EnglishErróneamente muchos costarricenses creen que las fuerzas socialistas no accedieron al poder en las pasadas elecciones, pero sí lo hicieron —no absolutamente, sino de manera indirecta. ¿Atrevida afirmación? Bueno, asumo el reto de sostener esta tesis.
El pasado martes 7 de octubre vimos a los estudiantes de las universidades públicas protestar por las intenciones de algunas bancas de reducir el crecimiento del Fondo Especial de Educación Superior a una tasa un poco menor al 14% —cifra que irresponsablemente propuso el Ejecutivo; hay que aclarar que aún con la mayor moción que se encuentra en la Comisión de Asuntos Hacendarios para limitar ese crecimiento, el mismo sumaría en el 2015 US$57 millones (8,33% más con respecto a este año).
Sin duda uno debe preocuparse por la posición del presidente, quien presentó un presupuesto 19% mayor al del 2014, y el cual los sindicatos defenderán en las calles
A pesar de esta realidad, la marcha se llevó a cabo y contó con la participación del presidente del Congreso, Henry Mora, y varios otros diputados del Partido Acción Ciudadana (y la totalidad de los del Frente Amplio). Pero adivinemos quién avaló la marcha: el presidente Luis Guillermo Solís.
En esta marcha se coreaban: “¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado Diputados! ¡Que recortes en el presupuesto no aceptamos!” Se gritaban insultos muy ofensivos contra el diputado Ottón Solís; el diputado Jorge Arguedas llamó “nefasto” al diputado Otto Guevara y “sin vergüenza” al diputado Solís Fallas —todo esto vía un micrófono y dirigiéndose a estos estudiantes que también coreaban: “¡Menos religión! ¡Más educación!”
En fin, pueden darse una idea de que el acto fue de una ética bastante irregular… pero del estudiantado todo se puede esperar, y se puede argumentar que los participantes están en su total libertad de manifestarse, pero ¿está bien que esta protesta haya sido apoyada públicamente por el presidente Solís?
El viraje ideológico de nuestro país ha sido claro: el presidente Solís se ha aliado con el partido local abiertamente chavista
Curiosamente la semana pasada el presidente Solís acompañó en conferencia al bloque sindical, y adivinen bajo cuál pancarta se dejó ver: “Unidad Nacional Contra el Modelo Neoliberal”. Sin duda uno debe preocuparse por la posición del presidente, quien presentó un presupuesto 19% mayor al del 2014, y el cual los sindicatos defenderán en las calles, según señalan.
Pero bueno, puede que todo esto aún no lo convenza de que don Luis Guillermo está muy cerca del socialismo. A esto podríamos agregar que él puso como jerarca de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) a Mariano Figueres, conocido socialista nacional. También debemos recordar una reciente entrevista en La Nación en la cual se le preguntó cuál fue el último buen Gobierno, respondió: “Más que un Gobierno, fue una época, en los años 70 y 80. No es que los Gobiernos fueran desastrosos después de los años 80, pero sí que el proceso se degradó”.
Hemos de recordar que esta fue la época de lo que él llama “El Estado Social de Derecho” —del despilfarro, la alta inflación, la crisis de deuda, etcétera, y que culminó en una de las peores crisis que ha vivido Costa Rica. En la misma entrevista señaló que girar a la izquierda era “recuperar el centro” y añadió: “Nunca hemos tenido miedo a un Estado benefactor y potente”, en un país en donde el gasto social de ha triplicado en los últimos años.
La pregunta que hoy tenemos es si el sector privado y las universidades privadas finalmente alzarán sus voces, ahora que saben quién nos manda.
Pareciese que el panorama es claro, el presidente decidió apostar sus fichas en el sector público y en las universidades públicas viendo en ambos sectores los que mayor capacidad de movilización tienen. El viraje ideológico de nuestro país ha sido claro: el presidente Solís se ha aliado con el partido local abiertamente chavista, Frente Amplio, y ha encontrado en el Partido Unidad Social Cristiana un aliado que esperamos sea solo temporal.
La agenda del Gobierno ha molestado a los sectores perjudicados, principalmente al productivo, pero esto solo ha generado una caída considerable en la aprobación de Solís. La pregunta que hoy tenemos es si el sector privado y las universidades privadas finalmente alzarán sus voces, ahora que saben quién nos manda.
Editado por Elisa Vásquez