
Guatemala es un país con un Estado muy pequeño, tan pequeño que está constantemente desfinanciado. Tal es la falta de fondos que el Estado guatemalteco tiene problemas incluso para realizar sus labores más básicas recogidas en la constitución. Con el fin de que el Estado llegue a más lugares, y de mejor forma, es necesario incrementar la presión fiscal (recaudación tributaria/PIB). Los incrementos de presión fiscal deben ser realizados mediante un incremento de la base tributaria (más personas pagando impuestos) y un incremento en los impuestos (más impuestos a los que ya pagan).
¿Cuántas veces ha escuchado esta propuesta? Probablemente demasiadas veces. Es una de las principales propuestas de cualquier partido político de izquierda en Guatemala. La derecha muchas veces tampoco ve con malos ojos estas propuestas ya que:
1- Vienen avaladas por organismos internacionales
2- Cualquier político está deseando gestionar más fondos (incluso si no hubiera corrupción, la lógica burocrática de poder hace atractivo incrementar la cantidad de fondos bajo gestión).
En otros artículos ya hemos comentado que el Estado de Guatemala es más grande de lo que usualmente pensamos (dobla su tamaño cuando tenemos en cuenta la economía formal). En otro artículo mostramos que el esfuerzo fiscal de los guatemaltecos es muy superior a la media de los países de la OCDE y ligeramente superior a la media de Latinoamérica, por lo que pedir incrementos de impuestos a personas que ya hacen un esfuerzo muy grande para pagarlos puede ser contraproducente.
En este artículo vamos a ver si aumentar la presión fiscal se trasladaría a mayor bienestar de la población. Para ello vamos a comparar Guatemala con el resto de Latinoamérica en varios indicadores.
Presión fiscal y renta per cápita
Empecemos por lo que ya sabemos. La presión fiscal es la métrica utilizada para justificar lo diminuto del Estado guatemalteco. No hay lugar a dudas: en esta métrica, el Estado guatemalteco es el más pequeño de Latinoamérica.

Pero, ¿es esto argumento suficiente para incrementar la presión fiscal? Si queremos incrementar la presión fiscal la pregunta es ¿para qué?
El objetivo que los defensores de la subida de impuestos adelantan es que un Estado más fuerte podría apuntalar el crecimiento económico. La comparación con los países nórdicos es siempre omnipresente cuando se abordan temas de impuestos.
Sin embargo, con los datos en la mano, incrementar la carga fiscal no se transforma necesariamente en desarrollo y bienestar de la población. Si analizamos la renta per cápita de los países latinoamericanos y su presión fiscal vemos como la correlación es inexistente (la tendencia es ligeramente creciente pero la correlación no es estadísticamente significativa). En otras palabras, los países con mayor recaudación como porcentaje del PIB no son más ricos (ni más pobres).

Cambios en la presión fiscal vs cambios en la renta per cápita
Sin embargo, el análisis que acabamos de hacer es excesivamente estático. Bien podría ocurrir que países que hayan incrementado su presión fiscal en Latinoamérica hubieran incrementado mucho su renta per cápita. Es decir, es posible que estemos mirando una foto donde deberíamos estar mirando una película.
Con el fin de ampliar el análisis vamos a calcular el cambio de la renta per cápita en los últimos 10 años contra el cambio en la presión fiscal también en los últimos 10 años para Latinoamérica.

En este caso la correlación es también inexistente (en este caso la tendencia es ligeramente decreciente aunque la correlación dista mucho de ser estadísticamente significativa ). Incrementar los impuestos en Latinoamérica no lleva a incrementar el crecimiento económico, ni en la foto, ni en la película.
Pero no todo es la renta per cápita.
La renta per cápita suele ser un buen proxy de bienestar de la población, solo en casos muy extremos dicha variable es un mal indicador. Sin embargo, podría ocurrir que cuando avanza la presión fiscal algunos indicadores de bienestar avanzaran sin que incremente la renta per cápita.
Con el fin de testar esta hipótesis vamos a sustituir en nuestros indicadores la renta per cápita por el índice de desarrollo humano. El índice de desarrollo humano incluye índices educativos y de salud además de la renta per cápita. Por tanto, podría ser considerado como un indicador de bienestar más amplio que la renta per cápita.
Si vemos el siguiente gráfico, los países con mayor presión fiscal en Latinoamérica tienen un índice de desarrollo humano ligeramente mayor que los países con menor presión fiscal, pero una vez más, esta relación no es estadísticamente significativa. Por tanto, la baja presión fiscal no explicaría el atraso en el índice de desarrollo humano de Guatemala.

Si en vez de mirar la “foto”, vemos la “película”, la interpretación sigue siendo la misma. Los cambios en la presión fiscal no conllevan cambios estadísticamente significativos en el índice de desarrollo humano para los países de Latinoamérica y el Caribe. Aquí vemos que todos los países incrementan su índice de desarrollo humano en los últimos años, aunque la velocidad a la que lo hacen es diferente.

En este apartado destaca especialmente Guatemala (con un resultado que no esperábamos encontrar). Y es que Guatemala es el país que más ha incrementado su puntaje en el índice de desarrollo humano en los últimos 10 años (curiosamente a la vez que decrecía la presión fiscal).
Si ordenamos los países de Latinoamérica de menor a mayor incremento en el índice de desarrollo humano vemos con mayor claridad que Guatemala es, sorprendentemente, el país que más ha avanzado de la región en los últimos 10 años.

Conclusión
A pesar de las apariencias, la presión fiscal no es un indicador clave a la hora de hacer política pública para el desarrollo. Incrementar la presión (carga) fiscal no va a incrementar ni la renta per cápita ni el índice de desarrollo humano.
Existen múltiples iniciativas que se pueden llevar a cabo para desarrollar Guatemala, pero incrementar los impuestos no es una de ellas.
Recuerde esta frase la próxima vez que le digan que los impuestos deberían subir en Guatemala para desarrollar el país: los impuestos sirven principalmente para desarrollar los bolsillos de los políticos y burócratas que los gestionan. La agenda del desarrollo necesita un cambio en las reglas de juego, una liberalización de la economía, y priorizar la seguridad física y jurídica sobre cualquier otro gasto público.