El pasado 5 de mayo, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, participó en los actos de conmemoración del 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx. El exprimer ministro de Luxemburgo, que ahora encabeza el brazo ejecutivo de la Unión Europea, se trasladó a la localidad teutona de Tréveris para pronunciar un discurso en el que defendió la importancia de “recordar a Karl Marx, porque el recuerdo y el entendimiento son vitales para el futuro”.
El evento generó un enorme revuelo mediático, pero Juncker no solo no canceló su asistencia al foro sino que pidió que “no se culpe a Marx de las atrocidades cometidas por sus herederos”. Igualmente, el líder de la burocracia europea afirmó que “hay que entender a Marx teniendo en cuenta el contexto de su tiempo”.
Roxana Nicula, víctima de la dictadura comunista de Rumanía y presidenta de la Fundación para el Avance de la Libertad, envió una carta a Juncker para afear a Juncker su participación “en un acto cruel que atenta contra el merecido respeto que merecemos los millones de ciudadanos europeos que hemos sufrido la tiranía comunista”.
Nicula aprovechó la misiva para recordarle a Juncker que “a día de hoy, sigue habiendo muchos países en el mundo en los que la población está sufriendo la abominación ideológica creada por Karl Marx”. En esta línea, afeó a Juncker que “no se pueden olvidar estos hechos, menos aun cuando uno actúa en nombre de la Unión Europea”.
Paso atrás en la condena institucional del comunismo
Cabe recordar que el Parlamento Europeo declaró en 2009 la instauración del 23 de agosto como Día Internacional del Listón Negro, una fecha planteada en recuerdo de las víctimas de todos los regímenes totalitarios y autoritarios que ha sufrido Europa. La fecha escogida no fue ninguna casualidad: conmemora el día en que la Alemania Nazi y la Rusia Comunista se repartieron Polonia.
La aprobación de esta conmemoración bebe a su vez de la Declaración de Praga, un documento suscrito en 2008 por políticos, intelectuales, historiadores y víctimas de los distintos regímenes tiránicos que sufrió Europa durante el siglo pasado. Dicho texto fue sometido a votación por la Eurocámara, obteniendo 553 votos a favor frente a apenas 44 en contra y 33 abstenciones.
Al mismo tiempo, la Declaración de Praga se apoya en la Resolución 1481/2006 del Consejo de Europa, que en su período de sesiones de invierno de 2006 acordó la “condena enérgica de los crímenes cometidos por los regímenes comunistas totalitarios”. Desde entonces, el tratamiento de repudio que han dado las instituciones europeas al horror comunista ha sido equiparable al rango de total rechazo que, como es lógico, despiertan también los regímenes nacional-socialistas o fascistas.
En este sentido, la participación de Juncker en un homenaje a Marx constituye un paso atrás que debería preocupar a todos los defensores de la libertad y la democracia. El filósofo alemán defendió abiertamente la dictadura del proletariado, justificada desde una ideología de total enfrentamiento social como es la lucha de clases.
Su apelación a la “unidad del proletariado” fue mano a mano con la declaración explícita de que los objetivos comunistas “sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”. Huelga decir que el sistema económico comunista que propuso no tuvo en consideración el respeto a la propiedad ni la tolerancia con la autonomía personal.
De hecho, la vigencia de sus ideas en ciertos círculos se explica, sobre todo y ante todo, porque el esquema argumental del marxismo resulta especialmente simplista a la hora de explicar cualquier problema económico. Basta con hablar de buenos y malos, de explotados y explotadores, de los de arriba y los de abajo, para abstenerse de tomar en cuenta cualquier otra consideración.
Es importante, pues, incidir en la condena absoluta del comunismo y exigir a las autoridades que se abstengan de cualquier tipo de blanqueamiento de un esquema de ideas cuya aplicación ha dejado más de cien millones de muertos, causando además un empobrecimiento masivo equiparable al que hoy viven Cuba y Venezuela en América.