El domingo 10 de abril, 22.901.954 peruanos se volcarán a las urnas para elegir al Presidente que reemplazará al desteñido Gobierno de Ollanta Humala. Una contienda que se ha caracterizado por tachas, agresiones, marchas e investigaciones, donde el ADN pareciera ser el protagonista principal.
La campaña estuvo marcada entre candidatos que defienden el modelo económico que ha seguido el Perú durante las últimas décadas, y los antiestablishment. Y es de suponerse, dada la cantidad de electores jóvenes.
Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) entre los 24 y 29 años se concentran 5.786.099 jóvenes, sumados a los 2.943.721 que votarán por primera vez: El grupo etario que no vivió las épocas del terror ni la hiperinflación del Perú de la década de 1980 podría inclinar la balanza hacia el seductor canto de sirenas de la izquierda.
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Según la última encuesta publicada extraoficialmente el día de hoy (ya no se pueden publicar oficialmente según ley electoral), Keiko Fujimori continúa liderando las preferencias electorales. Lo ha venido haciendo firmemente desde que se conoció su postulación.
Con 37,4% de intención de voto, es la candidata fija que pasaría a la segunda vuelta, o balotaje. En Perú, para ganar una elección se necesita 50% + 1 de votos. Fuerza Popular, partido de Keiko, obtendría asimismo la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, la incógnita es quién sería el contendor de Keiko en la segunda vuelta. Con empate técnico están Pedro Pablo Kuczinski, líder de Peruanos por el Kambio, con 16,8%; y Verónika Mendoza (del izquierdista Frente Amplio) con el 15,5%. Más abajo están Alfredo Barnechea con 8% y el dos veces presidente Alan García, con un pobre 5,3% que no ha podido revertir.
Con este panorama, hemos de advertir que PPK y Verónika están tras la caza de los votos de los indecisos, que le darán su pase a la segunda vuelta y, quizá, a la Presidencia del Perú. Recordemos que pese al fuerte liderazgo de Keiko, también ostenta una imagen negativa igual de fuerte, haciendo que el resultado de la segunda vuelta pudiera ser muy ajustado.
Desde hace varias décadas atrás los peruanos estamos acostumbrados a elegir al mal menor.
Entretanto, centrémonos en los dos candidatos a la segunda vuelta. Verónika Mendoza representa un cambio de modelo y de sistema atractivo para novatos y antisistema. Es un rostro joven de la política, que se fogueó como Congresista del Partido Nacionalista de Humala en el período 2011–2016. Haciendo gala de la vocación no gubernamental de la izquierda, tiene un programa con mucho diagnóstico y poco de “cómo” ejecutará su plan; además del cambio de Constitución que proponen.
En palabras del periodista Fernando Vivas:
Si votas por Vero porque quieres un cambio de modelo y hasta de sistema, ten en cuenta que ella apenas encarna la precaria unidad de un frente pegado con saliva dogmática. Vero no es un caudillo con núcleo duro, es el mero rostro de un proceso que aún no cuaja, de un ‘aggiornamiento’ de la izquierda que en el Perú lleva temporadas de retraso”.
[adrotate group=”8″]En la otra esquina tenemos a PPK, empresario y exministro en dos Gobiernos, quien propone una continuación del sistema de mercados abiertos y crecimiento económico. Sin embargo, también es criticado por su actitud de lobbista de empresas extranjeras frente a los intereses del Perú. Su última aparición en los #PanamaPapers, como garante de un alto funcionario peruano, ha sido noticia en los últimos días.
Aunque muchos vaticinan una segunda vuelta femenina, este dilema podría resolverse al mirar la lista que acompaña a Verónika, quien debe su inscripción a Marco Arana, un exsacerdote opositor de la minería, artífice del movimiento Conga no Va, contra la explotación minera en Cajamarca.
Si bien la última palabra la tendrán los electores el domingo en las urnas, desde hace varias décadas atrás los peruanos estamos acostumbrados a elegir al mal menor. Sin embargo, en medio de un contexto regional en el que los países vecinos han decidido darle la espalda y despojarse del socialismo, un traspié del Perú sería un retroceso para las libertades en Latinoamérica.