
Por Francisco Rodríguez
Pero saldrá de la cueva de Platón. Y el ruido de todos los ciudadanos, y el sonido de nuestras oscuridades militará en el diálogo público labrando una ruta hacía la trascendencia social. La Colombia de hoy nos propone reinventarnos y reconciliarnos con nuestros viejos demonios estatistas, centralistas, regionalistas y fascistas del preconflicto y crear algo nuevo y lleno de luz desde las entrañas de toda la comunidad civil, todos los sectores y todos los partidos.
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Hoy, a pesar de que se escucha a mucha gente hablar en la calle con temor a lo desconocido e invocando un dolor vengativo por las víctimas. Poco a poco aumenta el número de personas que interiorizan que el encuentro con la paz que nos cita a todos los ciudadanos no es el vacío significante que proponen las políticas de Estado, ni un sí o un no, sino una búsqueda, y un totem, que nos ha de dar aliento para lo que nos espera como sociedad moderna al superar la dicotomía capitalismo-socialismo.
War is over, es el fin de una parte de las guerras hegemónicas y frías, y el surgimiento de lo que se ha denominado el posconflicto, el encuentro con el aleph que todo pueblo busca en su espíritu, ese algo que nos obligará a convivir a todos con nuestros símbolos y dioses bajo el mismo cielo, y nos retará a toda una generación a construir un país más sensato y libre a través de la educación, la ciencia y el conocimiento.
Desde hoy habrá una revolución cultural que empuñará lápices y pinturas sobre la posteridad, y un movimiento vanguardista apoyado por todo Colombia que encontrará en el símbolo de la paz, el dolor ancestral y en la memoria, una razón y un mito fundacional para reescribirnos como nación y reformar conjuntamente todas las instituciones.
Hoy la paz no convoca únicamente a dos actores del conflicto, nos convoca a todos, desde nuestros diferentes saberes y quehaceres, en nuestros sentimientos morales y sociales, a empoderarnos como sociedad y crear una ingeniería de cambio colectivo que parta de cada uno de nosotros.
Hoy como sociedad preferimos un derecho público que nos comprenda a todos en nuestra singularidad para construir la revolución de la paz, que uno eminentemente Estatal. Hoy la paz no la construyen las FARC y el Gobierno, sino que la construimos todos.
Hoy, aunque se niegue, en nuestra mente y espiritualidad colectiva, se tatuaron las palabras país en paz y esto se ha vuelto la lucha de todos en el inconsciente colectivo. Hoy podemos decir que dentro de la teología civil del perdón y la búsqueda por el amor Colombia florecerá.
Independientemente de que gane el sí o el no este ejercicio de discutir socialmente al rededor de la paz, despierta en nuestro inconsciente colectivo la necesidad de actuar consciente y voluntariamente buscando el buen vivir, y el bienestar, encontrándonos en el debate con el otro y sus diferencias de criterio, y llevando nuestros pensamientos, sentimientos y temores más profundos al diálogo social.
Hoy ese trasegar de nación es un constante ejercicio de caminar y caer, lo importante siempre es levantarse, sacudirse y retomar un sentimiento proactivo y armonioso, que marque el espíritu de esta era. Hoy más que nunca, se necesita que haya pioneros que luchen por esas causas pacifistas desde todas las militancias. Sabemos que no será un tiempo de rosas, pero sabemos que es mejor empezar por algo y tirarle rosas al tiempo y quizá al enemigo.
Hoy los invito a abrir su sensibilidad ciudadana, a renacer socialmente, a sensibilizar creyentes y no creyentes en el mañana sobre la importancia de debatir como ciudadanos, para llegar a un criterio más poderoso que el político o el militar, formando una sociedad para el posconflicto. Hoy los invito a imaginar conjuntamente como sociedad cómo será el nuevo mañana y cómo las luces de cambio se encenderán.
Francisco Rodríguez es egresado de la facultad de ciencias jurídicas de la Universidad Javeriana. Columnista. Con estudios en regulación económica de la Unión Europea. Investigador en temas de derecho público.