Una crisis de salud pública es política, pues la salud pública se atiende con políticas públicas, susceptibles de debate político.
Empeñarse en lo contrario es hipocresía. Pedir que “no se politice la crisis” es un llamado a la censura, donde quiera que se pida.
Partiendo de aquí, quiero desde este rincón de una Europa con miedo, dirigirme a ustedes para hacerles saber el parte de muertes que esta grave crisis sanitaria ha dejado y dejará en el sector político. Además, les indico que fiel a mi conducta de cuidados personales para evitar el contagio, escribo la presenta sin tapabocas, pero bebiendo un whisky single malt seco, en vaso corto, escuchando boleros.
Macallan y Daniel Santos son mis pastores en este momento. Nada me faltará, amén.
El Estado vivirá, la democracia no
Es conmovedor ver a teóricos de la descentralización y la desconcentración del Estado, sumados a los autonomistas e independentistas de todo signo y toda laya, haciendo pucheros mentales en medio de esta crisis. Porque todas las teorías sobre el Estado han caído en desuso frente a una crisis donde la actuación del Estado fuerte, robustecido y soberbio, autoritario y mandón, serán no solo la norma, sino la respuesta al clamor popular. Frente a la propagación del virus, quedaron sin canción las feminazis que coreaban contra el macho violador que para ellas es el Estado opresor, pues ahora piden opresión contra el irresponsable que viole la cuarentena que el Estado opresor impuso. Adiós al debate de la igualdad: el coronavirus impuso la igualdad en la cuarentena. Todos en casa, machos violadores, hembras en peligro, todas las letras componentes de la comunidad LGBTIQ. Igualdad en la crisis.
¡Que actúe el Estado! Es el clamor de izquierdas, derechas, liberales, conservadores, verdes, amarillos, arcoiris, etcétera. El Estado es malo en tiempos de normalidad, en crisis todos lo queremos. Por eso, vemos sobre todo a ese conglomerado de pos-democratacristianos wannabe “liberales de derecha”, cultores del Estado mínimo, de la autosuficiencia del mercado y la libertad total del ciudadano frente al Estado, pedirle al Estado que actúe con multas frente a quienes violen la cuarentena. Piden además que el mercado no actúe subiendo el precio de los productos de primera necesidad en medio de la crisis y claman, además, por una mejor actuación de los centros estatales de sanidad, porque en medio de esta crisis lo último que harán es clamar por la provatización de la salud, como hacen usualmente.
En tiempos de crisis, el que pide un Estado pequeño no sabe qué hacer ni cómo responder cuando se le acaba el gel antibacterial. Debe ser por eso que se desata a comprar papel higiénico.
Pero si el Estado como concepto y como monstruo será no solo capaz de sobrevivir sino que además prevalecerá como mal necesario por muchas décadas más después de esta crisis, es la democracia la víctima en este momento. Porque donde exista, se le exigirá ser autoritaria. Y donde no exista, se le considerará un bochinche innecesario en momentos de crisis. No se pedirán elecciones en medio de una crisis sanitaria donde hacer concentraciones, marchas y aglomeraciones, sea campaña o votación. Y si se hacen elecciones, se pedirá que no se haga campaña con ciertos temas, se impondrá la censura y votarán quienes estén afiliados al sector de turno en el poder, a favor del continuismo.
Porque es sencillo: venderán el caos como respuesta a la exigencia de cambio. La democracia será, en este período, una víctima segura.
El coronavirus ya mató al gobierno interino
La primera víctima del coronavirus en Venezuela es el interinato. A nadie le importará lo que diga o haga, pues en medio de esta crisis, el Estado chavista, opresor y autocrático, tomará aún más control del que tenía ya. Es una lamentable desgracia dentro de otra desgracia, pues el aumento de los controles no serán para salvar sino precisamente para acelerar la muerte, la enfermedad y el padecimiento de los ciudadanos rehenes de este maldito régimen. ¿Por qué? Porque la línea política del régimen chavista es que todo lo malo que le sucede a Venezuela es “por culpa del bloqueo”. Ese es el leit motiv de la propaganda chavista y además su excusa para hacer lo que hace y no hacer lo que le piden. Así, mientras más enfermos, más contagios y más muertos deje el coronavirus en Venezuela, más se fortalecerá su posición: nos está matando el bloqueo, dejen entrar las medicinas y los recursos, desbloqueen nuestras cuentas, malditos gringos, nos están matando.
Es obvio, la estrategia del secuestrador siempre le sirve al régimen. Mientras más sufra el rehén, mejor para su estrategia.
En medio de eso, ¿qué puede hacer el gobierno interino y el presidente encargado Juan Guaidó? Lo de siempre: nada. O cualquier cosa que al final será inútil.
¿Qué ha hecho durante este tiempo? Llamados a la calle, sesiones de la AN para discutir una y mil veces asuntos que nada tiene que ver con la crisis real y pedir elecciones. ¿Se puede llamar a la calle en medio de esta crisis? No. ¿Se puede reunir la AN en medio de esta crisis, sin las previsiones mínimas con las que se contaría en caso de que se le respetara su investidura al parlamento? No. ¿Se pueden hacer elecciones en este contexto? No.
Siendo así, hay que advertir lo obvio: el paciente cero del coronavirus en Venezuela es el gobierno interino. Pasar más de un año mascando chicle sin hacer una sola bombita, pasará ahora factura sin duda. El tiempo es el peor enemigo de la lucha contra una tiranía. Y el peor enemigo de la lucha contra la tiranía, es una dirigencia irresoluta.
Quizás seguirán caminando un rato. Pero están muertos desde mucho antes de que arrancara la crisis.
Chavismo desnudo y vulnerable
Pero por supuesto que este maldito régimen termina en una grave y en mi opinión mortal encrucijada. ¿Quién podría defender desde afuera al chavismo si en este momento alguien se alza en su contra? ¿Quién puede proteger a los líderes en medio de una pandemia mortal? ¿Se arriesgará un escolta a cuidarle la familia a Diosdado si se enferman? ¿Unas fuerzas armadas regulares e irregulares diezmadas por enfermedad podrán actuar? ¿Podrán seguir como si nada trabajando en condiciones precarias los laboratorios de la droga y del procesamiento de oro en el Arco Minero?
Además, los padrinos internacionales están en el ojo de la pandemia. Por más que se intente esconder las cifras reales del contagio en China, Rusia, Irán y Turquía, está perfectamente claro que el golpe a la economía de estos países es colosal. Si bien la crisis es mundial y el impacto a la economía también será global, la revisión objetiva de los asuntos deja claro que es mala noticia para la fuerza manufacturera de China, atada al aparato exportador cuya fortaleza descansa en la competencia desleal del dumping y la intervención estatal en la manipulación cambiaria, sumado al trabajo esclavo. La economía rusa es una vieja cafetera que sirve para la guerra pero no para crear riqueza ajena a la corrupción de las élites postsoviéticas, y si le cae una crisis económica insalvable, en medio de la crisis del Cáucaso y de su implicación en Siria, peor. Turquía, con ganas de ser imperio otra vez, tendrá que sacar bien los números en cuanto a implicaciones en su entorno a través de la acción armada. Y a Irán, es ahora que empezará a pesarle tener un liderazgo gerontocrático y guerrerista, que en tiempos de epidemia sale caro mantener y cuidar.
De Cuba, aparte de Lágrimas negras, se ofrece interferón pirata. Pirata, porque el original lo inventaron en los años cincuenta en Suiza para combatir la hepatitis. El castrismo, que lo único que ha hecho es innovar formas clásicas de matar en dictadura, ha echado a andar la especie de que tienen la cura, el tratamiento, el antídoto para un virus, con una medicina de los años cincuenta.
Es normal. Igual da que te recomienden Interferón o un babalao. Así hicieron con Chávez y ya vemos en qué terminó todo.
Ante todo lo antes expuesto, dígame usted: ¿quién defendería, aunque sea de boca, con proclamas airadas o manifiestos, al régimen chavista si se actúa de forma armada en su contra? ¿Qué colectivo izquierdista en qué parte del mundo podría convocar manifestaciones de apoyo en este momento? ¿A qué medio de comunicación de izquierdas le interesaría hablar del asunto mientras se afanan en defender a sus regímenes mintiendo sobre las cifras reales de casos en sus respectivos países?
El chavismo lo sabe. Si hubiese una fuerza armada que legítimamente quiera actuar por la libertad de Venezuela, este sería el momento en que el régimen recibiría todos los golpes del mundo sin que nadie en el mundo salga a mover ni un dedo en su defensa. Cada quien, a lo suyo.
¿Quién sabe? Hay gente que aparece de repente en las crisis y se crece en ellas.
Epitafios necesarios
Son población vulnerable los ancianos. Eso quiere decir que más del 50 % de la clase política venezolana está en riesgo. No solo los mayores de cincuenta años, a quienes Yon Goicoechea a nombre de su generación declaró la guerra. No: los ancianos mentales, con arterioesclerosis ideológica tambien deberían ser población de riesgo.
Pero si lo de la población en riesgo es real, lo lógico es encerrar a Ramos Allup, José Vicente Rangel, Cilia Flores, Rosales, Henri Falcón, Timoteo, Claudio Fermín. Tambien hay que encerrar a Pizarro, Stalin, Freddy Guevara y Goicoechea, que aunque son menores de cincuenta, son más nocivos que coronavirus con ébola.
Pero al final, la lápida la mpone la realidad. Quedarán bajo tierra las promesas incumplidas y la politiquería fatua que a nadie importará. ¿De qué sirve una Carla Angola aconsejando rezar el padre nuestro meintras te lavas las manos o una Diana Dagostino hablando de su huerto, en medio de una pandemia?
La lápida caerá sobre gente inútil como Leopoldo López, Capriles o Borges, a quienes en medio de una crisis sanitaria nadie quiere escuchar. ¿Para qué? ¿Qué saben ellos de salud, si de paso están enfermos desde que nacieron?
Pasarán a primer plano los anónimos médicos de la cuadra, las enfermeras jubiladas en los barrios y urbanizaciones. Emergerán los traficantes de insumos médicos. Reinarán los solidarios en momentos de crisis.
Pero al final de esta crisis, todo indica que el chavismo seguirá ahí, matando más que la pandemia. Porque esa es nuestra verdadera tragedia: el chavismo es un asesino silente, pero efectivo.
Y no habrá forma de derrotarlo sin polítizar el combate en su contra. Incluso, en medio de esta crisis que utilizarán para entronizarse. Si no politizamos el tema, ganarán aún más.