EnglishLa economía de Argentina parecería tomar nota del manual de Venezuela. En una semana trágica para el ciudadano venezolano de a pie, con un dólar que trepó sobre los 600 bolívares, el Gobierno de Kirchner no quiso quedarse atrás. El Banco Central argentino difundió cifras récord: la base monetaria es de AR$510.594 millones, 10 por ciento más que en diciembre de 2014.
El Gobierno utiliza la cuantiosa base monetaria, compuesta de los billetes en circulación, efectivo en los entes financieros y los depósitos a la vista de los bancos en cuentas corrientes en pesos para poder financiar un abultado déficit fiscal.
Al financiamiento dado por la emisión monetaria —por sobre la demanda real del dinero— se le suma el financiamiento por la deuda que emite el Tesoro nacional y los aportes quitados del sistema provisional argentino (la Anses).
Según datos del Indice de Precios al Consumidor (IPC) realizado por el Congreso Nacional junto con consultoras privadas (el índice oficial está internacionalmente desestimado por falsear estadísticas) la inflación de mayo fue del 2,02 por ciento, y la interanual de 28,76.
Los argentinos se encuentran entonces con billeteras llenas, pero con cada día menos poder de compra real.
Con una restricción a la compra de divisas extranjeras, el dólar libre (o paralelo) se encuentra hoy a AR$13,6. Sin embargo, si se realiza el ejercicio de dividir los dólares que se encuentran en las reservas sobre la base monetaria actual, resulta un tipo de cambio implícito por cada dólar de AR$15,08.
Según Javier Milei, economista, la inflación implica sin dudas la pérdida del valor de la moneda. La emisión monetaria excede a la demanda de dinero y eso se traduce en alzas de precios, cuando la emisión monetaria inorgánica es persistente.
“Como decía Friedman, puede que los consumidores sean despilfarradores, puede que los empresarios sean codiciosos, puede que los sindicalistas sean codiciosos con las retribuciones, puede ser que los jeques árabes suban los precios del petróleo, puede ser que las condiciones meteorológicas sean malas; pero el único responsable de la inflación es el Gobierno por que es el único que tiene la capacidad de imprimir esos papelitos de colores que llevamos hoy en el bolsillo”, manifestó.
Argentina vive esta realidad desde las visceras de su memoria: sufrió en las décadas del 70 y del 80 meses de hiperinflación con brotes de aumento de los precios en un 70 por ciento al mes.
“Hoy Argentina tiene una tasa de inflación 40 veces mas alta que la del resto del mundo”, señala Milei; el debate sobre los efectos de la emisión descontrolada, entiende, está atrasadísima en este país. “La discusión de la Argentina es tan precámbrica como haber regresado a la década del 60”.
“Este país debería tener un PIB per capita de USD30 mil y tenemos uno de USD11 mil y eso es una catástrofe de crecimiento. Eso se debe a que se ha destrozado cuanta definición de capital existe, tanto de capital físico como de capital humano, institucional y social”, sostuvo.
A pesar de que Argentina cuenta con una inflación de dos dígitos hace ya varios años, mantiene una política de no diseñar ni imprimir billetes con denominación más alta. De esta manera, el billete de denominación máxima, el de AR$100, no vale hoy más que US$7,35.
En perspectiva, en 2003, cuando asumió Néstor Kirchner había en circulación 188,2 millones de unidades de AR$100. En noviembre de 2014 esa cifra ascendió a 2.842,8 millones, un 1.411% más, según datos del diario La Nación.
Además de eso, a fines del 2003 los billetes de 100 representaban solo el 34.1% del total del circulante; en noviembre del año pasado se convirtieron en el 65% del total.
Luis Secco, economista, aseguró que “la inflación y la escasez de dólares son consecuencias de la abundancia de pesos. Y la abundancia de pesos se genera en la expansión del pasivo del Banco Central. Todo esto es producto del financiamiento monetario del déficit fiscal”.
Por su parte, Guido Sandleris, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato di Tella, indicó que el Banco Central aumenta sus pasivos emitiendo letras, para reducir las emisiones de pesos utilizadas para financiar al fisco.
“Así, intenta moderar los costos inflacionarios de monetizar el déficit fiscal. Esta estrategia le ha permitido estabilizar la inflación, aunque en un nivel elevado”, destacó.