A finales del pasado año 2017, el código tributario de Estados Unidos fue reformado de manera significativa, al calor de una rebaja de impuestos impulsada por las propuestas fiscales del presidente Donald Trump y aprobada por una mayoría de legisladores republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado.
Desde entonces, el ritmo de crecimiento de la economía estadounidense se ha acelerado de manera significativa, hasta el punto de que el segundo trimestre del año (abril-junio) arrojó una sorprendente expansión del 4,1%.
Semejante aumento del PIB fue anticipado por el gurú económico Douglas Holtz-Eakin, que dirigió en su día la Oficina Presupuestaria del Congreso y sirve ahora como presidente del American Action Forum (AAF), una entidad liberal-conservadora que está jugando un papel muy relevante a la hora de marcar la agenda del gobierno estadounidense.
Holtz-Eakin apunta que “para entender hasta qué punto es sostenible la tesis de que el crecimiento se está acelerando, debemos estudiar cuál ha sido la evolución trimestral del PIB en los últimos años. Pues bien, mientras que la era Obama arroja cifras comprendidas entre el 1,5% y el 2%, el curso 2017 muestra que dicho umbral se elevó hasta moverse entre el 2% y el 2,5%, pasando ahora a un nuevo intervalo que va del 2,5% al 3%”.
La expansión de la actividad que se está observando “hace que la economía aumente notablemente su capacidad para crear riqueza. No parece razonable pensar que Estados Unidos va a moverse siempre en tasas del 4%, pero sí parece razonable considerar que el PIB se va a mover en el entorno del 3% durante los próximos años”.
Las claves del crecimiento
Para Douglas Holtz-Eakin, “la aceleración del crecimiento fue progresiva en 2017 y coincide con la apuesta por la desregulación que ha hecho el gobierno de Donald Trump, cuya meta es rebajar en 9.000 millones de dólares los costes normativos que afectan al sector privado”.
En cuanto a 2018, la rebaja de impuestos ha sido el principal cambio de política económica, con el resultado de una caída significativa en los gravámenes que pagan las empresas y las familias.
La inversión privada se ha disparado de forma notable desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca. “En las empresas, las tasas de 2016 se movían entre el -1% y el 2%, mientras que en 2017 pasaron a oscilar entre el 4% y el 6%. En los dos primeros trimestres de 2018 se ha mantenido la tendencia, con tasas de crecimiento de la inversión empresarial que van del 6% al 7%”, apunta el presidente del AAF.
Por tanto, el influyente economista norteamericano considera que “la economía se está fortaleciendo de manera sistemática y con patrones sostenibles a largo plazo. No hay ningún problema de recalentamiento, lo importante es que la política económica siga por este camino”.