EnglishAyer, el Gobierno colombiano reveló los detalles de su nuevo decreto para reglamentar a los “taxis de lujo”, una medida que surge única y exclusivamente por la presión que ha ejercido el muy poderoso gremio de taxistas sobre los políticos.
Al ver el cubrimiento de los medios colombianos acerca del decreto, concluí que el único artículo que le apuntaba a la verdad del asunto era el de Actualidad Panamericana, una revista digital satírica.
“Decreto de Uber salió con membrete de (la empresa) Taxis Libres”, fue el titular de la nota, la cual se refiere a Uldarico Peña, dueño de dicha empresa y el principal propietario de taxis de Bogotá, como “el ministro de Transporte de facto”.
De hecho, Uldarico estaba presente en la rueda de prensa en la cual el Gobierno anunció su último disparate normativo para un sector que, en vez de ser sujeto a más regulaciones absurdas, debe ser liberalizado del todo.
Luciendo traje y corbata, Uldarico transmitía un aire de seriedad muy distinto al que radiaba la última vez que lo vi en un vídeo. En esa ocasión, bromeaba con varios individuos y, en medio de chistes, les ofrecía COL$100.000 (unos US$30) por votar por Enrique Peñalosa a la Alcaldía de Bogotá. Lo cual, esperaría uno, también fue un chiste.
https://www.youtube.com/watch?v=Fx00tRNxppk
Ayer, sin embargo, Uldarico les dijo a los medios de manera muy sobria que estaba satisfecho con el decreto. ¿Y cómo podría estar insatisfecho?
Según El Tiempo, la medida exige que los nuevos taxis de lujo “deben ser de color negro —paradójicamente todos los carros de Uber son de color blanco— con una franja lateral, cuyas características serán definidas por el Ministerio de Transporte”.
Esto de paradójico no tiene nada; es una medida diseñada para sacar a Uber del mercado, el cual será dominado por la empresa de Uldarico y las de sus semejantes. La razón principal es que, “como primera medida, los taxis de lujo deben estar afiliados a una empresa” de taxis, y Uber ha insistido una y otra vez que ellos son intermediarios entre pasajeros y conductores, mas no una empresa de transporte.
El Gobierno también requiere que el nuevo servicio de lujo reciba pagos “mediante una plataforma digital que pertenezca a la empresa de taxis o a un tercero”. Uldarico, sin embargo, anunció que ya tiene lista “su propia plataforma tecnológica para empezar a trabajar”.
Como insinúa Actualidad Panamericana, al decreto del Gobierno, el cual descaradamente beneficia a los grandes actores de un gremio a costa de la libertad del consumidor, sólo le faltó el membrete de Taxis Libres para revelar sus verdaderas intenciones.
El gerente de Uber en Colombia, Michael Shoemaker, dijo que “la reglamentación de taxis de lujo no excluye otras alternativas de movilidad para los ciudadanos”, con lo cual presumiblemente se refiere a servicios como Uber X. Pero como escribió Andrés Londoño Botero la semana pasada en PanAm Post, el decreto también “prohíbe que vehículos particulares presten servicio de transporte, ergo, se sentencia la muerte de Uber X”.
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Hay que usar términos claros: el Presidente Juan Manuel Santos difícilmente podría hacer una afirmación más engañosa al decir que, con este decreto, “se abre un camino concertado” para que “todos los sectores de la discusión queden ‘contentos'”.
Este decreto es un grotesco adefesio burocrático y regulador. Es una medida coercitiva que pretende obligarnos a usar un servicio que muchísimos ciudadanos no queremos. Y todo para costear los votos que recibió el presidente Santos por parte de un gremio, y aquellos que recibirá su sucesor.
Si en algo se equivoca Actualidad Panamericana es en sugerir que Uldarico es el verdadero ministro de Transporte, pues el caimacán del gremio de taxistas no tiene necesidad de ser ministro, ni de iure ni de facto. Le basta con hacer sentir su poder en época electoral. Así puede hacerse a un lado y ver cómo los candidatos a los principales cargos políticos del país le obedecen tan dócilmente como hacían las escobas al hechicero maestro de Goethe.