El think tank sueco TIMBRO publicó en 2016 el primer Índice de Populismo, un proyecto dedicado a estudiar el auge electoral de la izquierda y la derecha autoritaria en Europa. El proyecto, en el que tuve el honor de participar, está liderado por el politólogo Andreas Johansson Heinö.
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Si nos fijamos en el auge de la nueva derecha populista europea vemos que su peso no ha parado de crecer en las últimas décadas. El número de parlamentarios nacionales ligados a estos partidos ha pasado de la marginalidad al entorno de los 400 representantes a lo largo y ancho del Viejo Continente.
En términos porcentuales, el voto medio a estos partidos en los más de 30 países europeos analizados por TIMBRO ha pasado del 1 % en 1980 al 12 % en 2016.
Esta tasa es la media europea, pero hay muchos países donde la derecha populista ya supera este umbral. Si nos fijamos en Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega, vemos que el voto medio que reciben estos partidos llega al 17,1 %. Pero los bastiones de esta nueva derecha son Hungría, con un 65,8 %, y Polonia, con un 46,4 %.
La izquierda populista se dispara al Sur de Europa
El número de representantes parlamentarios ligados a los partidos de la izquierda populista bajó de manera sistemática en los años 80 y 90. Sin embargo, tras tocar fondo en los años previos a la crisis, el peso de estas formaciones no ha parado de crecer, impulsado por el malestar socioeconómico que se derivó de la Gran Recesión.
En términos porcentuales, el voto a la izquierda populista en las elecciones nacionales europeas cayó del 10 % al 4 %, pero posteriormente ha crecido hasta ubicarse en el entorno del 7 %.
Al Sur de Europa, los números son mucho más alarmantes. Grecia se coloca a la cabeza, ya que el gobierno de Syriza viene de anotarse un apoyo del 45 % en las últimas elecciones celebradas en la república helena. A continuación nos encontramos con Italia, donde el Movimiento 5 Estrellas ha alcanzado tasas de apoyo que se acercan al 30 %. España y Portugal presentan un escenario más favorable, pero ambos países ibéricos sufren igualmente las embestidas de partidos como Podemos o el Bloco de Esquerda.
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Cuando consideramos tanto la derecha como la izquierda populista, vemos que el apoyo medio a estos partidos alcanza el 18 %, con sesgo al alza. Entre los años 80 y 90, el ascenso de la derecha radical se compensaba con el declive de la izquierda neocomunista. Sin embargo, ambas fuerzas han ido a más durante la última década, por lo que el peso agregado de estas formaciones ha empezado a subir con fuerza.
Desde el punto de vista económico, el enfoque estatista de la mayoría de estos partidos puede conducir a Europa hacia una deriva anticapitalista y antiglobalización. En este sentido, los extremos se tocan y tanto la derecha populista como la izquierda populista se ponen de acuerdo a la hora de minar la economía de mercado e impulsar modelos basados en el dirigismo y el intervencionismo.