Por Juan Sebastián de Zubiria Ragó
Tengo la fortuna de viajar constantemente fuera de mi ciudad, razón por la que con frecuencia deposito mi confianza en aplicaciones como Google Maps, Waze o Mapas para llegar a destinos desconocidos y evitar dar vueltas innecesarias o perderme durante mis trayectos a pie.
Hace unos días, sin embargo, guiado por el sistema de referencia de Google, terminé en una de esas calles en las que uno siente que debe guardar de inmediato el teléfono celular, encender los ojos como linternas y fingir toda la naturalidad posible en medio de la aprensión, rogando mentalmente que no se note el susto y que por favor haya un policía cerca. ¡Fue ahí cuando caí en cuenta de que estaba poniendo no solo mi confianza en manos de la aplicación equivocada, sino más que eso: mi seguridad y mi vida!
Me dediqué, entonces, a la tarea de investigar sobre el tema y encontré que existen aplicaciones que además de geolocalizar a sus usuarios, les permite informar directamente a la policía sobre situaciones peligrosas de forma tan sencilla como pedir un Uber o una pizza.
French Quarter Task Force, por ejemplo, es una aplicación que permite que los vecinos del barrio francés de Nueva Orleans puedan reportar confidencialmente delitos y comportamientos sospechosos a la policía local. El usuario genera el reporte sobre la situación de riesgo (al que puede adjuntar fotografías) y señala su ubicación, y el sistema contacta de forma inmediata al oficial de policía más cercano y lo guía hasta el lugar.
Otra aplicación, Street Safe, se vale de la tecnología GPS para prevenir agresiones sexuales y otros delitos. Aunque está dirigida principalmente a mujeres, resulta útil para toda clase de personas: adultos mayores, personas que trabajan visitando permanentemente lugares desconocidos o zonas marginales, aquellos han sido víctimas de ataques callejeros o trabajadores que salen a altas horas de la noche, por ejemplo. Se trata de una especie de servicio de seguridad personal que permite activar una alarma silenciosa que alerta a la policía en caso de que el usuario perciba estar en riesgo de un ataque y que, además, lo guía durante sus trayectos callejeros.
- Lea más: Uber empieza a reemplazar al transporte público en México
- Lea más: Bogotá no necesita metro, sino más sistemas inteligentes como Uber
Street Safe cuenta con operadores entrenados que permanecen al teléfono durante todo el recorrido que deba hacer el usuario por zonas extrañas o potencialmente peligrosas, indicándole cuáles calles debería tomar para llegar a su destino (para lo cual se vale de la tecnología de geolocalización, así como de un complejo sistema que identifica y califica la peligrosidad de las vías con base en datos reales). De esta forma, el usuario puede transitar con menos aprensión por lugares desconocidos y llegar de forma más segura a su destino.
Pero en caso de que tenga la mala fortuna de encontrarse con un agresor ya sea en la calle o al interior de algún recinto, el usuario de Street Safe, mientras está en comunicación con el operador, puede activar un sistema de alarma de pánico que le permite tomar una fotografía o video instantáneo del agresor y notifica inmediatamente a la policía de la situación, indicándole el nombre del usuario, su apariencia y ubicación exacta.
Otra aplicación que ofrece servicios de seguridad es Watch Over Me, la cual les permite a sus usuarios encontrar la ruta más segura para sus trayectos y, a la vez, activar un sistema de vigilancia en tiempo real por geolocalización que envía una alarma silenciosa a la policía. También les ofrece a sus clientes tres servicios adicionales que han hecho furor entre los padres:
- Convertir a alguien cercano en sus “ojos extra”, de forma que pueda custodiar su recorrido en su propio celular.
- Tomar y subir notas, fotografías y vídeos (vía Internet o SMS, a falta de datos o wifi) sobre las novedades durante la ruta.
- Informar a familiares y amigos (su red de seguridad) acerca del trayecto que van a realizar y del tiempo que estiman que tardarán, de forma que si transcurrido el tiempo calculado no notifican haber llegado a su destino, la aplicación les enviará a estos una alerta indicando su ubicación exacta y activará la cámara de su teléfono para que puedan saber en tiempo real qué está ocurriendo (dándoles también acceso a las notas, fotos o videos que hayan subido durante el recorrido). Todo esto con el propósito de dar pronta respuesta a una situación potencialmente peligrosa, aún cuando la persona en riesgo esté inconsciente, reducida, o lejos de su celular.
Finalmente me gustaría hablarles de SketchFactor, una aplicación que, emulando a Waze –pero para viandantes–, mapea las ciudades y, con información de los propios usuarios, señala las ‘calles problemáticas’, es decir aquellas en las que se han producido asaltos, en las que se venden drogas o en las que hay presencia de pandillas, por ejemplo (lo que muchas personas consideran que puede promover marginación y racismo).
Como estas, encontré decenas de aplicaciones que ponen la tecnología móvil al servicio de la seguridad de sus usuarios, ninguna de ellas con cobertura en Colombia.
No hace falta que revise nuestras cifras de criminalidad para asegurar que es más que urgente para el país que empecemos a revisar estas experiencias y a desarrollar aplicaciones que resulten verdaderamente eficientes en la prevención y reducción del crimen.
En general, los Estados son altamente ineficientes para solucionar los diversos problemas de sus ciudadanos. La inseguridad es uno de ellos, motivo por el cual es indispensable que desarrollemos sistemas que aumenten la eficiencia de estos sistemas mediante la colaboración de la ciudadanía.
En lo personal, creo que un buen punto de partida sería crear un sistema de reputación integral en el que las personas permitiésemos voluntariamente ser reputadas por nuestros jefes, empleados, amigos, socios, clientes, etc. –de la misma forma en que hoy calificamos a un vendedor en mercadolibre.com–, tal que, con el tiempo, tengamos mecanismos fiables de control social que nos permitan tomar decisiones informadas sobre a quién estamos contratando, con quién nos asociamos, a casa de quién nos dirigimos, quién ingresa a nuestras viviendas…e incluso, hasta con quién nos ennoviamos.
Juan Sebastián de Zubiria Ragó es Director General de la Fundación Alberto Merani, en Unidad de Proyectos Especiales.