En mayo de 2013 el grupo Cadena Capriles, el mayor consorcio mediático del país y hasta entonces propietario del diario de mayor circulación en Venezuela, Últimas Noticias, fue vendido. Pero los nombres de los compradores nunca fueron esclarecidos. Se sospecha que estos “accionistas fantasmas” se tratarían de personas o testaferros ligados al gobierno de Nicolás Maduro que intentan torcer la línea editorial de los medios del grupo.
Tamoa Calzadilla, excoordinadora de investigación de Últimas Noticias, afirmó a CNN En Español que hasta ahora han salido 32 periodistas del medio, el cual cada día se asemeja más “a un órgano de propaganda del gobierno”. Explicó que la presidencia ya se ha cambiado en tres ocasiones, y dos directores fueron despedidos por haber publicado titulares que se desviaban de la línea oficialista, o bien por no dar suficiente destaque a los proyectos del gobierno. Esta semana, periodistas del medio han publicado artículos sin firmas y se anuncian más medidas de presión por la libertad de prensa.
Calzadilla renunció en marzo de este año luego de que el director del diario, Eleazar Díaz Rangel, censurara su reportaje “Lo que hay detrás de las guarimbas“, una cobertura de las protestas estudiantiles en Venezuela que era demasiado objetiva para la línea editorial (por ejemplo, no acusaba a los jóvenes de ser “pagados por los Estados Unidos” como quería la dirección).
La periodista explicó en RunRun.es en abril lo que le motivó a dejar las oficinas del diario más leído de Venezuela, donde había trabajado durante 15 años:
Si hago pública esta historia es para que se conozcan algunas de las situaciones que se viven actualmente dentro de los medios del país, donde trabaja muchísima gente valiosa, que no se rinde, que pelea todos los días por hacerlo mejor. He visto a periodistas tragarse lágrimas por la imposición del director de vetar en la portada, por ejemplo, las denuncias de las violaciones de Derechos Humanos realizadas por el Foro Penal, para privilegiar la versión oficial que las minimiza. He visto gente indignarse después de una derrota editorial y sentarse otra vez a batallar, a investigar, a pautar, a vibrar. He visto asambleas donde los periodistas hacen valer el código de ética que estipula su derecho a participar de la línea editorial de los medios. He compartido con otros las caras largas por titulares que no son noticia sino adulación al Gobierno, que, por cierto, nunca se da por satisfecho.
Culminó la entrevista afirmando que el periodismo independiente está totalmente cercado en Venezuela, con restricción de papel para diarios y demandas judiciales a sus directivos.