EnglishEn los pasos de frontera entre Argentina y Bolivia pasa de todo: juguetes, calzado, indumentaria por un lado, y fideos, soja, lácteos, trigo y maíz por el otro. El contrabando hormiga entre estos dos países sudamericanos parece ser más la regla que la excepción.
En el medio de vendedores ambulantes de jugos de fruta o de cazuelas de comida tradicionales, como el pollo o llama a la cacerola, cientos de argentinos y bolivianos cruzan las fronteras diariamente para abastecerse en las ferias de cada país.
Argentina colinda con Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile y Bolivia. Para entrar o salir hacia Bolivia, Argentina tiene tres pasos internacionales habilitados. El paso La Quiaca – Villazón; el Puente Aguas Blancas que une Orán del lado argentino, con Bermejo del lado boliviano, y el puente Salvador Mazza, que une Aguaray con Yacuiba.
En todos estos puntos de frontera, la mayoría del tiempo no existe ningún tipo de vigilancia para quienes entran o salen del país. Según un informe publicado en 2014, por el programa argentino Periodismo Para Todos (PPT), los escaners electrónicos permanecen, en gran medida, apagados, y los funcionarios no se encuentran en sus puestos de trabajo. En ese informe, los periodistas se preguntan: “si esto sucede en las oficinas fronterizas, ¿se imaginan entonces que sucede por las vías de acceso ilegales?”.
Las rutas por vías alternativas o ilegales son de lo más variadas. Para todos aquellos que no quieren arriesgarse en las cabinas oficiales existen lanchas que te cruzan el río Bermejo por AR$4 (US$0,4), caminos para ir sorteando el río de piedra en piedra o caminos improvisados entre el bosque subtropical.
Pero en Salvador Mazza – Yacuiba, uno de los puntos más calientes de la frontera con Bolivia, surgieron recientemente otros dos pasos ilegales.
Yacuiba es una ciudad de 92 mil habitantes, ubicada al sur de Bolivia, a solo tres kilómetros de la frontera con Argentina.
Cruzar a Argentina por medio de un cementerio
Casi 30 “cargadores” o “bagalleros”, conocidos así por cargar en sus espaldas o en carritos mercadería del otro lado de la frontera, se esconden de los funcionarios argentinos que controlan parte de la línea de frontera, y caminan por un cementerio de Yacuiba. Una vez en Argentina compran soya, harina, maíz, arroz y papa.
Para que su misión salga con éxito, muchos se hacen pasar por visitantes que acuden al camposanto a visitar a algún familiar enterrado allí, o simplemente se paran en el terreno a mirar el lado argentino.
Otra de las formas novedosas, es cruzar es a través de una quebrada, a cinco kilómetros de distancia del puente internacional, que es conocida por su nauseabundo olor, dado por la cría de ganado, ovejas y cerdos en el área.
También está la opción de los bagalleros, que cruzan mercadería de manera ilegal. Por otro lado, se sabe que hay más de 1.000 vecinos del área que cruzan todos los días por la vía legal. En general, el transcurso de cruzar de un país a otro dura, aproximadamente, 15 minutos.
Por cada carrito que ingresan a Bolivia con mercadería de maíz, harina o soya, los contrabandistas reciben Bol$ 35 (US$5). Este florecimiento del contrabando hacia Argentina se vio incrementado por la depreciación del peso argentino.
Dada la cantidad de productos de este estilo que ingresan diariamente a Bolivia, provenientes de Argentina, Reinaldo Díaz Salek, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), aseguró que ha caído fuertemente el valor de esos productos, por debajo de su costo de producción. Además, indicó que esto generó un desincentivo para la siembra de algunos rubros para este invierno.
La mercadería que entra a Bolivia, que incluye cerveza, jugos, trigo, harina, sidra, se va en gran parte a abastecer los mercados de los departamentos de Santa Cruz y Cochabamba.
Díaz Salek señaló que la mercadería que ingresa (legal o ilegalmente) no cumple con las exigencias requeridas, como por ejemplo, el permiso fitosanitario del lugar de origen.
Por el transporte masivo de productos argentinos, los precios bolivianos cayeron. Este es el caso del kilo de arroz, que de BOL$ 38 pasó a $28, y el quintal de harina pasó de $130 a solo $115.
El Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) de Bolivia advirtió que establecerán una “política agresiva” para controlar las fronteras y el contrabando. El ente incautó 60 toneladas de alimentos solo en lo que va del año.
Isico López, trabajador de la ciudad de Villamonte, ubicada a pocos kilómetros de Yacuiba, comentó a PanAm Post que él cruzó varias veces la frontera.
Sobre las mercaderías que se transportan explicó: “Son bolivianos los que van a comprar porque el producto argentino es más barato. Los bolivianos que contrabandean compran productos de la canasta familiar en Salvador Mazza. En cambio, los argentinos van a Bolivia a comprar ropa, por que la ropa es más barata allá”, dijo López.
¿El comercio genera progreso?
El argentino Agustin Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso, explicó que hay que entender que el libre comercio beneficia a las dos partes (comprador y vendedor), y que el comercio es bidireccional: cuando se exporta, se importa y viceversa.
Una de las formas de impedir el libre comercio es a través de los cupos, mediante la colocación de tarifas, para que se haga más caro el proceso de importación . Hay casos en los que las tarifas son excesivamente altas o existen prohibiciones.
“Existen casos en los que hay demanda, pero no puede ser abastecida porque no hay productos. Entonces eso genera ganancias muy grandes al contrabandista. La persona que se arriesga a contrabandear es porque simplemente está cubriendo una demanda de bienes lícitos (repuestos, medicos, ropa, calzado y otros)”, concluyó el analista.