Publicábamos aquí en PanAm Post la semana pasada el llamado de nada menos que cinco premios Nobel de economía a terminar la tan mentada guerra contra las drogas. El informe de 84 páginas, con el sello de la prestigiosa London School of Economics, urge a gobiernos de todo el mundo a redireccionar los gastos exorbitantes dilapidados en una lucha que no da signos de acabar hacia políticas menos represivas que estén basadas en la evidencia y el análisis económico riguroso.
El sistema actual de combate a las drogas se basa en un supuesto: Que las autoridades pueden controlar la producción y comercialización de drogas. El raciocinio es que una limitación por el lado de la oferta llevaría a un alza del precio de las drogas y consecuentemente a un desincentivo al consumo. Sin embargo, la consecuencia indeseada ha sido —precisamente debido al atractivo de unas ganancias exponenciales— el fomento de una enorme y corrupta red de políticos, militares y bandas criminales que se dedican a la rentable actividad. El prohibicionismo ha alimentado un negocio que el estudio estima que alcanza hoy en día los US$300 mil millones al año. El costo en vidas es inestimable y francamente intolerable.
Los autores del informe apuntan a un giro en la visión unidimensional actual hacia el tratamiento de la adicción, estrategia que consideran más efectiva que la represión para disminuir la demanda. Además celebran acertadamente los avances en países como Uruguay y algunos estados de Estados Unidos que decidieron despenalizar el consumo de la marihuana.