El autor de esta nota es un escritor invitado que por su protección, su nombre se mantiene en el anonimato.
En la periferia de La Habana, Cuba, está el municipio de La Lisa, donde más del 75 % de sus calles -y les aseguro que no exagero- se encuentran anegadas de aguas albañales, putrefactas, lo que significa que miles de personas, incluyendo niños y ancianos, viven dentro de un medio ambiente de infección y pestilencia realmente alarmante.
Cuando se habla de la salud cubana como digna de ejemplo, dados los médicos que exporta el régimen como propaganda, no se habla de las condiciones de higiene en las que viven los cubanos, lo cual repercute directamente sobre nuestra salud.
No es nada extraño pasar por cualquiera de los insalubres barrios de éste municipio habanero y presenciar protestas espontáneas de los vecinos que allí residen.
Tres días me dediqué a recorrer algunos barrios de este municipio, barrios donde no viven ninguno de los gobernantes cubanos, ni sus familiares, ni sus cómplices más allegados, y el resultado de mi inspección fue el siguiente:
La calle 220, desde la avenida 81 hasta la avenida 59, se encuentran destruidas y con grandes salideros tanto de aguas albañales, así como de agua potable y -para mi asombro-, según varios vecinos del lugar, esa situación de insalubridad data de hace aproximadamente veinte años.
En idéntica situación se encuentran los vecinos que residen en la calle 154, desde la avenida 81 hasta la avenida 51, ambas inclusive, con la única diferencia que esta situación la sufren desde hace más de 25 años.
La zona comprendida entre las calles 154 y 240, desde la avenida 59 hasta la avenida 81, también se encuentran desde hace más de veinte años inundadas de aguas servidas.
Y ni hablar de los barrios Novoa y Balcón Arimao, ambos, casi en su totalidad, presentan la misma situación.
En mis difíciles indagaciones, debido al gran temor que aún persiste en la mayoría de los cubanos para expresarse, tuve la suerte de encontrarme con una persona, llamémosle Pedro, que hace aproximadamente cinco años, con ánimo de hacer algo útil por su comunidad, realizó una detallada inspección de las calles del municipio, lo cual según me expresó le llevó alrededor de tres meses.
Pues bien, una vez que Pedro terminó con la afanada inspección, se dispuso a realizar un informe a la Asamblea Nacional del Poder Popular, solicitando se le diera solución a dicha problemática. ¿Y cuál cree usted que fue el resultado de ésta noble acción ciudadana?
Pues nada, Pedro fue objeto de una sutil investigación por parte de agentes de la seguridad del Estado y conminado también muy sutilmente a renunciar de su propósito y, como es de suponer, jamás recibió respuesta de ese órgano del “poder del pueblo”.
Pero volviendo al tema, según la investigación de Pedro, seis de cada diez calles del municipio de La Lisa, se encuentran en muy mal estado con presencia de grandes salideros de aguas albañales y potable.
Más de veinte años de existencia de esta problemática demuestra no sólo la inviabilidad del socialismo asesino de la propiedad privada, sino también la falsedad del humanismo de la revolución cubana que tanto se empeñan los dictadores en exportar al mundo.
Más de veinte años estos miles de vecinos han estado planteando a los delegados del Poder Popular esta problemática, y ninguno de ellos han podido dar solución a la misma, lo que demuestra claramente que los representantes del pueblo ante el gobierno o, mejor dicho, ante los dictadores, no tienen nada de poder, son simplemente unos tramitadores y voceros de los gobernantes. Siempre el mismo discurso: el bloqueo imperialista es el culpable.
En fin, amigos, el socialismo que ya hace sesenta años desangra a los cubanos, ha dejado por herencia una sociedad devastada espiritual y materialmente, y se necesitarán muchos años para que Cuba vuelva a ser lo que fue, y es por ello que todo lo que hagamos es poco, cuando de demostrar la verdadera cara del socialismo, se trate.
Por ahora muestro cómo, bajo este supuesto sistema de salud de primera, estamos expuestos a todas las enfermedades vinculadas a la falta de circulación del agua, que en el Caribe se agrava por la presencia de mosquitos transmisores de todo tipo de virus.