EnglishFranklin Murillo, el gerente de British American Tobacco en Costa Rica, afirmó al diario La Nación el 31 de marzo lo siguiente: “Ante mayores impuestos para un producto legal […], surge un comercio ilícito que no compite en igualdad de condiciones y expende un producto de menor precio y de menor calidad”.
Y este es un fenómeno al que no puedo abstenerme de darle la atención merecida. En Costa Rica, desde que pasamos la ley Antitabaco en marzo de 2012, creemos que el consumo del cigarrillo se desplomó… pero lo único que ha pasado es que el contrabando se disparó. ¿Por qué? Por una falta de entendimiento de cómo opera el mercado. Acá creemos que si le subimos el impuesto a los cigarrillos, ya nadie va a comprarlos por el incremento en el precio; no entendemos que eso solo lleva a que se contrabandee este tipo de productos. En lugar de tener un impuesto bajo a los cigarrillos y así tasar una base mayor de transacciones, hacemos un análisis cuadrado de la problemática.
Señala La Nación que en el 2013 el contrabando decomisado creció nueve veces más que en el 2012. Claro está, eso va ligado al incremento en los impuestos sobre estos productos. Y ahora a partir de septiembre se empezarán a efectuar, por directriz del Ministerio de Salud, cajetillas con imágenes grotescas de la consecuencia de fumar (ignoran que ha habido múltiples caso donde se ha demostrado que la desensibilización sistemática hace que el impacto de esas medidas sea mínimo). Y hay quienes creen incluso que entonces la solución sería eliminar este producto del mercado, ignorando que esta industria es de las más importantes para el fisco costarricense.
Guillermo Oliva, Director de Asuntos Corporativos de Tabacalera Costarricense, indicó sobre el caso de Panamá: “Con los desmedidos aumentos de impuestos a los cigarrillos implementados en el año 2009 en ese vecino país, no solo no se alcanzaron los objetivos de salud pública de reducción del consumo, sino que adicionalmente se puso en riesgo la recaudación fiscal al llevar a la industria legal al borde del colapso” (Encuesta Contrabando en Costa Rica, AMCHAM-UNIMER, mayo 2012).
Por lo tanto hay ciertas variables que se deben tomar en cuenta a la hora de tratar el tema de los cigarrillos:
- El enfoque debe ser la demanda, no la oferta, si se busca bajar el consumo.
- Para bajar la demanda se requiere algo más que el conductismo elemental.
- A nuestro Estado no le sirve que caiga estrepitosamente el consumo, puesto que hay una alta dependencia de las finanzas públicas.
- Es preferible para el fisco que el consumo de cigarrillos sea legal en lugar de ilegal.
- El Estado lucha contra el consumo de cigarrillos pero depende financieramente del mismo.
Señalo estas cuestiones para entender realmente la problemática. Habría que incluso contrapesar el argumento del impacto de los fumadores en el sistema salud con los ingresos fiscales que reporta esta actividad. Lejos de emitir un juicio de valor con respecto a fumar un cigarrillo, mi deseo es sencillamente aclarar el tema . No podemos medir realmente los impactos de la ley Antitabaco puesto que las actividades de consumo se han vuelto más clandestinas.
Lo cierto es que las soluciones a estas conductas poco saludables trascienden métodos arcaicos cercanos a la prohibición. Como estudiante de psicología solo puedo argumentar que fumar es un hábito con diversas causas y que se da en un ambiente en el cual no se pueden controlar todas las variables. Fumar un cigarrillo puede responder hasta a ‘vacíos emocionales’, mala autoestima, ideas irracionales, reforzamientos diversos, aprendizaje social, etc. —y para que una persona cambie este hábito se requieren más que medidas arbitrarias y de imposición centralizada.
El mercado lo que hace es satisfacer las diversas demandas, y si el Estado la emprende la represión en contra de los productores legales… quienes se benefician finalmente son los ilegales.