
Por Fernando Valdés y Lena Bareiss
Desde hace décadas los Gobiernos de México y Centroamérica tienen una gran deuda con sus sociedades en política migratoria. Mientras la presidencia de Donald Trump prepara las herramientas legales y políticas para deportar migrantes, la región al sur del Río Bravo está obligada a trabajar en una respuesta conjunta.
Entre sus primeras acciones, Donald Trump firmó el 25 de enero una orden ejecutiva para publicar semanalmente crímenes cometidos por inmigrantes indocumentados y crear un comité especial de atención a las víctimas por crímenes de migrantes. Además, se espera la contratación de 15.000 agentes migratorios y nuevas reglas que hacen más fácil detener y expulsar a personas indocumentadas.
Para defender la vida de sus connacionales, es prioritario que México y Centroamérica respondan efectivamente a los mensajes xenofóbicos que asocian la migración con el crimen y la violencia. Los datos no están del lado del gobierno de Trump: los migrantes en general tienen 5 veces menos propensión a ser encarcelados en Estados Unidos y, en particular, los migrantes mexicanos son 3 veces menos propensos que los ciudadanos estadounidenses a cometer crímenes.
Diversos estudios sobre seguridad muestran que no hay relación entre el aumento de la migración y el crimen en Estados Unidos. Por el contrario, algunos argumentan que los migrantes hacen en general más seguras las ciudades a las que emigran .
Además de contar con datos duros es tal vez más importante visualizar vidas. Contar las historias de migrantes, en particular en las regiones en donde existe mayor hostilidad a los extranjeros, sería una labor formidable. La contribuciones de icónicos centroamericanos y mexicanos a la cultura estadounidense es amplia y diversa. Para esta labor, México y Centroamérica ya cuentan con cientos de organizaciones civiles, académicos, activistas y artistas en Estados Unidos que estudian y representan a sus comunidades.
Desde una perspectiva moral las restricciones a la migración son deplorables, pero desde una perspectiva económica son desastrosas. Las restricciones a la migración son una expresión del proteccionismo ya que funcionan como una cuota al trabajo.
El economista Michael A. Clemens, del Center for Global Development, un centro de investigación en Washington D.C., estima que cada año se pierde un billón de dólares al año debido a las restricciones a la migración.
Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) argumenta que una reducción de un millón de migrantes indocumentados por año en la fuerza laboral en Estados Unidos reduciría anualmente un 0,7% del crecimiento del PIB, lo cual aumentaría el desempleo y disminuiría el consumo y la recaudación tributaria.
Es importante especificar que las restricciones a la migración no sólo limitan las libertades de las personas que quieren migrar, sino también las de aquellos que no están en contra de vivir o cooperar con personas de otros países. El proteccionismo en todas sus formas tiene un carácter destructivo, ya que elimina las oportunidades de cooperación que podrían llevarse a cabo sin dichas restricciones.
Ante un escenario de deportaciones masivas, es prioritario desencadenar oportunidades económicas para los habitantes de la región. Los países se podrían beneficiar casi de inmediato por compartir públicamente sus planes de contingencia y asimilación para quienes regresan sin trabajo ni hogar.
México y Centroamérica deberían acelerar la agenda de integración económica del Proyecto Mesoamérica para permitir el libre flujo de bienes, inversiones y personas en la región. Esto traería no sólo beneficios económicos, sino que reflejaría una voluntad regional a favor de la apertura y el libre tránsito.
Las prioridades internas de la región no han cambiado por Donald Trump. La falta de compromiso de los Gobiernos para asegurar la seguridad y el acceso igualitario a la justicia han atrofiado la creación de oportunidades y constituyen el factor principal que empuja a las personas a migrar.
Desde 2011, las agencias de cooperación de México (AMEXID) y Alemania (BMZ) están trabajando para que México lidere esfuerzos de desarrollo en América Latina. Estos esfuerzos se podrían amplificar expandiendo el Proyecto Mesoamérica para promover el diálogo político y el intercambio de experiencias en seguridad y justicia en la región.
Luchar por la libertad y la dignidad de las personas es un fin en sí mismo, pero cuando su vida está en riesgo estos principios se convierten en una urgente obligación moral. México y Centroamérica cuentan con las herramientas para responder de manera efectiva y de forma conjunta a la agenda migratoria del nuevo Gobierno de Estados Unidos. Sólo así podrán pagar su deuda histórica con los migrantes.
Fernando Valdés Benavides es economista por la Universidad de Guanajuato y coordina las actividades del Proyecto México de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad. Twitter: @FernandoValBen.
Lena Bareiss, es estudiante de International Cultural and Business Studies con especialización en América Latina en la Universidad de Passau, Alemania. Actualmente realiza sus prácticas profesionales en la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad en México.