
El panorama político de América Latina va a experimentar grandes cambios durante el próximo año. Se avecina un intenso calendario electoral que incluye elecciones presidenciales en Venezuela, Chile, México, Colombia, Brasil, Costa Rica, Paraguay y Honduras. Ante esta concatenación de citas con las urnas, merece la pena echar un vistazo a la última edición del principal sondeo de opinión en la región: el Latinobarómetro.
El estudio muestra que el porcentaje de ciudadanos que se muestra satisfecho con la democracia ha caído del 44 % obtenido hace diez años al 30 % registrado en 2017. La decepción es especialmente honda en Venezuela, México, Colombia, Perú o Brasil, donde solamente el 22 %, 18 %, 17 %, 16 % y 13 % se declara satisfecho con sus instituciones políticas. Más bajo es el respaldo social a las Fuerzas Armadas (46 %), la Policía (35 %) o la autoridad electoral (29 %).
Las instituciones eclesiásticas sí cuentan con el visto bueno del 65 % de la ciudadanía, con cotas que rebasan el 70% en el caso de algunos países. Estos niveles de apoyo tan altos chocan con el mísero 15% de confianza en los partidos políticos, el magro 25 % que dice fiarse de su gobierno central o el mediocre 22 % que reconoce tener cierta fe en el parlamento.
Especialmente devastador es el indicador que mide la confianza en el poder judicial. El promedio regional es de apenas un 25 %. Hace una década, este indicador era de apenas un 32 %, de modo que el resultado ha ido de mal en peor. Solo Costa Rica y Uruguay logran una tasa de confianza en los tribunales superior al 40 %, mientras que la mayoría de países de la región se mueve entre el 20 % y el 30 %. Especialmente sangrante es el 20 % de Chile, el 19 % de Honduras, el 18 % de Perú y el 15 % de Paraguay.
También resulta muy preocupante la prevalencia de determinados conflictos sociales. El 76 % dice que hay un conflicto significativo entre “ricos y pobres”, mientras que el 74 % opina lo mismo del equilibrio entre empresarios y trabajadores. Además, el 66 % ve una guerra de sexos entre hombres y mujeres, el 59% se preocupa por las relaciones entre distintas razas y el 54 % dice observar un enfrentamiento entre nacionales y extranjeros.
Pero especialmente grave es el miedo a la violencia física que reconoce la abrumadora mayoría de ciudadanos encuestados por el Latinobarómetro. El 43 % dice que teme ser víctima de un delito con violencia “todo el tiempo”, mientras que un 26 % afirma tener esta preocupación “algunas veces” y otro 15 % dice preocuparse “ocasionalmente”. Solo el 15 % de la población dice no tener ningún miedo a que esto suceda.
Además, hay una abrumadora mayoría de latinoamericanos que afirma que la corrupción es recurrente en su país. En una escala de 0 a 10, otorgan un 7,5 al grado de irregularidades perpetradas por el gobierno, mientras que asignan un 7,4 al sistema de justicia y un 7,1 a las grandes empresas. Hace diez años, la corrupción no aparecía siquiera en la lista de problemas enunciados por el Latinobarómetro, pero esta lacra parece haber ido a más, especialmente ahora que se conocen escándalos de magnitud continental como el caso Odebrecht.
En cuanto al bienestar de los ciudadanos, un 78 % de los venezolanos dice que sus ingresos no son suficientes para cubrir sus necesidades. El porcentaje medio de la región es un 44 %. Por debajo de ese umbral aparecen Chile, Uruguay, Panamá, Argentina, Paraguay, Costa Rica y Brasil. Un 24 % de los latinoamericanos dice no tener suficiente comida para alimentarse, mientras que un 41 % afirma tener miedo al desempleo. En la escala de ingresos, un 45 % dice ubicarse en una franja baja, mientras que el 42% se identifica con una renta media y solo un 9 % dice tener un sueldo alto.
Con semejantes conclusiones, parece claro que América Latina sigue enfrentando problemas muy graves. De modo que, pase lo que pase en las próximas elecciones, la situación continental entraña retos políticos, económicos y sociales muy complejos que, además, tienen difícil solución a corto plazo.