América Latina está disfrutando de un momento de ebullición de distintos emprendimientos que ofrecen aplicaciones de transporte, cada una con su particularidad. El desembarco de Uber en San Pablo el año pasado calentó el mercado en Brasil e hizo enfurecer a los taxistas locales que abogan por su suspensión.
Según los servicios ofrecidos, las aplicaciones para teléfonos inteligentes se dividen en dos: aquellas que facilitan el pedido de un servicio de taxi ya existente (a través de la tecnología GPS) y aquellas que ofrecen un servicio de transporte alternativo.

En el primer grupo se encuentran Easy Taxi –con 2 millones de descargas en el mundo–, Safer Taxi, Tappsi —con éxito considerable en Colombia—, Taxijá —disponible solo en Brasil—, Yaxi—versión mexicana—, y DineroTaxi —app desarrollada en Argentina pero expandida a Perú y México.
Uber, por su parte, es un emprendimiento con sede en San Francisco, Estados Unidos, que conecta a pasajeros en busca de transporte con conductores particulares registrados en su sistema.
Tiene presencia en 11 ciudades de cinco países de la región: Lima (Perú), Santiago de Chile (Chile), Ciudad de Panamá (Panamá); Cali y Bogotá (Colombia); México D.F., Guadalajara y Tijuana (México); Río de Janeiro, Belo Horizonte y desde finales de junio pasado en San Pablo (Brasil).
¿Competencia desleal o interés propio?
La prefectura de San Pablo, Brasil, quien tienen a su cargo el monitoreo del transporte en la ciudad, aseguró que la aplicación viola la ley federal N º 12.468 y confiscó en agosto pasado 3 carros registrados en Uber a los cuales multó por más de R$2.400 (unos US$970). Para la autoridad brasileña, los conductores de Uber transportan pasajeros a cambio de remuneración y eso es una actividad económica reservada exclusivamente a los taxistas.
Daniel Telles, director del Departamento de Transporte de Pasajeros (DTP) diferenció a aquel ciudadano que sale de su casa y lo lleva un amigo a su destino, de aquel que se la pasa dando paseos todo el día por dinero. “El tema central es que la aplicación Uber utiliza el argumento de que ellos estarían dando aventones, pero al final del trayecto, la gente tiene que pagar. Cuando usted paga por un servicio, se convierte en una actividad económica. Se trata de un transporte individual remunerado”.
Por el avance Uber y de su competidor local, Zanzu —que cobra un 20% de la tarifa por hacer de intermediario—, la DTP decidió abrir un proceso administrativo para estudiar la más apropiada acción judicial.
“Una vez que tengamos una opinión definitiva sobre esta situación, vamos a tomar acciones legales para que la aplicación no permanezca en Internet”, sentenció Telles.
Un servicio ofrecido a la libre competencia

Roberto Chiocca, miembro del Instituto Mises Brasil (IMB), explicó que Uber se paga con tarjeta de crédito. “El conductor no toca el dinero, aparte los autos son siempre de alta gama, y te esperan con agua helada. Los conductores son educados e insisten en abrirte la puerta”.
Chiocca, residente de San Pablo, agrega que los clientes y los dueños de los autos deben registrarse en Uber, y ambos están sujetos a una calificación luego del viaje, lo que genera un sistema de reputación.
En un artículo publicado por este mismo instituto, explican que en el caso de Uber el pasajero no está obligado a pagar al propietario del coche. Pero aclaran que aquellos que no lo hacen “tienden a estar expuestos en la lista y, por supuesto serán rechazados por los choferes de los otros autos. Esto es el libre mercado”.
“La única función de estas aplicaciones es facilitar e intermediar entre dos personas. Los precios son libremente acordados. Por lo tanto, no hay una clara frontera entre legalidad e ilegalidad”.
Para el IMB, los taxistas tradicionales no quieren decir abiertamente que están preocupados por la pérdida del monopolio y la consiguiente caída de sus ganancias. “Para pedir la prohibición de estas aplicaciones, siempre recurrieron a la [misma] justificación: que solo se preocupan por la seguridad de los usuarios”.
Sin embargo, concluye el IMB, “las regulaciones no sirven a los intereses de los consumidores, sino a los intereses de grupos de presión y los intereses electorales de los políticos”.
Prohibidos en Alemania
Las tensiones con los sindicatos de taxistas no son ajenas al resto del mundo. En Berlín, Alemania, el Departamento de Estado para Asuntos Civiles prohibió el funcionamiento del servicio en la ciudad alegando que no ofrecían garantías a los clientes sobre sus licencias de trabajo. Uber apeló la medida y la decisión fue transitoriamente suspendida.