El Congreso Nacional de Honduras volvió a la normalidad luego de que el martes no se pudiera llevar a cabo la sesión debido a una manifestación de la agrupación Libertad y Refundación (LIBRE), liderada por el expresidente Manuel Zelaya.
Activistas del partido de izquierda ocuparon el salón de sesiones, por lo que policías y militares ingresaron para desalojarlos. Hubo toletazos, gases lacrimógenos y gas pimienta. Una vez afuera, los manifestantes continuaron los disturbios.
En medio de la manifestación, Zelaya pronunció un discurso denunciando que el mandatario Juan Orlando Hernández había instalado un régimen militar en Honduras, “un gobierno autoritario y despótico”.
Es cierto que el nuevo gobierno hondureño ha dado más muestras de autoritarismo e incapacidad que de eficiencia, como lo retrata oportunamente Gina Kawas en su pantallazo de los primeros 100 días de Hernández como presidente:
Desde la perspectiva de la opinión pública, la mayoría está de acuerdo en que los primeros 100 días han sido realmente una continuación del pasado gobierno de Porfirio Lobo. A pesar de que Lobo era el presidente, todo el mundo sabía que Juan Hernández (entonces presidente del Congreso) era quien realmente gobernaba y Lobo consentía todos sus caprichos. Ambos gobiernos se han ganado una reputación de ser incompetentes y corruptos.
Pero no es menos cierto el descalabro que fue el anterior mandato de Manuel Zelaya; su gestión estuvo empañada por hechos de corrupción y fue depuesto en 2009 al intentar violar la constitución de ese país.
Lo señaló ayer el presidente del Congreso hondureño al acusar a Zelaya de hipócrita:
Sin ánimos de debates estériles, presidente, le recuerdo que durante su mandato el desempleo aumentó, sus métodos contra la crisis no dieron resultados y la inseguridad aumentó. 84 mil millones de condonación que se perdieron (…), pero habrá tiempo para que la historia juzgue eso.