EnglishEl libre comercio es una cuestión moral. Cuando el gobierno se interpone entre compradores y vendedores e impone aranceles, cuotas u otras barreras, interfiere con el derecho de las personas a participar en el intercambio. También impide todos los efectos moralmente positivos del comercio.
El comercio entre personas de distintos países no es diferente de los intercambios entre las personas de distintos barrios, ciudades o estados. Las fronteras internacionales no tienen relación con el derecho de comerciar o en los beneficios del comercio.
No obstante, existe una amplia gama de libertad de comercio en todo el mundo. El Atlas Economic Research Foundation (al cual apoyo) estableció AtlasFreeTrade.org en 2013, y uno de los recursos en el sitio es un Índice interactivo de un mapa de comercio mundial. Esto muestra la puntuación en la libertad de comerciar y el ranking de 152 países según los datos de Libertad Económica del Fraser Institute del Informe Mundial. Por ejemplo, Chile, es el más libre con el puesto 13, Canadá está 48, Estados Unidos ostenta el puesto 40, y Venezuela el 151.
Los economistas han reconocido los beneficios del libre comercio. Como ha observado Daniel Griswold, “el libre comercio promueve la libertad, la prosperidad y la paz”. Por su parte, Donald Boudreaux asegura que también permite el enriquecimiento cultural.
La conveniencia de quitar unilateralmente las barreras es también conocida. ¿Por qué, entonces, solamennte Hong Kong y Singapur dieron este paso?
Como todo lo demás que hace el gobierno, sus acciones sobre el comercio se basan en sus propios intereses y los de sus protegidos. La retirada unilateral de las barreras privaría a los políticos del control sobre el comercio y de la oportunidad de dar un trato especial a las industrias favorecidas. Los políticos explotan la ignorancia económica de los votantes y utilizan el “sesgo anti-extranjero” para restringir el comercio y la inmigración. Sus objetivos son aumentar el poder y ser reelegidos; no aumentar la libertad. El resultado es que los gobiernos que se ocupan de las barreras al comercio tienden a hacerlo a través de la búsqueda de acuerdos internacionales. Esto les permite seguir controlando el comercio, otorgar favores a las empresas, y promover el nacionalismo económico.
El enfoque en la protección de los intereses especiales hace falsa la negociación de esos acuerdos. Como escribió Andrew Coyne del National Post con respecto a las negociaciones de la Unión Europea-Canadá:
Estas fallidas Políticas se tornan sagradas y defendidas hasta la última consecuencia. Obviamente, las reformas beneficiosas se vuelven impensable – o no hasta que coincidan con el otro beneficiado. Toda la situación es un absurdo. Parecería una negociación de rehenes en la que ambas partes tienen armas apuntadas a sus propias cabezas.
Las negociaciones comerciales internacionales están sujetas al fracaso. Incluso cuando tienen éxito, retrasan la eliminación de las barreras nacionales. Además, el alcance de los acuerdos se limita sólo a los países que son parte. Esto deja vigente a las restricciones para el comercio con otros países.
Milton Friedman y Rose D. Friedman recomendaron:
Podríamos decir al resto del mundo: creemos en la libertad y en la intención de practicarla. Nosotros no podemos forzar a nadie a ser libre. Pero podemos ofrecer plena cooperación en igualdad de condiciones para todos. Nuestro mercado está abierto para ustedes sin aranceles u otras restricciones.
Todo gobierno que tenga la sabiduría y la capacidad unilateral de eliminar las barreras comerciales debe hacerlo. Este es el camino moral, y el único que contribuye a la paz y a la prosperidad.