Por Manfred Grautoff*
Durante la última etapa de la negociación con las FARC se presentaron hechos estructurales que cambiaron las condiciones de seguridad en Colombia. Uno de ellos fue el cese al fuego pactado entre las partes, así como el aumento de los cultivos de drogas ilícitas. El primero fue celebrado, y a partir de ahí comenzaron a surgir análisis sobre la reducción de los homicidios a nivel nacional, atribuyéndole a este hecho la caída de este indicador de inseguridad (figura 1).
Figura 1. Relación homicidios-cultivos de coca medido en hectáreas
Desafortunadamente, esta afirmación carece de rigor académico, porque los homicidios vienen en descenso desde hace 17 años. Incluso los descensos más pronunciados se presentan cuando la ofensiva militar contra los grupos armados era más fuerte por parte del Estado colombiano; por lo tanto, este hecho debería llamar a la reflexión antes de lanzar afirmaciones que por lo menos son discutibles.
El segundo hecho es el crecimiento de cultivo ilícitos. Este deja profundas preocupaciones porque las drogas ilícitas han sido el combustible de varias formas de violencia estructurada dentro del país, como la conformación de cooperativas de crimen, mal llamadas carteles; así como las guerrillas usaron la ideología del progresismo social, para validar su accionar delincuencial por medio del narcotráfico. La figura 1 valida esta información, porque el número de víctimas aumenta donde hay más áreas de cultivos ilícitos, simultáneamente, mientras el crimen violento descendía, los cultivos ilícitos eran eliminados por medio de técnicas de aspersión aérea. Esta intervención tuvo efectos sobre la calidad de vida de los habitantes de zonas afectadas por el conflicto, tal como sucedió en la región de la Macarena (ver estudio).
Figura 2. Comportamiento de cultivos ilícitos (hectáreas) años 2008 a 2015
No obstante, según se evidencia en la figura 2, a partir del año 2012 se incrementaron los cultivos de hoja de coca de forma exponencial. La paradoja de esta situación es que entre 2011 a 2012 se presentó la caída más dramática en los sembradíos ilegales. Cabe preguntarse ¿por qué el gobierno de turno logro este record histórico?, ¿acaso empleaba la aspersión aérea para lograr sentar en la mesa de la Habana a las FARC? Aún más inquietante es ¿por qué el Estado pierde la iniciativa contra el tráfico de drogas ilícitas, dejando que un grupo diezmado militarmente gane posiciones financieras?, lo que terminó por repercutir en los acuerdos.
La teoría de la guerra dice que cuando una de las partes lleva la iniciativa, esta debe presionar a su adversario para obtener los objetivos estratégicos trazados. Basta recordar que durante las fases finales de la Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial se dieron los combates más intensos. Es difícil creer que un estratega como Winston Churchill, de haber estado vivo y sentado en la Habana, no hubiera apretado con más intensidad el pulmón financiero de la FARC.
La figura 2 es concluyente, el narcotráfico realiza una tendencia en forma de “U”. Desde antes del año 2008 los cultivos ilícitos caen por causa de la política de seguridad de la época, pero a partir del año 2012 aumenta de forma exponencial. Así las cifras de homicidios en zonas donde se localizan cultivos, cuando se cotejan con datos de violencia de los departamentos, donde la presencia de este tipo plantíos está por debajo de las 1.000 hectáreas de coca, indica que los departamentos de Colombia con presencia de narcotráfico presentan una diferencia de 12 puntos adicionales en su tasa de homicidios, es decir, que un departamento con presencia de cultivos aumenta sus víctimas fatales en un 30 %. Además, al decantar los datos, los resultados muestran tendencias positivas, donde la reducción de muertes violentas a nivel nacional es por efectos de las grandes urbes donde la presencia de la Policía Nacional, así como programas de desarme ciudadano por medio de intervenciones de las autoridades y decretos que han restringido el porte de armas de fuego, han dado frutos, lo que termina por enmascarar la situación de violencia a nivel municipal.
Colombia desea una paz estable y duradera, pero el incremento de los cultivos ilícitos es un grave problema que bloquea esta posibilidad, solo entre 2014-2015 la producción de cocaína paso de 345 a 787 toneladas métricas, según reporte de la Oficina para las Drogas y el Delito (ver Informe UNODC). Lo anterior, a pesar de las incautaciones que realizan las Fuerzas Armadas de Colombia, porque en ese mismo periodo incautaron el doble de alucinógenos; pero, aun así, el esfuerzo es insuficiente mientras los bloqueos sobre la aspersión aérea y las autoridades sigan presentes, empleando a la población civil a través de la protesta social como escudo de las actividades delictivas de los grupos irregulares, incluidas las FARC.
Al final, menos fumigación terminará por depredar el ambiente y aumentar la tasa de homicidios. Esta es la perversa historia de la guerra política, que generó la “U” del narcotráfico.
*Manfred Grautoff es el director del tanque de pensamiento estratégico Geostrategy. Además se desempeña como profesor universitario e investigador de economía de defensa. También es analista militar y de seguridad ciudadana.