año. “Nada de extras. Ajo y Agua”, aludiendo a un frase muy argentina para cuando no queda más remedio.
A Florencia le incrementaron el salario sólo en un 10% en abril y asegura, ofuscada, que ganaba más como pasante en el año 2000, cuando aún Argentina mantenía la convertibilidad entre el peso y dólar.
Marianella indica que los que antes tenían buenos sueldos “hoy están completamente planchados”. Ella está haciendo referencia a los sueldos de los empleados seniors de empresas multinacionales, cuyos sueldos en dólares rondaban antes los US$5 mil mientras que ahora se acercan a la mitad (unos $35 mil pesos). “Han liquidado los salarios de los profesionales de más experiencia”, sentencia.
Un empleado de la Intendencia de la localidad de San Isidro, en las afueras de la capital, informó que su sueldo ha aumentado un 32% en total, 16% en marzo y 16% en agosto. Sin embargo, la firma de auditorías PWC le aplicó a sus empleados un aumento de apenas un 8% en enero y otro similar en agosto. En el caso de los trabajadores informales, los aumentos son apenas un poco mejor.
La consecuencia es que los salarios se están licuando cada mes con la inflación del 61% anual, según estima el proyecto de “monedas en problemas” del Instituto Cato.
Cada vez el sueldo vale menos porque termina el 100% de las veces detrás de la inflación. A eso hay que sumarle el cepo cambiario que posibilita sólo a algunos afortunados a comprar un dólar para el ahorro.
El resto deberá adquirir los verdes en el mercado informal y sino, como dice un dicho muy utilizado en Argentina: “a llorar a la iglesia”.