En estos días he escuchado las más insólitas teorías sobre una supuesta conspiración para explicar el asesinato de Eliécer Otaiza. Tal vez inspiradas en el precedente del de Danilo Anderson, del que diez años después aún esperamos saber qué pasó.
Lo sorprendente es que ninguna de esas teorías culpa a la oposición. Ya no hay bodas en República Dominicana donde supuestamente se haya planificado el crimen entre champaña y caviar. Tampoco se menciona a la CIA, ni a la derecha continental. Todas hablan de venganzas entre factores del gobierno. ¿Y cómo no hacerlo, aunque no fuera verdad, si la ministra de prisiones, en vez de pedir justicia, inmediatamente ofreció venganza?
Sin embargo, mi percepción es que el hecho real es más simple que cualquiera de esas teorías conspirativas. Francamente me sorprendería que alguno de los supuestos implicados resultara culpable. Creo que Otaiza fue víctima del hampa común, como los casi 200.000 asesinados en los últimos 15 años, por desgracia la tasa más alta del hemisferio. Hay quienes han sido secuestrados y hasta asesinados a pesar de tener escoltas. Por lo que una persona que despacha a sus escoltas y sale en una camioneta llamativa tiene aún más probabilidades de que lo asesinene: es el blanco perfecto para los malandros. Y Otaiza no fue la excepción.
Lo que pasa es que un gobierno para el que resultan risibles estos números ‒nunca olvidaré la burla de Andrés Izarra mientras Robert Briceño León anunciaba las patéticas ‒ y para quien lo que no se dice simplemente no existe, reconocer que fue el hampa común es un imposible. Por eso tiene que inventar las historias más rocambolescas, absurdas e intrincadas. Ya no es suficiente tener un testigo estrella cuyos ojos hablen más que sus palabras… Jamás van a aceptar en público que uno de los suyos cayó, como tantos venezolanos, a manos del hampa rampante, implacable, desatada. Nadie aceptará cuán probable resulta esta hipótesis.
Un tuit que circuló ampliamente sacó la cuenta de los años que pasaríamos si por cada venezolano asesinado bajo el régimen chavista se guardaran cinco días de duelo, como por Eliécer Otaiza. El resultado: cerca de 2.700 años.
El hampa no pregunta si uno es chavista o no a la hora de matar. Ustedes alimentaron al monstruo y se les fue de las manos. Basta de teorías conspirativas, risas y mentiras. De seguir así, Venezuela desaparecerá del mapa por falta de habitantes. ¿No les parece que es hora de hacer algo?
Este artículo fue publicado originalmente en El Universal.