Apoyo a los demócratas
Por María Teresa Romero
Yo creo que sí ayudan mucho, especialmente a los venezolanos democráticos, que hoy en día son la mayoría del país, que algún Gobierno de la región haya tomado la decisión soberana y de acuerdo con las leyes de su país –en este caso, las leyes de los Estados Unidos– de congelar los bienes y no dejar entrar a su territorio a un grupo de funcionarios del Gobierno de Venezuela, por estar incursos en actos de corrupción, violación a los derechos humanos y vínculos con el narcoterrorismo internacional.
Esto le da fuerza ético-moral y ánimo de lucha a los sectores democráticos venezolanos, al tiempo que fortalece sus propios principios y conductas en un momento difícil, en el que sus principales líderes son perseguidos, encarcelados y torturados, cuando se arremete contra el pueblo sin que haya ningún poder judicial interno que lo defienda.
Además, le hace ver a los sectores democráticos del país que no están solos y que, si bien el régimen que los gobierna no cumple lo establecido en la Constitución nacional, ni en la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA), bajo un cómplice silencio de la mayoría de los Gobiernos latinoamericanos, al menos sí la hace respetar un Gobierno de la región, utilizando sus propias leyes y su política exterior soberana.
Incluso, las sanciones representan una ayuda para el propio chavismo, porque le hace entender más claramente, en la práctica, que la justicia llega a quienes la violan, así sea en forma limitada, a través de países y mecanismos jurídicos externos.
Sin duda, hubiese sido preferible que no solo el Gobierno de Estados Unidos hubiera tomado esas sanciones, sino que hubiese estado acompañado de otros países democráticos de la región. Pero como eso no fue posible, ante el pragmatismo, la falta de voluntad y la debilidad democrática existente en los Gobiernos latinoamericanos actuales, no quedaba otra solucion que la actuación solitaria del Gobierno, que el régimen chavista venezolano utiliza para fundamentar su posición y propaganda antiimperialista, con la cual trata de ocultar su verdadera naturaleza autoritaria y neocomunista, así como su pésima gestión gubernamental.
Pese a ello, las sanciones estadounidenses a funcionarios chavistas han sido beneficiosas para la democracia venezolana y regional, aun cuando esto solo se irá viendo poco a poco, y a mediano plazo.
María Teresa Romero es periodista con Maestría y Doctorado en Ciencias Políticas, especializada en política internacional. Es profesora titular de la Universidad Central de Venezuela, escritora en varios periódicos venezolanos e internacionales, y autora de varios libros. Síguela en @mt_romero.
Castigo electoral
Por Carmen Beatriz Fernández
English Para entender la política internacional que rige las actuaciones de las naciones, es clave entender la política local. Se le atribuye al diputado Demócrata Tip O’ Neill la frase “all politics is local politics”: La opinión más importante es la de tus electores. Algo así como el clásico comercial “el cliente siempre tiene la razón”. Y estoy convencida de que la jugada de Obama respecto a las sanciones tiene más que ver con la política pre-electoral norteamericana que con la política venezolana.
Cuando el presidente Obama realizó esa declaratoria de Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria, para luego referirse a unas sanciones puntuales contra siete individuos, hizo mucho ruido. Podemos suponer que ese ruido no es casual. Y hacerlo en vísperas del encuentro hemisférico de la OEA en Panamá es aún más deliberado.
El encuentro de Panamá iba a tener como principales protagonistas a Obama y Raúl Castro como nuevos mejores amigos. Si bien es cierto que una somera mayoría norteamericana apoya el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, no menos cierto es que esa foto Obama-Castro causa urticaria entre grupos electorales relevantes en Estados Unidos.
Para la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos hay un segmento que es singularmente importante: el del elector hispano; el bando que lo conquiste hará suya la presea presidencial. Subirle el volumen al tema venezolano, focalizando en la enemistad con el régimen de Nicolás Maduro, hará que esa foto de Obama y los Castro sea electoralmente menos costosa.
Pero también en Venezuela estamos en víspera de una campaña electoral, ante unas parlamentarias que podrían ser las últimas elecciones importantes del país en cuatro años. El Gobierno venezolano ha utilizado el decreto de Obama como palanca de esa campaña. La “lucha contra el Imperio” venía siendo parte de la retórica oficial desde los tiempos de Chávez. Maduro lo retomó desde sus inicios hace dos años, con muy pobres resultados. Sin embargo, el decreto de Obama le da la oportunidad de hacer verosímiles los argumentos retóricos tan largamente utilizados.
A Maduro le ha dado resultados la jugada. El decreto de Obama le ha permitido reorientar la agenda pública hacia el tema de la “amenaza imperial”, girando desde un lugar que le desfavorecía mucho más: la angustiosa escasez, inflación y criminalidad que vive la nación venezolana.
Los dos años del Gobierno de Maduro han estado signados por terribles indicadores en lo económico, asociables a una implosión de la Revolución. Tan es así, que solo dos de cada tres chavistas (que todavía son una tercera parte del país) afirmaban ser también “maduristas”. Tras el decreto de Obama, Maduro ha logrado consolidar al chavismo a su alrededor y ya hoy el 75% de quienes se sienten chavistas afirman sentirse representados por Maduro.
¿Logrará el efecto Obama convertirse en el salvavidas de Maduro? Probablemente no. Maduro ha logrado con el decreto de Obama amalgamar al chavismo, pero es muy difícil que ese efecto trascienda más allá del chavismo duro. Por otro lado, el momento en el que ocurren las sanciones es muy distante del momento electoral.
Las elecciones parlamentarias aún no tienen fecha en el cronograma, pero podrían ser entre septiembre y diciembre de este año, muy lejos aún y demasiada acuciosa la realidad para que la “amenaza imperial” continúe percibiéndose como tal.
En tercer lugar existe una línea muy nítida entre “las amenazas del Imperio” y la megacorrupción local. Y la gente comienza a verla…
Carmen Beatriz Fernández es urbanista (USB) con maestría en Administración de Empresas (IESA) y maestría en Campañas Electorales (University of Florida). Desde 1997 dirige @DataStrategia y coordina el portal político iberoamericano e-lecciones.net. Es socia fundadora de la Organización de Consultores Políticos Latinoamericanos (OCPLA). Síguela en @carmenbeat.