El bolívar ya no es creíble
Por Luis Espinosa Goded
Una moneda “sana” no garantiza la prosperidad de una economía. Pero una moneda enferma sí es garantía de una economía pobre y disfuncional.
El sistema monetario no es sino la base sobre la que se construye un sistema económico, y a pesar de toda la atención que le dedicamos los economistas al sistema monetario (por su importancia y complejidad), en realidad no debería ser éste el principal foco de estudio; como en un cuerpo sano, deberíamos poder dar por asumido que la moneda que manejamos sirve de medio de cambio, como unidad de cuenta y como depósito de valor.
Venezuela, desgraciadamente, está en una situación desesperada. Con una moneda que apenas tiene valor, pues “la maneja” su régimen, a través de lo cual intenta conseguir ingresos devaluando la moneda; esto es, detrae el poder adquisitivo de todos los ciudadanos que usan esa moneda para poder financiar su desorbitado gasto e ineficiente gobierno.
Hablando en román paladino, para que no queden dudas: el bolívar ya no tiene valor, pues el Gobierno venezolano lo ha devaluado; lo que, en correcto castellano, quiere decir: depreciado, envilecido, encanallecido, desvalorizado, desnaturalizado, corrompido, pervertido, adulterado, bastardeado.
Creo que nuestro lenguaje es meridianamente claro en cuanto a lo que realmente significa “devaluar” una moneda, a pesar de que muchos economistas perdidos en argumentaciones “sofisticadas” sigan defendiendo que es una buena política económica.
El dinero es una institución, esto es, un acuerdo generalmente aceptado por la sociedad en cuanto a qué es admisible como medio de pago, como cancelación de deudas. Y el bolívar ya no goza de credibilidad alguna en la sociedad venezolana ni como papel, siquiera, por ello hay que impedir la posibilidad de que el Gobierno venezolano siga “manejando la política monetaria” —esto es, devaluando el bolívar.
Por tanto, la mejor alternativa que en estos momentos tiene Venezuela es adoptar un dinero que sí que tenga credibilidad, que sí que goce de valor. Y el dólar es la moneda aceptada internacionalmente como medio de pago, conserva de manera (¿no muy?) aceptable su valor, y es unidad de cuenta común.
El dólar no es el dinero ideal ni muchísimo menos. Soy muy consciente de los graves problemas que tiene el dólar como dinero. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno, lo ideal es imposible y no alcanzable. Y adoptar el dólar es una solución factible como las experiencias de Ecuador, Panamá o El Salvador demuestran.
Por ello la mejor alternativa monetaria que tiene Venezuela es permitir a sus ciudadanos utilizar el dólar como medio de pago. Dar libertad a su sociedad para que pueda elegir qué institución adopta como moneda. Con sólo permitirlo mejorará de manera significativa su situación monetaria.
Por desgracia el monetario es tan sólo uno de los múltiples problemas que padece la economía, la sociedad y la política venezolana, pero será al menos un paso en la dirección adecuada. En la dirección de la libertad y la institucionalidad.
Luis Espinosa Goded, es profesor de Economía de la Universidad San Francisco de Quito. Doctorando en Economía de la Escuela Austriaca. Liberal y defensor de las ideas de libertad y prosperidad. Madrileño, curioso y vividor. Síguelo en @luisesgo.
Orden e instituciones son claves
Por Luis Oliveros
EnglishIncreíblemente hay un grupo de analistas (ningún economista reconocido lo ha planteado de manera seria) que han comenzado una campaña para vendernos las bondades de la dolarización. Según ellos, que Venezuela dolarice su economía generaría un impacto instantáneo en nuestro país; y casi automáticamente, nuestros problemas se acabarían.
Al parecer en ese grupo hay un desconocimiento sobre qué significa hacer eso y las consecuencias que traería para el país.
Entre las desventajas que implica la dolarización tenemos:
1.- Pérdida de flexibilidad en la política monetaria, ante la no coincidencia de los ciclos económicos entre el país emisor y el país dolarizado, situación que podría generar shocks a la economía dolarizada.
2.- Cuando un país adopta una moneda extranjera como su moneda de curso legal sacrifica los ingresos por concepto de señoreaje que provienen de la emisión primaria.
3.- Al no tener un banco central, sufre la pérdida de la función de prestamista de última instancia, aspecto que no le permite atender problemas de liquidez del sistema bancario (requiere líneas de crédito con bancos extranjeros).
4.- Los sistemas financieros se vuelven más vulnerables ante choques externos.
5.- Se elimina la posibilidad de utilizar el tipo de cambio como una variable de ajuste ante choques externos.
La dolarización está muy lejos de ser la solución de los problemas económicos del país. Dolarizar significa quedarse sin opciones ante una crisis, por ejemplo, una caída en los precios del petróleo. Con la plena dolarización no hay opción de salida, no hay Plan B, ya se cede completamente el control sobre la política monetaria y cambiaria.
Los exitosos ejemplos de países en la región como Colombia, Chile, Perú, y Uruguay, que derrotaron a la inflación y la inestabilidad cambiaria, demuestran que con orden fiscal-monetario e instituciones sólidas se pueden hacer las cosas bien sin recurrir a medidas tan extremas.
Tres preguntas finales: si uno de nuestros principales problemas hoy es una fuerte restricción de divisas, ¿cómo dolarizar, si tienes en tu disponibilidad de divisas una enorme debilidad?; si la cantidad de dinero en la economía la dicta la cantidad de dólares que tengas, ¿el ajuste monetario que viviríamos no sería muy grande ante los pocos activos externos que tiene Venezuela?; y por último, con la debilidad institucional con la cuenta actualmente Venezuela, ¿es cónsono dolarizar con esta baja calidad institucional, o la sola dolarización nos generará las instituciones que necesitamos?.
Las respuestas son obvias, Venezuela no puede dolarizar.
Luis Oliveros es un economista venezolano, profesor universitario, con postgrados en Política Petrolera, Finanzas Internacionales y Dirección Financiera. Síguelo en @luisoliveros13.