Por David Gallegos Rubio
La capital de México forma parte de un hecho histórico y de gran trascendencia para las generaciones que siguen. El domingo 5 de junio de 2016, se llevarán a cabo las elecciones para diputados de la Asamblea Constituyente, quienes elaborarán la constitución política de la Ciudad de México.
Es un hecho histórico ya que, por primera vez, se dotará a la capital del país con el rango de entidad federativa, aunque manteniendo su carácter de capital nacional y sede de los Poderes de la Unión.
Por su parte, la Asamblea Constituyente estará integrada por 100 diputados. Seis serán elegidos por el Presidente de la República, seis por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, 14 seleccionados por el Senado y 14 más designados por la Cámara de Diputados.
Los 60 restantes estarán integrados por los candidatos electos a través del mecanismo de representación proporcional, que se determinará con base al número de votos que tenga cada partido o candidato independiente. El trabajo es honorario, por lo que no se recibirá pago por el trabajo ejercido.
La trascendencia del acontecimiento radica en que la Ciudad de México ha sido la demarcación territorial donde se ha centrado el poder político, económico y social de nuestro país durante -al menos- los últimos 500 años, además de tener un gran valor histórico y cultural; y de ser referente de lo civil, plural y progresista para el resto de la República.
Frente a una coyuntura tan importante y a escasos días de que comiencen las campañas electorales, resulta necesario explicar la relevancia del acontecimiento, y de qué manera puede repercutir en la vida de los ciudadanos, ya que pareciera ser que la población en general todavía no logra relacionar el tema institucional con la vida cotidiana.
Es muy probable que a la mayor parte de la sociedad le suene a un tema para periodistas o políticos sin alguna importancia práctica.
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México ha sido un acérrimo defensor del constitucionalismo. Se ha intentado reproducir la idea de que las constituciones son las soluciones a cualquier tipo de problema, y la fuente de la cual emanan instituciones sólidas.
La importancia de las ideas
Sin embargo, las instituciones de la mano de la ideología son las que determinan el desempeño económico. Las instituciones repercuten en el desempeño de una economía, ya que determinan, teniendo en cuenta la tecnología usada, el costo de producción y transacción.
Aunque las reglas formales pueden cambiarse de un momento a otro por la comunidad, las restricciones informales tardan más. Ambas son moldeadas por las apreciaciones subjetivas de las personas sobre el entorno que las rodea; y esto determina la evolución de las opciones entre las reglas formales y las restricciones informales.
La apatía hacia la política no es una opción si queremos tener un Estado limitado, fuerte y defensor de los derechos individuales en México.
Las ideas permean las estructuras que poseen los individuos para explicar la realidad que los rodea. Explican tanto cómo es y cómo debería de ser el mundo. Por otro lado, los modelos subjetivos son la combinación de mitos, teorías, dogmas y creencias; por lo general contienen elementos de una estructura organizada que los convierten en mecanismos económicos para percibir e interpretar la información.
Las construcciones ideológicas que poseen los individuos para explicar su realidad siempre tienden a cambiar. Estas construcciones cambian debido a la influencia de cambios fundamentales en los precios relativos, lo cual tiene como consecuencia una inconsistencia que permanece entre los resultados percibidos y los resultados predichos por la subjetividad de los modelos que poseen los individuos.
Además, las ideas realmente importan; los cambios que se generan por los precios relativos en combinación con las ideas que culturalmente condicionan al individuo son responsables de la evolución de los modelos subjetivos.
Cuando hay un cambio en las percepciones sobre la eficacia de la estructura existente, se genera inestabilidad política y división social. Por dar un ejemplo, al cambiar las reglas formales, particularmente los derechos de propiedad, debe de ir aunado a las restricciones informales con el respectivo cumplimiento de éstas para conseguir los resultados deseados.
Pero las normas de comportamiento suelen cambiar muy lentamente; y no sólo eso, el cumplimiento se llevaría a cabo de manera parcial debido a las diferentes organizaciones y grupos de presión cuyos intereses se apoyaban en la antigua estructura institucional.
[adrotate group=”8″]Un nuevo equilibrio sería aquel que produjera nuevas restricciones informales (códigos de conducta o normas de comportamiento) que resuelvan problemas en la esfera política, económica y social que emerge, y que es complementaria a las reglas formales que se han establecido.
Los cambios tendrán efecto dependiendo de las políticas, la administración de los Estados y del grado de concientización de los ciudadanos, que ante una propuesta política decidan a quiénes otorgarles el poder, ya sea para instaurar un régimen democrático con el respeto de los derechos del hombre y el respeto a sus libertades individuales, o para optar por un Gobierno absolutista que se apoya en el colectivo.
La apatía no es una opción
El camino que los mexicanos quieran emprender en la Ciudad de México es incierto, pero debemos participar, generar conciencia y convertirnos en una propuesta política, ya sea como candidatos independientes, organizaciones civiles o partidos políticos.
La apatía no es una opción si queremos tener un Estado limitado, fuerte y defensor de los derechos individuales.
En esta oportunidad de transformar nuestras instituciones, los mexicanos debemos alzar la voz, buscar nuevas alternativas, nuevas propuestas y sobre todo, atrevernos a ganar fundamentos sólidos para generar un vínculo entre las demandas sociales y las ofertas políticas para tener.
Debemos levantarnos y reaccionar a favor de los principios de libertad política, económica y social. Debemos buscar la igualdad ante la ley para tener mejores oportunidades de desarrollo individual y social, y promover la fraternidad para reconstruir el tejido social de nuestra sociedad que se ha visto tan lacerada por la violencia.
Es momento de trabajar para crear un instrumento jurídico que modere el poder del Gobierno, otorgue el equilibrio político necesario y se constituya en un garante de los derechos del individuo, por una sociedad más libre.
David Gallegos Rubio es coordinador local de Students for Liberty México.