Decenas de milicianos hacen guardia de día y noche en Puente Tienditas, suben sus fusiles y se paran en formación lo más disciplinadamente posible, acatan órdenes de sus superiores y conversan entre ellos sobre su determinación de “defender a la patria” de los “enemigos externos” que pretenderían “invadir” Venezuela.
La mayor parte de ellos son jubilados o abuelos que han dejado de jugar con sus nietos para portar botas y poner “rodilla en tierra” a favor de la dictadura de Nicolás Maduro.
Las mujeres se muestran como las más aguerridas del grupo, aseguran que están dispuestas a dar la vida para evitar que pase el cargamento de medicinas y alimentos nutricionales que ha reunido la comunidad internacional para tratar de ayudar a miles de venezolanos que mueren de hambre o por falta de medicinas.
Ellos, que esperan una supuesta incursión militar de una coalición internacional, están en la tercera línea de ataque (o de la barrera de contención, como refieren a llamarla otros) y son una de las dos “armas secretas” del chavismo para “defender” al país en caso de que los militares venezolanos acepten la petición del Gobierno constitucional de Juan Guaidó de bajar las armas y permitir el ingreso de la ayuda humanitaria.
En la primera línea, justo detrás las barricadas colocadas por el régimen de Maduro, están ubicados al menos unos 60 hombres con uniformes de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), quienes se mantienen apostados esperando cualquier orden para actuar.
A diferencia de los milicianos, todos estos son funcionarios con entrenamiento para uso de armas de guerra, desarrollo de operaciones en circunstancias no convencionales y ataques letales. Gran parte de sus actuaciones están marcadas por la sangre, tanto que organizaciones no gubernamentales como Provea le ha calificado como “el escuadrón de la muerte” al servicio de la dictadura.
Sin duda alguna, en estos hombres es en que quien recae toda la esperanza del régimen de Maduro para enfrentar a quienes traten de ingresar los alimentos y medicinas en el puente colombo-venezolano de Tienditas.
Ambos grupos, que responden a una ideología marxista en lugar de los intereses del país, han sido destacados en la zona desde este fin de semana, tal como lo pudo constatar PanAm Post en exclusiva al ingresar al lugar.
Según revelan fuentes militares, los funcionarios policiales han sido puestos en esa posición no solo para tratar de disuadir a los civiles que traten de avanzar con las medicinas y alimentos, sino especialmente para mantener el control de los militares y evitar que estos puedan permitir el ingreso de la ayuda humanitaria a territorio venezolano. “Nosotros sabemos que eso puede pasar. Aquí ya no hay confianza plena en la FAN”.
Los hechos parecieran demostrarlo. Este fin de semana mientras los milicianos son capaces de esperar en formación callados por varias horas la visita del general José Leonardo Noroño Torres, comandante de la Zodi Táchira, los militares no mostraban tal nivel de paciencia y entrega absoluta a la revolución. “Este sábado el coronel se quejó por la comida que mandaron a los efectivos que están destacados. Tenía razón, parecía comida de perro”, precisa la fuente.
Los efectivos castrenses, además, se quejaban por múltiples problemas logísticos que iban desde la falta de espacios con condiciones mínimas para descansar sin que los destrozaran los mosquitos, el retardo de las provisiones y la filtración de imágenes.
“Los muchachos, que descansan por turnos, han tenido condiciones muy malas para dormir, mientras que hay oficiales que están tranquilamente con aire acondicionado. Eso es una realidad”, señala.
Aunque el régimen asegura que está preparado para afrontar una eventual situación de confrontación, la realidad es que la respuesta militar sigue siendo una incógnita. “A todos nos vigilan. Nos monitorean. Incluso nos averiguan con quiénes tenemos cercanía”.
Mientras, en Puente Tienditas todos se miran con desconfianza y crece la incertidumbre de lo que finalmente pasará, millones de venezolanos esperan ansiosos a que se abra la puerta para la esperanza, para la libertad.