Un año más, Chile es la economía más abierta de América Latina. El modelo desarrollado por los Chicago Boys sigue arrojando buenos resultados y, por vigésimo tercera vez, lidera el Índice de Libertad Económica que elabora la Fundación Heritage y que difunden en el mundo hispano entidades como Foro Regulación Inteligente, consultora que tengo el honor de dirigir.
La puntuación que recibe Chile se ha resentido del mal manejo fiscal y el refuerzo del intervencionismo que ha tenido lugar en los últimos años. Si hace un lustro recibía una nota cercana a los 80 puntos sobre 100, hoy su calificación está en el entorno de los 75 puntos, lastrada por un aumento del gasto, los impuestos y el endeudamiento público.
Será interesante ver qué ocurre durante la legislatura que acaba de comenzar. Al menos, Chile puede sacar pecho y compararse muy favorablemente con sus países vecinos, que aparecen relegados a lugares mucho peores del listado.
Así, el siguiente país del ranking latinoamericano es Uruguay, que solo alcanza el puesto 38 a nivel global y recibe una calificación de 69,2 puntos sobre 100. Colombia completa el podio, con una nota de 68,9 puntos que debería mejorar en caso de triunfo electoral de Iván Duque, pero podría despeñarse si el chavista Gustavo Petro sale vencedor en los comicios presidenciales.
El caso de Perú es especialmente significativo, porque su calificación ha dado pasos de gigante en las últimas décadas. Frente a los 56,9 puntos del año 1995, la última edición del Índice de Libertad Económica otorga a la economía andina una nota de 68,7. Panamá y Costa Rica ocupan los siguientes lugares de la tabla, confirmando una trayectoria de mayor solidez liberal que el resto de la región.
Argentina mejora
El Índice de Libertad Económica, creado hace más de dos décadas, mide diez variables, tomando como referencia datos cuantitativos y estudios cualitativos. Los puntos estudiados son el grado de protección de los derechos de propiedad, la efectividad del sistema judicial, la ausencia de corrupción, el peso de la fiscalidad, el gasto público, la carga de la deuda pública, la facilidad para hacer negocios, la flexibilidad laboral, la estabilidad monetaria, la apertura comercial, la libertad para invertir y la ausencia de intervencionismo en el ámbito financiero.
El informe certifica, por ejemplo, la mejora del clima económico argentino. Con los Kirchner, la nota del país suramericano cayó de 65,7 a 43,8 puntos, un desplome explicado por el afianzamiento de políticas de deuda, inflación y gasto populista. La llegada de Macri parece haber invertido las tornas y Argentina ha subido su calificación hasta los 52,3 puntos, un resultado que sigue siendo mediocre pero que confirma un cambio a mejor.
En las últimas posiciones de la lista nos topamos con Ecuador, Bolivia, Cuba y Venezuela. Los regímenes de Rafael Correa, Evo Morales, Fidel Castro y Hugo Chávez han intervenido estas cuatro economías de forma rígida, suprimiendo la libertad económica y conduciendo a un empobrecimiento generalizado de las masas.
No es casualidad, pues, que el PIB per cápita de este grupo de países sea de apenas 11.000 dólares, frente a los 18.000 del cuarteto de economías más abiertas de la región.