Salieron a la luz, recientemente, los resultados de una investigación de Encovi, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, que realiza el Instituto Nacional de Estadísticas de Guatemala (INE). Sus datos muestran un aumento sustancial de la pobreza en Guatemala y han suscitado mucho revuelo entre analistas, políticos y periodistas. Si la pobreza en el país se sitúa en el 59,3%, superando el 51,2% que registraba hace unos años, es porque han fallado las políticas sociales —se dice— y la riqueza se concentra cada vez más en pocas manos debido al modelo económico que se sigue.
Pero los resultados de esa encuesta no deben tomarse muy en serio, es importante decirlo, porque se basan en supuestos erróneos y en una metodología que incorpora varios errores, y muy serios, a la medición. El primero y principal es que el estudio del INE se basa en el arbitrario método de definir la pobreza en Guatemala como una condición objetiva y trazar una línea de la pobreza arbitraria, según el criterio que tengan los investigadores: a quien no llega a cierta cantidad de ingresos diarios se le considera de una vez pobre, y quien la supera, escapa de tan negativa calificación.
La pobreza, en realidad, no es una condición objetiva: no solo depende de los ingresos que tenga la persona sino también de otros bienes y servicios que esta puede recibir y que pueden ser valorados de muy distinta manera, ante todo, por quienes los reciben. Esto hace que el método de la línea de pobreza resulte algo burdo y solo una aproximación muy primaria a lo que ocurre en la realidad.
Pero, dejando de lado esta consideración —que no tenemos espacio para profundizar aquí—, la medición de la pobreza se hace arbitraria cuando los investigadores cambian la línea de pobreza y la sitúan cada vez más alto, como ha hecho la Encovi, por lo que, de un plumazo, puede aumentar notablemente el número de quienes reciben la calificación de pobres. A esta distorsión deben añadirse otros problemas que caracterizan los datos estadísticos de la pobreza en Guatemala.
Muchos claman por más impuestos para implementar amplios programas sociales sobre la base de datos equivocados o dudosos, como los de esta encuesta
En Guatemala, donde no se realiza un censo desde hace más de 10 años, no conocemos con una mínima precisión ni el número total de habitantes del país, y el empleo informal ronda 80%, la mitad de la población es rural y una buena parte vive de una economía de subsistencia, en tanto que la llamada “canasta básica” varía notablemente entre los habitantes urbanos y rurales del país.
Sobre estas bases resulta muy inadecuado proyectar cifras globales: muchas personas, la mayoría en realidad, tienen ingresos que no son declarados porque viven del sector informal, obtienen bienes y servicios directamente, sin pasar por los intercambios del mercado, o reciben dinero por vía de las remesas que les mandan desde el exterior sus familiares.
Utilizar ingresos monetarios declarados para medir la pobreza, sobre todo cuando se mueve la línea que se usa para demarcarla, puede llevar entonces a resultados como los que mencionamos, que indican un problema social agudo. Pero si esto fuese así, naturalmente, tal problema debería expresarse también de muy otras variadas formas.
[adrotate group=”7″]Como lo ha señalado Gustavo Porras, un conocido analista del Consejo Económico y Social de Guatemala, nada de esto se percibe en el país. Muy por el contrario, afirmamos nosotros, ha aumentado notablemente el número de vehículos que posee la gente, la construcción –en la ciudad y el campo– crece a muy buen ritmo y el producto general de la economía, el PIB, sigue aumentando a tasas que son bastante satisfactorias en los últimos años. No es que no existan pobres, claro está, sino que se aprecia al menos un mejoramiento constante de las condiciones de vida.
Muchos claman por más impuestos para implementar amplios programas sociales sobre la base de datos equivocados o dudosos, como los de esta encuesta; muchas otras personas, sin caer en ese error, aceptan los datos como si fueran informaciones objetivas e indiscutibles. Pero los problemas sociales, y el de la pobreza entre ellos, son fenómenos complejos que no se reducen a estos simples datos que nos han entregado ni se resuelven con el simple expediente de dar dinero o bienes a los más necesitados.
Sacar conclusiones apresuradas de nada sirve para resolver los problemas sociales del país.