
Por José Rafael Avendaño
El Nacional reseña la declaración del secretario ejecutivo de la MUD, una vez cumplida la denominada “Toma de Caracas”. En ella enuncia de manera formal la táctica que asumirá el organismo multipartidista durante los próximos días: Cacerolazo a las 8:00 pm, cumplido el mismo día; marcha el próximo 7 de septiembre a todas las sedes regionales del CNE; movilización en todo el país el 14 de septiembre, y “oposición hará la Toma de Venezuela después de la recolección del 20% de las firmas”.
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La masiva y contundente manifestación popular vivida en Caracas el pasado jueves era por todos esperada y deseada. ¡Gracias a la providencia, no hubo nada cruento! Sirvió para ratificar el anhelo de cambio que albergamos más del 90% de los venezolanos. Los únicos que no vieron el éxito de la misma –a pesar de las amenazas propiciadas por ellos mismos– fueron Nicolás Maduro y José Vicente Rangel. Ambos manifestaron en el escuálido acto celebrado en la avenida Bolívar, con el lenguaje propio de los pillos embaucadores, que la presencia popular opositora no rebasaba la suma de treinta mil personas. La ceguera del anciano armonizaba a plenitud con la estupidez del ignaro.
No se necesita de mucho acopio de razonamiento para explicar los motivos de la temeraria afirmación. Estaban aletargados y obnubilados por la cruda realidad que les envolvía. La desmejorada manifestación –empleados públicos, milicianos e idiotas aún creyentes– por ellos convocada no llegaba de manera compacta ni a cien metros del Nuevo Circo de Caracas. En fin, el pesar y el desconcierto les paralizaron los sentidos de la realidad.
El presidente de la República, una vez formulada la mentira a que nos hemos referido, pronunció una verdad que terminará por desnudar totalmente los escasos vestigios de republicanismo que aún, medianamente, subsisten. Me refiero a su disposición de: “… por eso tengo listo el decreto para levantar la inmunidad de todos los cargos públicos”. Con esta lapidaria frase se refería, de manera directa, al presidente de la Asamblea Nacional y demás diputados opositores.
Me llamó poderosamente la atención la terminología usada –idéntica a la empleada por su antecesor– como el de un portero de “mabil”. Dijo: “Cargos públicos”, como si la inmunidad parlamentaria se igualase, conceptualmente, y con la misma connotación, a los que ostentan miles de funcionarios públicos (un ministro, mecanógrafa III u oficinista, etcétera) que nutren la amplia burocracia oficial. En resumidas cuentas, anunció la eliminación del Parlamento Nacional con el visto bueno de la Sala Constitucional del TSJ y con el apoyo de las bayonetas de los zánganos milicos enquistados y los demás cuerpos armados agavillados.
La urdimbre de la trama ya está toscamente tejida. ¡Nada nuevo! Desempolvaron viejos artilugios hartamente conocidos. En esta oportunidad, desmantelaron un campamento de paramilitares colombianos en El Manicomio –¿Parece cosa de locos, verdad?–, barrio cercano al Palacio de Misia Jacinta, quienes ejecutarían actos terroristas para de esta manera justificar el estado de excepción en ciernes. Todo, según Maduro, para preservar la paz. Quizás, en su alucinada cabeza, irrumpió el “Otro yo del doctor Jeckill y Mr. Hyde”. La paz en los sepulcros y en los calabozos de las ergástulas gubernamentales.
Para la fecha y hora en que redacto este escrito, no he visto ninguna reacción por parte de opositores. Quizás, cuando sea publicado, seguramente aparecerán las necesarias manifestaciones concretas para enfrentar decididamente a este nuevo y definitivo atropello constitucional.
Siempre había pensado que la cárcel era un recinto no grato para los luchadores populares progresistas. Me formé con una firme tradición de principios éticos y variados. Consistían –entre otros– en que el deber de todo político perspicaz era evadir la represión a todo evento cuando ésta se le intentase aplicar con motivo a sus ideas. Cuando los órganos de impartir justicia no eran autónomos. Cuando estos ostentaban el carácter de ser simples apéndices del poder ejecutivo. Esta claridad conceptual hube de ponderarla debidamente en los recientes años.
Ha habido dirigentes políticos que se han entregado de manera voluntaria a los cuerpos represivos para ser juzgados, a sabiendas de que los tribunales penales no tienen la voluntad ni la disposición de aplicar rectamente el derecho. Muchos, inexplicablemente, aún acuden a diversos poderes ilegítimos. Otros, pocos, han decidido irse del país y, algunos, se han sumergido en la clandestinidad. Ojalá que al secretario general de AD (repudio los indignos e inapropiados ataques verbales presidenciales y la amenaza de que ha sido objeto) llegue a presentársele el dilema, consulte la conducta a seguir con la presidenta del partido y no con el ya presumido consejo que seguramente le daría el vicepresidente, quien le indicaría que la cárcel es el único atributo que le falta para ser presidente de la República. La advertencia es válida para los demás legisladores amenazados.
No me agradan los cuatro anuncios pronunciados por la MUD a la dos de la tarde del pasado jueves. Pienso que “la masa no está para bollos”, … digo, para marchas. Existen otras maneras democráticas y constitucionales para hacer frente a la opresión. Quince días para efectuar dos nuevas caminatas no me parece pertinente. Nuevamente se programan actos de acción retardada. La MUD no ha escarmentado, de la manera debida, el rechazo a este tipo de actos repetitivos. Iguales a los realizados hace pocos meses, que merecieron un olímpico desprecio por parte de la ciudadanía en general.
El indiscutible triunfo obtenido el pasado jueves recomienda aplicar renovadas modalidades de lucha cívica impidiendo, nuevamente, el pernicioso aletargamiento producto de la inactividad. Carecen de asertividad y de iniciativas. Si persisten en esa equivocada conducta, seguramente la mayoría del pueblo les retirará, de manera definitiva, el menguado respeto que precariamente aún poseen.
Estos primeros días de septiembre son cruciales. El gobierno continúa con su prédica invariable. Recolección de firmas a finales del mes de octubre. Con los métodos de retardo inconstitucional, ya conocidos, prolongarán las resultas de la recolección de rúbricas para que el revocatorio se efectúe después de la segunda quincena de diciembre o en el mes de enero. De tal manera que las elecciones presidenciales no se efectúen. Por las razones conocidas.
Entonces –consolidándose la burda hipótesis–, asumiría el vicepresidente de turno (Cabello u otro “padrino” milico activo). Además –es lo sustantivo e ineludible–, si la amenaza de abolir la inmunidad parlamentaria a muchos de los diputados de la Asamblea Nacional se materializa, ¿qué haremos en el ínterin los venezolanos? Yo en lo personal no estoy dispuesto a seguir marchando para quemar energías y combatir al estrés. Para los ejercicios aeróbicos me basta con la caminata de cuatro kilómetros que practico casi diariamente.
José Rafael Avendaño Timaury es un abogado venezolano, fue Consejero Político en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1984-1987) y Director General de Política Interior en el Ministerio de Relaciones Interiores.